Benjamín Netanyahu regresó por segunda vez al poder como primer ministro de Israel en 2009, tres años después de que el movimiento Hamás fuera elegido para gobernar la Franja de Gaza. Aunque desde el principio ambos prometieron destruirse mutuamente, en estos 15 años lo que se ha producido es una “extraña” coexistencia, en la que cada parte ha encontrado a la otra útil para llevar a cabo sus propios fines, sostiene The Washington Post.
Mantener a la población palestina dividida
Desde que Netanyahu subió al poder, adoptó la estrategia de no alterar el statu quo de una población palestina dividida, dejando que Hamás gobernara Gaza y la Autoridad Nacional Palestina tomara el poder en Cisjordania, e impidiendo cualquier atisbo de reconciliación entre ambos territorios, escribe el periódico.
Esta división sirvió a los propósitos de Netanyahu de oponerse a una solución negociada del conflicto basada en dos Estados, al dificultar la capacidad de los palestinos para oponerse a la ocupación israelí. “Sin un liderazgo unificado, Netanyahu pudo decir que no podía avanzar con las negociaciones de paz, ya que no hay nadie con quien hablar”, sostiene Dahlia Scheindlin, analista política israelí.
Durante sus años de mandato, Netanyahu aprobó varias medidas para aliviar las presiones sobre Hamás. “En los últimos 10 años, Netanyahu trabajó para bloquear cualquier intento de acabar con Hamás en Gaza”, asegura el historiador israelí Adam Raz, que ha realizado un estudio sobre la relación entre el primer ministro y el grupo palestino.
Las ventajas se hicieron evidentes para ambos gobiernos, y mientras crecía el poder de Hamás y la esperanza de que se estaba convirtiendo en un gobierno centrado en la construcción de Gaza y no en la guerra, los israelíes también empezaron a aplaudir los avances en las relaciones con los países árabes vecinos que parecían dispuestos a construir lazos más fuertes con la nación hebrea.
Gobiernos amenazados
Expertos aseguran que la codependencia entre ambos poderes ha provocado que el posible final de uno traerá irremediablemente el final del otro. “Es una extraña alianza que ha seguido su curso”, afirma Raz. “Hamás no gobernará Gaza, y creo que podemos asumir que Netanyahu se acerca al final de su carrera política”, pronostica.
Desde el inicio de la guerra entre Hamás e Israel, tras el ataque del movimiento palestino al país hebreo el pasado 7 de octubre, la codependencia de ambos poderes se ha visto amenazada, enfrentándose tanto Hamás como Netanyahu a la desaprobación pública en cada uno de sus territorios.
Aunque calibrar el apoyo a Hamás en Gaza es difícil, algunos palestinos, han criticado públicamente a Hamás por el ataque de octubre, que ha dejado a los civiles expuestos a la embestida militar.Asimismo, Netanyahu hace frente a un descontento público sin precedentes por su incapacidad para prevenir el ataque y por una respuesta desordenada del gobierno tras el mismo. Según las encuestas, el 75 % de los israelíes pide que el mandatario dimita ahora o que sea sustituido cuando cesen los combates.