La promotora busca la aprobación por parte de un tribunal de Nueva York de una reestructuración de su deuda en el extranjero
La crisis del gigante inmobiliario chino Evergrande ha dado este jueves un nuevo paso al acogerse a la ley de bancarrotas ante un tribunal de Nueva York. La compañía usa el capítulo 15 de dicha ley, el reservado para suspensiones de pagos internacionales en Estados Unidos mientras intenta sacar adelante su plan de reestructuración. El grupo lleva arrastrando problemas financieros desde hace unos años y sigue sin poder hacer frente a sus pasivos. En un comunicado emitido este viernes en Hong Kong, la empresa asegura que su movimiento es “un paso normal en el procedimiento de reestructuración en el extranjero y no implica la declaración de quiebra”.
Según los tribunales estadounidenses, la finalidad del capítulo 15 es proporcionar mecanismos eficaces para tratar los casos de insolvencia en los que intervengan deudores, bienes, reclamantes y otras partes interesadas que afecten a más de un país. Los acuerdos internacionales de reestructuración de deuda a veces requieren una petición al amparo del Capítulo 15 para finalizar la transacción. En este caso, la empresa ha negociado una reestructuración con los inversores en sus bonos denominados en dólares estadounidenses con arreglo a los ordenamientos jurídicos de Hong Kong y las Islas Vírgenes Británicas, pero necesita la aprobación de un tribunal de quiebras de Nueva York porque esos bonos se rigen por la legislación del estado de Nueva York.
El año pasado, la promotora Modern Land China Co., con sede en Pekín, hizo lo mismo tras no poder reembolsar un bono de 250 millones de dólares y decir que seguiría adelante con un acuerdo de reestructuración de deuda en el extranjero.
El paso llega después de que Evergrande decidiese retrasar las reuniones con algunos tenedores de deuda para disponer de más tiempo para sacar adelante su plan de reestructuración. El pasado marzo, con retraso también con respecto a sus promesas, el conglomerado chino anunció un primer plan de reestructuración de su deuda exterior, cifrada en unos 140.000 millones de yuanes (unos 17.500 millones de euros). En total, la promotora tenía una deuda de unos 340.000 millones de dólares (313.000 millones de euros) a cierre de 2022.
En abril, sin embargo, la empresa reveló que aún no contaba con el nivel de apoyo de los acreedores necesario para aplicar el plan. En julio, recibió la aprobación judicial para celebrar votaciones sobre el acuerdo, que están previstas para este mes. El acuerdo propuesto implica quitas de deuda y canjes por nuevos bonos, parte de ellos respaldados por acciones de la compañía o sus filiales.
La declaración de bancarrota permite a la compañía proteger sus activos de embargos por parte de los acreedores mientras trata de sacar adelante su plan de reestructuración. Además, lograr la aprobación de la reestructuración por el tribunal brinda a la compañía frente a eventuales reclamaciones en Estados Unidos.
Los problemas de la que fue la mayor promotora china de viviendas son reflejo de la crisis inmobiliaria que ha sacudido China. Evergrande se endeudó para crecer y crecer, pero cuando las ventas se frenaron y las condiciones financieras se endurecieron se encontró con un gigantesco pasivo que suponía una amenaza sistémica para la economía china.
El apoyo estatal y las negociaciones para ir haciendo frente a sus problemas le han permitido ganar tiempo y acotar el impacto, que ha amenazado con golpear al sector financiero. La empresa empezó a sufrir problemas en 2019 que se agravaron al año siguiente al dificultar el Gobierno chino el acceso a la financiación con la que había generado una enorme bola de deuda.
Evergrande entró en crisis definitivamente en 2021. La empresa incumplió por primera vez el pago de un bono en dólares en diciembre de ese año tras meses de incertidumbre sobre sus finanzas. En 2021 la empresa perdió un 90% de su valor en la Bolsa de Hong Kong, donde lleva suspendida de cotización desde comienzos de 2022.
La promotora publicó el mes pasado con un retraso considerable sus cuentas de los ejercicios 2021 y 2022, en los que registró pérdidas por un importe agregado de 581.211 millones de yuanes (unos 72.500 millones de euros). Evergrande sufrió pérdidas de 476.095 millones de yuanes (59.357 millones de euros) en 2021 y de 105.116 millones de yuanes (13.105 millones de euros) en 2022. Las enormes perdidas se debieron a la devolución de tierras, la amortización de propiedades, pérdidas de activos y a los costes financieros. Pese a declarar esos enormes números rojos, los auditores siguen sin fiarse de sus cuentas.
Las dificultades de la mayor promotora desencadenaron la inquietud de analistas e inversores sobre el sector inmobiliario chino. Desde que se desencadenó la crisis de deuda del sector a mediados de 2021, empresas que representan el 40% de las ventas de viviendas chinas han incurrido en impagos, la mayoría de ellas promotoras inmobiliarias privadas. Esa preocupación por el sector del ladrillo sigue vigente y es una de las principales amenazas para la economía china.
El último coletazo ha sido la crisis de Country Garden, una de las mayores promotoras, que reconoció este mes que no había podido pagar los intereses de dos emisiones de deuda y que está experimentado “presiones de liquidez” por un “deterioro de las ventas y por el entorno de refinanciación”.