El país asiático crece un 1,3% respecto periodo de entre abril y junio por el repunte de las ventas minoristas
La economía china recuperó el impulso en el tercer trimestre del año y creció un 1,3% respecto al trimestre anterior, según datos divulgados este miércoles por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE). La cifra, que sorprende tras un verano aciago en materia económica, supone una aceleración en comparación con el 0,8% registrado entre abril y junio y una mejora con respecto a las previsiones más extendidas, de en torno al 1%. En términos interanuales, el Producto Interior Bruto (PIB) aumentó un 4,9%, también superando los pronósticos de los analistas, que estimaban un avance del 4,4%. La última información económica revelada por el país, que incluye un incremento del consumo interno en septiembre, sugiere que los recientes estímulos aprobados por Pekín podrían tener el empuje suficiente para alcanzar el objetivo de crecimiento anual, fijado por las autoridades en un modesto 5% para el 2023.
China, que puso fin a las restricciones derivadas de la pandemia el pasado diciembre, no ha logrado que la recuperación económica se produzca al ritmo esperado. Aunque el PIB chino creció un 6,3% interanual en el segundo trimestre, dicho repunte –el más rápido en dos años– se atribuyó en gran medida a la baja base comparativa con respecto al mismo periodo de 2022, que estuvo marcado por grandes confinamientos (entre ellos, el del centro financiero del país, Shanghái). Lo mismo ocurre con los datos interanuales del tercer trimestre: entre julio y septiembre del año pasado, China continuaba imponiendo fuertes restricciones, y especialmente en vísperas de la celebración del Congreso del Partido Comunista, que tuvo lugar en octubre de 2022. En este contexto, muchos expertos dudaban que el gigante asiático pudiese cumplir con su meta anual de crecimiento.
No obstante, Sheng Laiyun, subdirector de la ONE, apuntó este miércoles que “solo” se necesita un crecimiento interanual del 4,4% en el cuarto trimestre para lograr el objetivo anual del 5%. De acuerdo la agencia estadística, en el acumulado de los tres primeros trimestres, el PIB chino experimentó un avance del 5,2% interanual, hasta situarse en unos 91,3 billones de yuanes (11,7 billones de euros).
Aun así, el funcionario chino se ha mostrado cauto: “Debemos ser conscientes de que el entorno exterior es cada vez más complejo y difícil, al tiempo que la demanda interna sigue siendo insuficiente”. Desde julio, Pekín ha intentado estabilizar los sectores inmobiliario y bancario y apoyar el mercado bursátil y la divisa china, el yuan, con una serie de políticas macroeconómicas. Sheng también ha recordado que “es preciso consolidar aún más los cimientos de la recuperación y el crecimiento económico”.
La administración Xi lleva años tratando de diversificar la economía y alejarla de la inversión inmobiliaria y la especulación financiera, con el objetivo de que el modelo económico del país se base en un crecimiento más sostenible, sustentado por los servicios al consumidor y la producción de alta tecnología. Sin embargo, la prolongada crisis de la deuda en el sector inmobiliario, que representa casi una cuarta parte de la producción económica de China, ha sido un lastre para el crecimiento del gigante asiático en el último año y medio y ha obstaculizado la actividad en varias industrias.
Insolvencias de promotores
La caída de los precios de la vivienda ha desencadenado una ola de insolvencias entre los promotores inmobiliarios y ha provocado que se paralicen muchas construcciones, una situación que ha hecho perder la confianza a las familias chinas. Con este telón de fondo, la ONE informó hoy de que la inversión en el sector inmobiliario (que representa entre el 20% y 30% de la inversión total del país) se redujo hasta un 9,1% interanual en los nueve primeros meses de este año, una contracción aún mayor con respecto a la registrada en los ocho primeros meses, del 8,8%. El dato contrasta con las inversiones en infraestructuras y capacidad manufacturera, que crecieron en ambos casos un 6,2%.
Según cálculos de Reuters, en septiembre las ventas inmobiliarias por superficie cayeron un 19,77% interanual, un desplome menos acentuado que el de agosto, que se situó en el 23,95%. De acuerdo con una investigación del Instituto Beike de Tianjin, el precio medio de las viviendas ya construidas en un centenar de ciudades ha bajado un 16% desde agosto de 2021. “Hay que vigilar la debilidad inmobiliaria, que requiere más apoyo político. Cabe esperar una mayor relajación de las restricciones, pero los efectos podrían tardar un poco más en materializarse”, declaró a Reuters Zhou Hao, economista de Guotai Junan International.
El Fondo Monetario Internacional rebajó este miércoles sus previsiones de crecimiento para China, alegando que la recuperación “pierde fuelle”, precisamente por la fragilidad del sector inmobiliario. El organismo prevé un avance del PIB del 5% para 2023 y del 4,2% para 2024, una caída en comparación con sus pronósticos anteriores, del 5,2% y el 4,5%, respectivamente.
A pesar de estos nubarrones, la ONE también publicó hoy una serie de datos del mes de septiembre que muestran signos positivos. Las ventas al por menor, uno de los principales indicadores del gasto, crecieron un 5,5%, frente al 4,6% de agosto, mientras que la producción industrial lo hizo en un 4,5%, sin cambios respecto al mes anterior. Por su parte, la tasa global de desempleo urbano se situó en el 5%, por debajo del 5,2% de agosto. China dejó de publicar en agosto las cifras de paro urbano juvenil, cuando este superaba el 21%.
Pero desde Anbound, un laboratorio de ideas independiente citado por el rotativo hongkonés South China Morning Post, apuntan que el repunte económico no será sencillo. “La economía china es un tren extralargo y muy cargado, al que han afectado diversos factores internos y externos, que han provocado que surja una tendencia a la desaceleración”, advierten en un informe. “Debido al enorme tamaño de la economía china, este proceso muestra una fuerte inercia. Una vez que comience la desaceleración, será difícil utilizar políticas para detenerla”, apostillan.