A pesar de las distancias geográficas, culturales, institucionales que tenemos con Palestina e Israel, hay elementos en lo que está ocurriendo allá que nos muestran lecciones para nuestro entendimiento del mundo.
1 La realidad no se explica a partir de la propaganda de ninguna organización
A primera vista, podemos ver que tanto israelíes como palestinos tienen narrativas encontradas sobre los orígenes y dinámicas del conflicto, influidas por décadas de disputa y sufrimiento. Pero basta mirar con un poco de profundidad para observar que tanto dentro de Israel como de Palestina, hay posiciones opuestas entre sí. Actualmente el gobierno israelí es dirigido por una coalición ultra conservadora, violentista, que en el campo interno quería dar un golpe de Estado vía la toma del Tribunal Supremo y así evitar el juzgamiento de su líder, Benjamín Netanyahu, por delitos de corrupción, descuidando la seguridad de su población. Y que en el campo externo venía violando el Derecho Internacional al enviar a efectivos militares a proteger a invasores de predios y territorios palestinos y que ahora anuncia un genocidio de la población gazatí pretendiendo el desplazamiento forzado de más de un millón de personas vía un corte del agua y la electricidad, así como los bombardeos de viviendas de civiles y centros de salud, que ya han asesinado a 2215 personas, incluyendo 724 niños y niñas, según datos del Ministerio de Salud de Palestina. Pero también hay ciudadanos y ciudadanas que se han venido oponiendo al autoritarismo de dicha coalición y que no están de acuerdo con el genocidio de la población palestina. Igualmente, dentro de esta población la organización terrorista ultraconservadora Hamas tiene detractores entre las fuerzas democráticas aglutinadas por Al Fatah, quien dirige la Autoridad Nacional Palestina, que ya ha reconocido el derecho de los israelíes a tener un Estado en el territorio que ahora ocupa, salvo la franja de Gaza y Cisjordania, en la margen occidental del río Jordán.
Conociendo estos datos, una persona que valore la vida, la libertad y la justicia podría apoyar al mismo tiempo a la oposición democrática israelí y a la Autoridad Nacional Palestina, como actores que podrían llegar a un acuerdo de coexistencia de dos Estados, sin violencia y con respeto a sus respectivos derechos a existir.
2 Los Estados son imprescindibles para el gobierno de las sociedades
La falta de control efectivo del territorio palestino por un Estado palestino, algo propiciado por el incumplimiento de Israel de los acuerdos de Oslo hace 30 años, ha facilitado el avance de la organización terrorista Hamas, como grupo que para muchos encauza mejor el ánimo de independencia de la ciudadanía palestina. Pero que dificulta una negociación en Gaza que dé paz tanto a su población y a la de Cisjordania, como a la del sur de Israel. Por ende, una paz duradera requiere que Palestina cuente con un Estado democrático reconocido por Israel y toda la comunidad internacional, así como por el conjunto de sus propias poblaciones, sobre la base del respeto de los derechos humanos, incluyendo los de las minorías.
3 La política y sus actores marcan la diferencia, para bien y para mal
Eso requiere de líderes sensatos de organizaciones democráticas, que puedan dar a sus pueblos un presente y un futuro diametralmente distintos de lo que ocurre ahora. ¿Entonces, cómo es posible que mayorías ciudadanas hayan votado por su propio mal ? Por lo que veremos en la siguiente lección.
4 La manipulación de emociones se logra con mentiras que exacerban odios y temores
Tanto en Israel como en Palestina, líderes autoritarios han conseguido importantes votaciones a punta de exacerbar inseguridades. El dicho de que la primera derrotada en una guerra es la verdad vía la deshumanización del “enemigo”, que estamos apreciando con crudeza extrema en noticias falsas que se difunden desde Israel, se aplica también a las guerras políticas. Esto también ocurre en Perú.
5 El diálogo sigue siendo la mejor opción frente a las alternativas violentas
A contrario, los liderazgos que se construyen reconociendo los hechos y buscando la verdad, son capaces de escuchar a los adversarios o a los distintos y tender puentes sobre las diferencias, incluso pese a heridas del pasado. Por ahí va el camino que podría llevar a una paz duradera en territorios que tuvieron períodos de convivencia multiculural y religiosa. En general, en cualquier parte del mundo, también por acá, el liderazgo de una política democrática aleja a las sociedades de las violencias y las conduce por sendas de desarrollo.