Doctor en Psicología Social por la Universidad Complutense de Madrid y profesor investigador de la Universidad de Lima, Hernán Chaparro, opina sobre la situación actual del Gobierno.
—La presidenta se queda y el Congreso también. Con los niveles de aprobación que tienen ambas instituciones, ¿cree que eso será posible?
La verdad es que los niveles de aprobación de ambos poderes son históricamente muy bajos. Sin embargo, hay mayor probabilidad de que este régimen se sostenga y continúe. Lo único que podría moverlo es una reconstitución de los liderazgos políticos alternativos a los partidos existentes. Es un proceso que se va a dar lentamente.
Hoy no hay partidos políticos con fuerza suficiente. La movilización social es mayor en regiones del interior, menos en Lima. Lo que podría suceder es que la reactivación económica no funcione y que las protestas tomen otro cariz. Hoy lo económico está sostenido por el Congreso, algunos medios y algunos grupos empresariales que, ante problemas económicos que se han ocasionado por mayor crispación política, hagan que terminen bajándole el dedo.
—¿La polarización afectiva basada en identidades étnicas regionales tiene posibilidades de reducirse en un futuro próximo? ¿Qué se necesitaría hacer para empezar a reducir las brechas de ciudadanía nacional?
La polarización afectiva se da entre quienes siguen el debate político, no se da en la mayoría de las personas de la población. En el Perú vivimos una fragmentación afectiva basada, sobre todo, en identidades étnicas-regionales: blancos limeños contra andinos provincianos y variaciones. Hay gente que se ubica en posiciones más radicales de izquierda frente a grupos de izquierdistas de Lima. Igual en la derecha. Esta fragmentación la hemos vivido luego de la disolución del Congreso con mayoría fujimorista. Lo que salió luego fue uno con una alta fragmentación parlamentaria.
—Pero hay una coincidencia en el 80% que pide adelanto de elecciones.
Hoy estamos en un momento en que el rechazo al Gobierno de Boluarte y el Congreso es muy alta. Eso genera la sensación de articulación grupal. Sin embargo, detrás de la gente que está a favor de un adelanto de elecciones, hay amplias fricciones y diferencias políticas con bases étnico-regionales. No hay unidad, que es grave porque no existen personas que representen dichas demandas. Este sentimiento de rechazo finalmente no logra cuajar en alternativas propositivas porque no existe ningún liderazgo que los represente. Este vacío lo termina gestionando quien está en el poder: el Gobierno y el Congreso, lo cual aumenta la posibilidad de continuación del Gobierno actual.
Dina Boluarte lanzó un paquete de más de 30 propuestas sobre seguridad. Foto: Antonio Melgarejo
—En una anterior entrevista dijo que había una coraza muy grande protegiendo la sostenibilidad del Gobierno actual. En un momento, parecía haber sido construida a partir de la represión violenta por parte del Estado y las medidas que podían ser percibidas como autoritarias. Pero, por lo que menciona ahora, parecería que la coraza también es construida por la ciudadanía desorganizada políticamente.
Yo creo que la crisis va más allá del sistema político. Está presente en él, pero también va acompañada por una crisis caracterizada en la falta de articulación de la ciudadanía, de la sociedad civil. Ahora, si bien las marchas no son el único camino, que se hayan activado es positivo debido a que son uno de los espacios en donde se puede empezar a articular un contacto con la necesidad de tener actividad respecto de los asuntos públicos y se permita generar un nivel de organicidad que promueva el debate.
Sin embargo, las marchas, por sí solas, difícilmente van a mover la aguja si no hay organización detrás. El espontaneísmo ayudó a sacar a Merino en una semana. Pero con la ubicación del poder como está actualmente, hacen falta mayores niveles de organización social para construir alternativas mínimas de salidas.
—¿Las propuestas del mensaje a la nación del 28 de julio fortalecen al Gobierno?
El mensaje que ella quiere vender es que reactivará la economía generando orden con mano dura, a través de la lucha contra la criminalidad. Y ahí hay un tema porque, desde el comienzo, el señor Otárola y la presidenta Boluarte han querido vincular el tema de las protestas con hechos delincuenciales. En ningún momento se ha reconocido el valor de la reivindicación política de las protestas. En un contexto en el que la protesta se trata como un acto delincuencial, resulta que ahora la presidenta sale con un paquete de más de 30 propuestas sobre seguridad ciudadana.
Este discurso, que le encanta a un sector del empresariado y economistas, que creen que puede haber cuerdas separadas entre política y economía, puede dar un aire mínimo para el Gobierno, pero es muy probable que fracase. La mayor parte de minería es del sur. Me pregunto: ¿qué inversión minera va a caminar tranquila en el sur con el nivel de conflictividad social y política que existe?
—¿El Gobierno ha apuntado a la atención de las demandas más urgentes de la ciudadanía ahora?
En el Perú vivimos en una cultura de supervivencia. Amplios sectores de la población viven en la pobreza. La seguridad ciudadana y la alimentación son parte de lo principal. Pero creo que no han apuntado bien a ninguna. Es un Ejecutivo que lo único que está haciendo es buscar librarse de la cárcel. En la época de Castillo se criticaba con justa razón el nivel de profesionalismo de quienes se nombraban en los ministerios.
—¿El Gobierno llega al 2026?
Veremos, porque si la situación se complica por la situación económica, y política, incluso los sectores que hoy la apoyan le bajarán el dedo. La reactivación económica es un recurso retórico vacío. El Gobierno estará abocado a que la policía terruquee a la protesta, camuflándose en asuntos de seguridad interna.
—¿La reactivación económica dará más aire al Gobierno?
Es un recurso retórico vacío. Además, han retomado a la expulsión de venezolanos. También lo hizo Castillo. Por propias declaraciones de la policía. El Gobierno estará abocado a que la policía terruquee a la protesta, camuflándose en asuntos de seguridad interna.