Los acuíferos son embolsamientos de agua subterráneos. Se forman cuando el agua procedente de las precipitaciones, que se ha infiltrado en el subsuelo por poros o grietas de la roca, encuentra un estrato impermeable que la retiene.
El volumen de agua alojada en los acuíferos es un porcentaje muy alto del total de agua existente en el Planeta, más del 30%
El mantenimiento y renovación de los acuíferos depende de mudos factores: de las características físicas y químicas de las formaciones geológicas, de las circunstancias climáticas, de la porosidad de los materiales de superficie, de la densidad del tapiz vegetal, etc. En general, se puede decir que se recargan lentamente.
Según sus circunstancia hidráulicas y estructurales se pueden distinguir tres tipos de acuíferos:
- Libres. Llamados también no confinados o freáticos. Su nivel de agua está por debajo del techo de la formación permeable, es decir, existe una superficie libre en la bolsa del acuífero. La superficie hasta donde llega el agua se denomina superficie freática. Una superficie de su agua suele estar en contacto con el aire y la presión atmosférica. Lo importante es que no tengan encima una capa de material impermeable. Ejemplo:
- Confinados. También denominados cautivos. El agua, sometida a una presión superior a la atmosférica, ocupa toda la cavidad de la formación geológica que lo alberga.
- Semiconfinados. Se pueden considerar un caso particular de los acuíferos cautivos, en los que muro, techo o ambos no son totalmente impermeables, sino que permiten una circulación vertical del agua.
¿Qué nos ofrecen los acuíferos?
- Reserva de agua para casos de necesidad, por ejemplo caso de sequías prolongadas o lugares con escasas precipitaciones.
- Si no se explotan, su volumen de agua no muestra variaciones estacionales significativas (las pérdidas debidas a la evaporación son inapreciables).
- Sus aguas sueles ser de muy buena calidad, pues en su camino hacia el acuífero, generalmente, ha pasado por muchos filtros naturales. De muchos de ellos seria posible el consumo humano del agua sin apenas depuración.
- El aprovechamiento de su agua no suele precisar de grandes infraestructuras por realizarse cerca del acuífero
Los dos grandes peligros que amenazan a los acuíferos son la sobreexplotación y la contaminación. La velocidad de recarga de un acuífero generalmente es muy lenta, por ello hay que realizar una explotación controlada. Esta misma lentitud en la tasa de renovación, hace que, si el acuífero se contamina, necesite largos períodos de tiempo para regenerarse. En las zonas próximas a la costa corren peligro de salinizarse si se explotan más de lo indicado.
También hay que tener en cuenta que una sobre explotación de los acuíferos con la disminución de su nivel freático puede influir sobre fuentes, manantiales, conservación de humedales y otras superficies húmedas, en la dirección del flujo del agua.
A veces, para evitar su deterioro, hay que proceder a recargas artificiales de los acuíferos.
Según datos oficiales, de los 442 acuíferos que hay en España, 51 están sobreexplotados, 39 salinizados en un alto nivel y 28 % afectados gravemente por la contaminación. Casi el sesenta por cien de los poco más de 80 acuíferos en la costa peninsular y Baleares tienen también exceso de sales que se pretende solventar mediante programas de recarga.
Los detríticos son acuíferos en rocas o sedimentos detríticos. Su permeabilidad se debe a la porosidad intergranular. Detríticos son todos los materiales con tamaño de grano de arena: arenas, areniscas, gravas, conglomerados, etc.
Los calcáreos se correspondes con acuíferos en rocas carbonatadas (calizas/dolomías) o bien otro tipo de rocas que presenten diaclasado, fracturación y/o disolución.