La Unión Europea no solo está trabajando para aumentar sus horizontes y convertirse en un actor global importante, que no quede, como hasta ahora, a la estela de Estados Unidos o China. La invasión rusa de Ucrania ha cambiado la mirada de la UE y tanto es así que en Bruselas ya se ha reabierto un debate que parecía tabú: el de la ampliación. En los últimos años solo ha habido dos grandes novedades en este sentido, como fueron la entrada de Croacia, el último país en acceder, en 2013, y la salida del Reino Unido. Los planes, como el mundo, han cambiado, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha asegurado que la UE tiene que estar “preparada” para admitir a nuevos socios en 2030. La pregunta es, ¿lo está?
Corina Stratulat, jefa del programa de Política e Instituciones Europeas y analista senior del European Policy Centre (EPC), explica a 20minutos que la respuesta corta es que “la UE no está preparada para una ampliación” porque una Unión por ejemplo de más de 30 miembros plantea cuestiones de gobernabilidad. “Sobre todo teniendo en cuenta que la población de Ucrania supera los 43 millones de habitantes, frente a los 15 millones de los seis países balcánicos”, matiza. Los dilemas sobre el impacto de los miembros adicionales en los derechos de voto, la eficacia de la toma de decisiones o el presupuesto de la UE, por ejemplo, “pasan a primer plano y hacen difícil contemplar una mayor ampliación de la Unión en su forma actual”.
Resulta excesivo por tanto para los expertos hablar de una ampliación similar a la de 2004, cuando entraron República Checa, Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta y Polonia. Stratulat aclara que “si la UE resolviera sus actuales problemas de capacidad de absorción y elaborara un acervo democrático que le permitiera mantener a todos y cada uno de sus Estados miembros en la línea de las normas y valores democráticos, entonces podría aceptar un nuevo bloque de países de la ampliación”.
Se trata de una cuestión llena de matices, como bien reconoce la analista. “Las entradas individuales de los Balcanes (todos los países pequeños) no serían fáciles, dado que es necesario abrir los Tratados y ratificar la adhesión de ese país en los Estados miembros. Si varios de ellos se adhieren al mismo tiempo, parece más plausible. Luego, si se dejara entrar a Ucrania, probablemente por razones políticas, sería especialmente difícil de absorber dado el tamaño de su población y su condición de Estado en guerra o posguerra”, resume.
Ahora mismo hay procesos de ampliación de todos los colores, dependiendo del país candidato. De todos los candidatos balcánicos a la entrada en la UE hay cuatro con conversaciones abiertas: Serbia, Macedonia del Norte, Albania y Montenegro, siendo este último el país más avanzado en el proceso: del total de 35 capítulos en la actualidad se han iniciado negociaciones sobre treinta y tres, de los cuales tres ya se han cerrado de manera provisional. Con Belgrado la situación es especialmente tensa, por su cercanía con los postulados de Moscú. Mientras, Skopje y Tirana -cuyos procesos son paralelos- han tenido que superar años de vetos y obstáculos.
“El problema es más bien que los Estados miembros tienden a decidir si permiten a los países avanzar (o les niegan esa posibilidad) en la vía de la UE basándose en consideraciones que tienen más que ver con su (propia) política nacional que con el progreso sobre el terreno en estos países, según las normas y condiciones acordadas”, comenta Stratulat, que también ve un problema en que el actual procedimiento de adhesión “no tiene soluciones para las cuestiones espinosas, como las disputas bilaterales, las situaciones de estatalidad no resueltas, la reconciliación, los Estados multiétnicos disfuncionales”.