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Economía

El BCE ya prepara el euro digital: qué es, por qué se implantará, y qué riesgos y beneficios traerá

El 1 de noviembre el Banco Central Europeo (BCE) dará inicio a la fase de preparación para emitir el futuro euro digital, que, en palabras de esta institución, será “una forma electrónica de efectivo para un mundo digitalizado”. El objetivo declarado es dar la posibilidad a los consumidores de “utilizar dinero de banco central en formato digital, como complemento de los billetes y las monedas”.
Durante esta preparación, que durará dos años, el BCE procurará “sentar las bases” para una posterior posible emisión. Para ello se elaborarán normas de funcionamiento, se elegirán proveedores que desarrollen su plataforma e infraestructura y se harán pruebas. Solo en una fase posterior y luego de adoptarse un marco legislativo a escala europea, se tomará una decisión sobre su emisión.
“Un euro digital facilitaría la vida de los ciudadanos ofreciendo algo que no existe en la actualidad: un medio de pago digital universalmente aceptado en toda la zona del euro, para los pagos en tiendas, en Internet y de particular a particular. Al igual que el efectivo, un euro digital no tendría riesgos, sería ampliamente accesible, fácil de utilizar y gratuito para sus funciones básicas”, asegura el BCE en su web oficial, que alude también a un refuerzo de la “autonomía estratégica y de la soberanía monetaria” en la eurozona.
Sin embargo, el proyecto del organismo que lidera Christine Lagarde también genera dudas, en el sentido de que todavía no se han aclarado algunas incógnitas. Se desconoce si el euro digital implicará un coste en la privacidad de sus usuarios, si habrá un límite en su tenencia o si un exceso de esta podría afectar la estabilidad del sistema financiero europeo.
Yuanes digitales (imagen referencial) - Sputnik Mundo, 1920, 02.12.2022

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En aras de crear unas bases para su implantación, el Banco de España autorizó ya en enero a la compañía española Monei efectuar una prueba piloto para emitir euros digitales en el país. Con una duración de hasta 12 meses, la prueba en el país ibérico se ha circunscrito a un grupo limitado de personas, usuarias todas de una aplicación gratuita.
Para obtener los euros digitales, para la ocasión bautizados como EURM, las personas escogidas introducen en la aplicación su número de teléfono, donde se verifica su identidad mediante video y cargan el monedero virtual a través de Bizum hasta un máximo de 10 euros reales. Automáticamente, esos euros reales pasan a ser euros digitales, que pueden ser enviados a otros usuarios registrados en la aplicación. Dos cuentas en los bancos BBVA y CaixaBank garantizan la custodia del dinero digital, que puede convertirse de nuevo en dinero físico.

¿Amenazaría la estabilidad financiera?

Uno de los temores expresados es el efecto que podría causar en el sistema financiero una retirada masiva de fondos de los bancos privados para transformarlo en euros digitales, con lo que podría comprometerse la capacidad de conceder créditos a la economía real.
Ante esta hipotética contingencia, el BCE limitará la cantidad que podrá retirar de los depósitos bancarios “incluso en los momentos de crisis”. Pero el organismo todavía no establece cuál podrá ser ese límite.
En cualquier caso, se busca que el euro digital no suponga un mecanismo de inversión, sino solo de pago, punto que comparte el economista y autor Santiago Niño-Becerra. “Yo no creo que la ciudadanía se lance a invertir en monedas digitales, porque la idea es que acabe sustituyendo completamente al dinero fiduciario con soporte material”, explica a Sputnik. En su opinión, las monedas digitales oficiales son “un hecho”, si bien “solo el yuan” está en plena circulación.

“Ya existe la base tecnológica precisa para su existencia. El euro, el dólar, el yen o la libra podrían estar ya en funcionamiento y si no lo están, es por razones políticas: su absoluta e instantánea trazabilidad permitiría saber que una persona compró un helado de fresa a las 17:00 del miércoles 25 de octubre en la heladería Berthillon de París, y eso hay que venderlo a la opinión pública”, asegura este catedrático emérito de Estructura Económica de la Universidad Ramón Llull de Barcelona (URL).

En principio, tampoco cabe pensar en un uso especulativo. “Como las tarjetas bancarias y Bizum, el euro digital será solo un medio de pago y un medio de pago es la forma de movilizar el dinero”, explica a Sputnik M. C. Carpintero, consultor bancario independiente que niega tal uso, pues “mantendrá la paridad con el euro”. “Y tampoco será un refugio para el dinero negro”, subraya.

Ventajas, riesgos y papel de la banca privada

“El euro digital no tendría por qué colisionar con el dinero físico, de hecho, ya conviven con él las cuentas corrientes, que son dinero en sí”, argumenta a Sputnik Daniel Albarracín, profesor del departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla (US).
Las transacciones mediante aplicaciones para teléfonos celulares son frecuentes desde hace unos años y “ya ha habido experiencias con monedas digitales en otros países”, recuerda Albarracín. Con el futuro método de pago, se incrementará el control sobre los negocios no declarados. “El euro digital perjudicará a los tramposos”, sostiene por su parte Carpintero.

“Para mí es obvio que Europa quiere matar el billete. Porque si no hay dinero en efectivo, no hay economía sumergida”, afirma M.C. Carpintero.

Cabe resaltar la mayor simplicidad de la administración de una moneda digital, explica Niño-Becerra. “De entrada, es infinitamente más barata al no tener soporte físico y además, —añade—, con ella es mucho más sencillo aumentar o disminuir la oferta monetaria: es posible conocer el número de billetes de 100 euros que se han impreso porque existen registros, incluso es posible estimar el número de los que se hallan en circulación”.
Rublos - Sputnik Mundo, 1920, 30.07.2023

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Muchos se preguntan por la situación en la que quedará la banca privada frente al euro digital. En teoría, entraría en competencia existencial con él, y su papel, en palabras de Niño-Becerra, “prácticamente se esfumaría”. Es decir, si la futura aplicación permitirá interactuar directamente con el emisor (el BCE) del euro digital, entonces no harán falta los intermediarios financieros (la banca privada).
“Esto generaba una catarata de problemas, que se han resuelto introduciendo en el esquema a los bancos actuales. Por eso, pienso, el euro digital va a acelerar la concentración bancaria y la oligopolización del sector”, advierte este economista.
A la ciudadanía de la eurozona no le quedará más remedio que adaptarse dentro de unos años a la nueva realidad, dominada por un “monedero digital” que a primera vista chocará con la impresión que se tiene de que el dinero son los billetes y tarjetas que se llevan en el bolsillo, o el que está en el banco.

“Son barreras que los gobiernos deberán sortear”, admite Niño-Becerra, para quien el euro digital entraña un “argumento de peso” para lograr tal fin: “La práctica imposibilidad de falsificar una moneda digital”.

Privacidad, uso ‘offline’ y ciberataques

Los recelos ante la adopción del euro digital atienden también a la privacidad. El BCE asegura que el Eurosistema “no tiene interés comercial en los datos personales de los pagos ni en compartirlos con terceros”, por lo que no habría acceso a la información privada ni a su almacenaje.
“Habrá quien recele porque el euro digital facilitará la trazabilidad de las transacciones, y como puede haber gente que esté en contra de que le rastreen su dinero, será un tema controvertido”, señala Daniel Albarracín, que destaca, no obstante, el efecto positivo que “una mayor transparencia en las transacciones” tendrá en la fiscalidad.
Un empresario negocia en una plataforma Binance (imagen referencial) - Sputnik Mundo, 1920, 13.08.2023

Economía

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Está previsto que el euro digital funcione también sin conexión a Internet, supuesto en el que solo el ordenante y el beneficiario conocerían la información del pago, minimizándose, por tanto, el procesamiento de datos personales. Para las personas mayores, con limitaciones funcionales o desconocimiento de la tecnología digital, se planea habilitar en las entidades públicas (como las oficinas de correos, por ejemplo) un servicio gratuito de apoyo presencial para garantizar el acceso a las funcionalidades básicas del euro digital.
“Lo más interesante del modelo es saber cómo va a funcionar el offline, cuando no hay conexión”, señala Carpintero, que pone el ejemplo de comprar una barra de pan en una aldea remota sin cobertura.
“La transacción no podrá ser registrada, pero el sistema sabrá que yo me he gastado un euro. Puede ser que las aplicaciones se comuniquen entre sí o que, temporalmente, mientras no haya conexión, el sistema dé un crédito para hacer unas compras determinadas. Cuando vuelva a haber conexión, el Banco Central detectará que falta un euro y que hay una deuda. Es decir, podrá asumir deudas pequeñas y hacer que funcione bien el sistema”.
Por otro lado, dada la naturaleza en tanto de ser una infraestructura digital, ¿podría esta divisa ser objetivos de ciberataques? Existe tal riesgo, aunque el BCE afirma que en su diseño se emplearán “las últimas tecnologías para crear un entorno ciberresiliente y preparado para el futuro”.

Diferencias con las criptomonedas

La diferencia es muy clara: el euro digital está respaldado por los bancos centrales y las criptomonedas no. Al respecto, el BCE recuerda que estas entidades “tienen el mandato de mantener el valor del dinero, con independencia de su forma física o digital”. En contraste, no existen organismos que se responsabilicen de los criptoactivos, por lo que sus tenedores tienen más difícil hacer valer sus derechos.
“Las criptomonedas no sirven como medio de pago en muchos casos, no puedes ir a una panadería a pagar con bitcoins, pues la transacción tarda mucho en confirmarse”, explica M.C. Carpintero, que recuerda que la tecnología en que están basadas (BTC, bases de datos descentralizadas) dan “mucha seguridad”, pero la ejecución de la transacción es lenta. “Eso hace que las criptomonedas sean, de momento, inviables para el menudeo”, subraya.
En otro sentido, las criptomonedas pueden también ejercer de refugio para el dinero negro, aspecto del que difieren de la divisa digital. “En principio, el euro digital es un método de pago alternativo y no tiene nada que ver con criptomonedas como el bitcoin ni nada por el estilo con el que especular”, concluye Albarracín.

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