En las últimas semanas, la mayor gestora de bonos del mundo, Pimco, ha considerado que un cierre del gobierno de EEUU en octubre parecía más probable que un escenario en el que se descartaba.
Ahora su discurso se refuerza todavía más tras la rebaja de la calificación de la deuda estadounidense por parte de Fitch de AAA a AA+ anunciada la semana pasada, una rebaja que, en su opinión, eleva las posibilidades de un cierre parcial del Gobierno este otoño.
El cierre de Gobierno se produciría en el caso de no se llegase a un acuerdo en el Congreso sobre el presupuesto anual para las agencias federales. Ante la falta de fondos, durante el cierre del Gobierno queda suspendida la prestación de servicios federales básicos, -y los funcionarios dejan de percibir su sueldo- como la recogida de basura, los tribunales de inmigración, podría producirse el cierre de museos y parques nacionales e incluso la cancelación de tratamientos experimentales en los centros médicos de investigación federales, como ocurrió en 2013 con la Administración Obama. En 2018, bajo el mandato de Trump, hubo otros tres cierres parciales, en enero, febrero y diciembre.
“Esto se debe a que es probable que la rebaja de la calificación endurezca las opiniones de los republicanos de la Cámara de Representantes, que exigen recortes del gasto más significativos que los acordados en el proyecto de ley bipartidista sobre el límite de la deuda”, apuntan desde la gestora.
Creen, en este sentido, que un cierre del gobierno sería irónico, ya que parte del motivo de la rebaja de la calificación de Fitch fueron los “enfrentamientos políticos”, como los cierres del gobierno.
Pero aunque un cierre del Gobierno tiene repercusiones económicas a corto plazo, suelen ser efímeras y se invierten cuando el Gobierno vuelve a abrir. “Dicho esto, un cierre del gobierno podría coincidir con una caída ruidosa desde una perspectiva económica y podría exacerbar potencialmente un período económicamente incierto”, que verá la reanudación de los pagos de préstamos estudiantiles para unos 45 millones de prestatarios de préstamos estudiantiles, así como una factura de impuestos federales para muchos contribuyentes que no han tenido que pagar impuestos en 2023 debido a que viven en zonas de desastre de emergencia. “También es probable que veamos el impacto práctico del endurecimiento del crédito de los bancos regionales, además de una Fed dependiente de los datos”, añaden.
Incluso si el gobierno se cerrara y los republicanos de la Cámara de Representantes fueran capaces de asegurar los recortes que quieren, esto haría poco para cambiar la trayectoria fiscal, ya que para hacerlo, los programas de ayuda social (que representaron el 66% del presupuesto el año pasado) tendrían que ser reformados, lo que actualmente no es una posibilidad, señalan en un comentario firmado por Libby Cantrill, Directora General de Políticas Públicas de Pimco.
En conclusión, a su regreso en septiembre, la Cámara de Representantes y el Senado disponen de 12 días legislativos para aprobar 11 proyectos de ley de créditos. Aunque el Senado está en mejor forma, ya que ha aprobado casi todos los 12 proyectos de ley de asignaciones fuera del comité (y casi todos ellos por unanimidad), simplemente no habrá tiempo para conciliar las diferencias entre lo que apruebe la Cámara y los proyectos de ley del Senado.
Normalmente, prosigue el comentario de la gestora, una “resolución continua” se utilizaría como una medida provisional para financiar el gobierno a los niveles actuales y ganar más tiempo. Sin embargo, es poco probable que los republicanos de la Cámara de Representantes, especialmente el Freedom Caucus, apoyen esta medida, ya que ven más oportunidades políticas en abogar por la restricción fiscal y el posible cierre del Gobierno.
No obstante, si se produjera un cierre, “creemos que probablemente terminaría el 1 de enero, que es la fecha límite real para financiar el gobierno. Si para entonces no se han aprobado los proyectos de ley de créditos “ordinarios”, entraría en vigor un recorte generalizado del 1% como parte del acuerdo sobre el techo de la deuda”, concluyen.
Con la rebaja anunciada la semana pasada, Fitch cumplió su amenaza de rebajar la calificación de la primera economía mundial, que había colocado en vigilancia negativa el pasado mes de mayo durante la última crisis política para suspender el techo de endeudamiento. Tras la decisión anunciada por Fitch Ratings, únicamente Moody’s mantiene la máxima nota de solvencia para la deuda a largo plazo de EEUU, después de S&P Global degradara la calificación del país en 2011.