En medio de la cumbre de la Asamblea General de Naciones Unidas (AGNU) en Nueva York, el presidente de EE.UU., Joe Biden, y su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, se reunieron el miércoles en Nueva York y, tras una conferencia de prensa en común, el mandatario estadounidense se le olvidó estrecharle la mano a su par, hizo un gesto de despedida al público y abandonó el escenario.

Lula, que lo observó y se posicionó para saludarlo, hizo un gesto de furia y salió por el otro extremo de la sala.

No es la primera vez que Biden protagoniza situaciones incómodas. En el pasado hubo otros que lo mostraban perdido en el escenario, confundido en el espacio-tiempo y sobre su propia historia.

En otros episodios, Biden confundió Ucrania con Irak e indicó erróneamente que su hijo murió como soldado de guerra. Otra conducta más notoria de Biden fue un saludo a una persona inexistente que lo convirtió en meme en redes sociales.

De cara a las elecciones presidenciales de Estados Unidos, los demócratas y republicanos padecen un deterioro tan grande que no tienen nada para ofrecer más que un octogenario probablemente senil con un hijo escandaloso y dudoso manejo de la economía (Joe Biden), y un expresidente polémico, con 4 graves acusaciones penales y más extremista que nunca (Donald Trump).

Los innumerables episodios del presidente estadounidense de desorientación y confusión no pasan desapercibidos por el electorado que a Biden no lo creen “mentalmente apto” para ser presidente y lo consideran demasiado viejo para postularse para la reelección y le otorgan bajas calificaciones por el manejo de la economía y otros temas importantes.

¿Por qué conceder de nuevo las riendas del país a un hombre que se desorienta o paraliza en actos públicos?, según los electorados consultados en una reciente encuesta de Wall Street Journal (WSJ).

Conforme a una encuestada, “alguien a la edad de 80 años tiene un alto riesgo de que las cosas le vayan mal física y mentalmente”.