Una huelga de dos empresas productoras australianas y la especulación disparan la cotización internacional
La presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, anunció el pasado viernes que el almacenamiento de gas de la Unión Europea se sitúa ya al 90% de su capacidad, más de dos meses antes de la fecha tope legal del 1 de noviembre que los Estados miembros tenían para llegar a esa cifra, y vivir un invierno tranquilo “liberados del gas ruso”. En el caso de España, los almacenamientos subterráneos de gas natural están en máximos históricos y los registros muestran que las reservas españolas están prácticamente al 100% de su capacidad, lo que supone 34.125 gigavatios hora (GWh) según los datos de los operadores europeos que publica GIE-AGSI a 18 de agosto pasado. España es así el país de la UE con el mayor nivel de llenado de sus reservas de gas. Sin embargo, los futuros del índice gasístico que sirve de referencia al precio del gas en Europa, el TTF neerlandés, se volvían a disparar casi un 20%, y ayer, lunes, lo hacían otro 10% hasta los 39,43 euros el megawatio/hora (MW/H), casi un 50% más que a principios de este mes.
Las razones de este incremento parecen estar lejos de Europa y de las consecuencias de la guerra de Ucrania. Concretamente, en las antípodas, ya que se deben a un conflicto laboral de los trabajadores de las instalaciones de gas natural licuado (GNL) de las empresas Chevron y Woodside Energy en Australia, que están decididos a iniciar en septiembre una huelga que podría suponer una potencial interrupción de las exportaciones de GNL desde este país. La paralización de las operaciones gasista en aquel país podría afectar a alrededor el 10% del suministro mundial. Australia es el segundo país exportador de GNL del mundo, después de Qatar, con unos 79 millones de toneladas al año.
El conflicto laboral ha bastado para activar el miedo entre los inversores, espoleando con ello las compras, y disparando los precios, aunque lejos de los máximos que llegó a marcar a finales de agosto de 2022, cuando el MW/h se pagaba en este mismo índice TTF a 311 euros. Hace unas semanas, a finales del pasado mes de julio, este gas se pagaba a 28 euros el MW/h ante los temores de que la desaceleración económica redujera la demanda.
De llevarse a cabo estas huelgas, que los trabajadores de ambas empresas deben ratificar antes de este miércoles, se pondrían en peligro un 10% de las exportaciones globales de gas natural licuado. Aunque Europa rara vez compra gas a Australia, los compradores europeos tendrían que competir con aquellos operadores del mercado asiáticos que sí lo hacen y que se verían obligados a buscar alternativas frente al gas australiano. Los operadores están preocupados por una huelga duradera, y los analistas de Citigroup destacan que esto podría duplicar los precios de los contratos europeos y asiáticos de GNL hacia enero de 2024, según la agencia Bloomberg.
Los compradores asiáticos “probablemente aumentarán las importaciones de GNL” para reemplazar los volúmenes australianos en caso de interrupciones, lo que afectaría de manera directa a Europa, dijo Nick Campbell, director de la consultora Inspired. “El GNL se ha convertido en un suministro base en la mezcla de gas europea, por lo que cualquier señal de que este flujo está en riesgo lleva a un apoyo en el precio”.
Movimientos especulativos
También es posible que el aumento de precios de esta semana haya provocado una ola de cobertura de posiciones por parte de inversores que anteriormente apostaron por nuevas caídas en el gas. Movimientos similares resultaron en una volatilidad extrema en junio. Las posiciones netas cortas de los fondos de inversión en futuros de gas holandés de referencia aumentaron la semana pasada, después de caer al nivel más bajo desde enero una semana antes, según datos del operador de mercado Intercontinental Exchange.
El repunte de los precios apunta a que todavía hay riesgos para el suministro de gas después de la crisis del año pasado, aunque los inventarios de la región son inusualmente altos para la temporada. Esto proporciona cierta seguridad de que Europa se encamina a los meses de invierno sin grandes riesgos. La demanda industrial de gas sigue deprimida y los recortes sostenidos en la producción son una de las principales razones por las que los precios del gas europeo han caído un 50% este año.
“La destrucción significativa de la demanda ha sido un factor compensatorio clave, pero una reducción en el conjunto global de GNL deja a Europa expuesta a la competencia de precios por cargamentos disponibles en Asia, particularmente ante una demanda estacionalmente más alta el próximo invierno”, dijo Patricio Alvarez, analista de Bloomberg Intelligence.
Los Veintisiete acordaron en 2022, después de que comenzase la guerra rusa en Ucrania, obligarse a cargar los almacenes al 80 % antes del 1 de noviembre de 2022 y al 90 % en esa misma fecha a partir de 2023 por el miedo a que el presidente ruso, Vladímir Putin, cerrase definitivamente el suministro de gas a la UE y el bloque no estuviera preparado. El año pasado, el 90 % se sobrepasó a principios de octubre y, tras un invierno particularmente cálido en Europa, los depósitos se situaban en el 56 % a finales de marzo de 2023, por encima del umbral del 40% que se consideraba crítico en esa fecha para poder recargar sin estrecheces.