La inflación se moderó en noviembre en Estados Unidos, pero se resiste a bajar del 3%
Los precios subieron a un ritmo interanual del 3,1% pese al respiro por el abaratamiento de la gasolina
La hoja de ruta se mantiene. La inflación se ha enfriado el último año y medio, pero la estabilidad de precios se resiste. Los precios subieron en Estados Unidos un 3,1% en los últimos 12 meses, según el dato de inflación de noviembre publicado este martes por la Oficina de Estadísticas Laborales, una décima menos que el mes anterior. La inflación subyacente, que excluye la energía y la compra de alimentos, está aún en el 4%. Las cifras se publican el mismo día en que el comité de política monetaria de la Reserva Federal empieza una reunión de dos días sobre los tipos de interés. Se espera que los mantenga en el 5,25%-5,5%, que es su nivel más alto desde marzo de 2001.
Los precios de la energía han caído un 5,4% en el último año, gracias sobre todo al abaratamiento de la gasolina, del 9,8%. La subida de la comida se ha moderado también, sobre todo la de los alimentos para el consumo en el hogar, que se han encarecido un 1,7% en los últimos 12 meses, mientras que el precio de comer fuera de casa sube a una tasa del 5,3%.
En octubre, la subida mensual de los precios fue del 0,1%. El índice de la vivienda siguió subiendo en noviembre, compensando el descenso del índice de la gasolina. El índice de energía cayó un 2,3% durante el mes, gracias al descenso del 6,0% en la gasolina. La inflación subyacente subió un 0,3% mensual en noviembre y se sitúa en el citado 4%, una cifra que duplica el objetivo de estabilidad de precios, del 2%.
La inflación lleva sin situarse por debajo del 3% en Estados Unidos desde marzo de 2021. La recuperación de la demanda tras la pandemia, con una política fiscal y monetaria expansiva, y los problemas de oferta, con los atascos en la cadena de suministros y las dificultades para recuperar el ritmo de actividad, hicieron subir los precios. La situación se agravó con la guerra de Ucrania, que encareció el petróleo, los alimentos y otras materias primas. La inflación marcó un máximo del 9,1% en junio de 2022, la más alta en cuatro décadas, lo que ha hecho calar entre los estadounidenses la idea de que la economía va mal, a pesar de la fuerte creación de empleo, la resistencia del crecimiento y las multimillonarias inversiones atraídas.
Desde ese máximo de mediados de 2022, la inflación estuvo bajando 12 meses de forma ininterrumpida hasta el 3,0% de junio pasado. El repunte de la gasolina hizo que los precios acelerasen de nuevo su marcha en agosto y septiembre, para frenar de nuevo al 3,2% en octubre.
El tramo final hasta el objetivo del 2% es el que se muestra más complicado para los responsables de la política monetaria, que llevan más de un año tratando de lograr el ansiado aterrizaje suave de la economía: controlar los precios sin meter a la economía en una recesión en toda regla.
La Reserva Federal no ha vuelto a subir los tipos desde julio, pero ha conseguido mantener al mercado en tensión con sus reiteradas advertencias de que está dispuesto a subir los tipos si la inflación no cede hasta el objetivo del 2%. Aunque es posible que Powell reitere este miércoles ese mensaje, el mercado empieza a creer que va un poco de farol. Mantener abierta esa opción le permite esquivar la pregunta sobre las bajadas, pero es en eso en lo que está centrado el mercado.
Este miércoles, además de la decisión sobre tipos (hay práctica unanimidad en que no los moverá), la Reserva Federal publicará las estimaciones de los miembros de su comité de política monetaria sobre dónde se situará el precio del dinero a finales de 2024, 2025 y 2026. Los inversores están centrados en ver qué ritmo de rebaja de tipos anticipa el banco central, aunque se trata de una mera previsión que no los compromete a nada. De hecho, con frecuencia se equivocan al pronosticar lo que van a hacer.