Para los cristianos se ha iniciado el tiempo de preparación de la celebración de la Navidad, en que se celebra el milagro de que Dios se encarnó en un niño en un pequeño pueblo, Belén, que hoy se encuentra en territorio palestino. Por ello el mensaje que se ha leído en los templos católicos es “Preparemos el camino del Señor, allanemos sus senderos”, al comienzo del Evangelio de Marcos.
Por lo que una pregunta que resulta de este contexto es: ¿cómo preparar ese camino en medio de una crisis de seguridad, otra crisis climática, una crisis económica especialmente intensa en lo alimentario (57% de personas indican dificultades para comer en los recientes tres meses) y una crisis de las instituciones políticas y jurídicas que bloquean la atención a las tres primeras ?
Siempre ayuda estar atentos a los signos de los tiempos. Que nos muestran que el origen de los males peruanos es una cooptación mafiosa del Estado para favorecer intereses particulares, que hasta el mes pasado operaban con total impunidad al tener entre sus agentes a la titular del órgano encargado de perseguir delitos, el Ministerio Público. Pero también son signos las reacciones desde las instituciones de justicia peruanas, que aunque minoritarias, nos señalan que hay margen para el cumplimiento del deber, como lo detallamos en una edición anterior de esta columna[1] . Igualmente, son signos de los tiempos las protestas ciudadanas que en varias ciudades peruanas han recordado a los compatriotas asesinados por fuerzas del orden bajo el mando supremo de Dina Boluarte y han rechazado su intento de mantener apoyo del fujimorismo vía la liberación antijurídica del dictador condenado por asesinato y saqueo del Estado, Alberto Fujimori[2].
Sobre este acto, que ha puesto a Perú al mismo nivel que Venezuela y Nicaragua, dictaduras abiertas cuyos gobiernos se han puesto al margen del sistema internacional de derechos humanos, cabe recordar que la misericordia no debe confundirse con la impunidad. Pues al igual que en la dictadura nicaragüense, los adeptos al dictador han arremetido contra el Cardenal Barreto por haber este declarado que “un indulto como el que se ha dado es como una cachetada al país”. Por el contrario, a quienes les debemos misericordia es a las víctimas, las de la dictadura de Fujimori y las del régimen actual. Ello implica acompañarlas, especialmente en el sur andino, buscando reparar las heridas mediante gestos concretos de reconocimiento de la verdad. Más aún en el contexto del 75 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que al mismo tiempo que declaró que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, proclamó que “deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.[3]
Por ello, resulta pertinente el comunicado de la Mesa de Movimientos Laicales, que nos invita a esperar “en este tiempo de Adviento … que el nacimiento del Salvador nos acerque a un tiempo de renovación en el que la acción política se oriente al bien común y no a la defensa de oscuros intereses de mafias corporativas.” En línea con el mensaje del apóstol Pedro leído en los templos cristianos: “esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habite la justicia” (2 P 3,13).
Además de una mayor apertura al compromiso político o ciudadano en ese sentido, también podemos esperar una tierra nueva con justicia, acogiendo generosamente los llamados de apoyo que en estos tiempos se nos hacen para dar momentos de alegría a niños y niñas en situaciones de pobreza. Reservar parte de nuestros ingresos y tiempos para compartirlos con ellos y ellas nos ayudará a conectar con la fraternidad concreta que nos prepara para la Navidad y construye un mejor país.
[1] ¿Qué nos dejan los servidores que cumplen su deber en medio de la crisis política? (pagina3.pe)
[2] Centenares de peruanos protestan contra Boluarte en el aniversario de su mandato – Infobae
