Por Revista Ideele N°299.
Si grupos de poder hablan mal de un economista, es porque este economista está diciendo la verdad.
Apenas seis días antes de la segunda vuelta electoral y desde Cuaderno de Economía, mi video columna en LaMula, liberé una frase que me costó un fortísimo griterío por parte de colegas.
“A propósito del aumento del dólar así como hubo un ‘club de la construcción’, existe un ‘club del dólar’”, fue lo que indiqué.
Un vicepresidente de tesorería de una sólida institución a la que asesoré en el pasado, me confesó que sus trader u operadores le advirtieron respecto a mí: “no lo vuelvas a contratar como consultor”.
El club
El mercado de créditos y depósitos local registra un diseño oligopolístico de negocio donde cuatro operadores o actores -en términos locales- concentran, según el regulador, cuatro quintos de las colocaciones y los depósitos.
Si trasladamos este diseño y estrategia de negocio a la economía real, hallamos empresas con la misma vocación monopolística y hasta monopsónica.
Un espíritu libre y con capacidad crítica desprende de qué son capaces estos “socios” casi “vitalicios” de estos clubes con la gama de precios, cotizaciones, tarifas, valorizaciones, ticket promedio, participaciones, costos, márgenes, etc., tanto de activos financieros como de productos y hasta de servicios.
Humberto Campodónico –en una entrevista con La República- habló a propósito del balón de gas y ante el ciclo alcista de precios, cómo tres o cuatro envasadoras presionaron [y presionan] el precio de la bombona; hasta indicó cómo fueron sancionadas en el pasado por colusión de precios: lo mismo que un monopolio de cadenas de farmacias que en el pasado, mails de por medio, decidían sobre el precio de medicamentos.
Si añadimos, además, un par de economistas o consultoras [las de siempre, “caseras” de grandes grupos empresariales] que “pronostican” –osadamente, con pánico y sin sangre en la cara y sin modelo econométrico de estimación- un número duro alrededor del tipo de cambio; bien, si ello ocurre el dólar destaca como “arma de destrucción masiva financiera y política”.
El dólar
La prensa local no es muy sólida al ingresar en terrenos de tipo de cambio y de finanzas, y más bien esquiva estos asuntos limitándose a la difusión de miedos según cante el candidato o candidata [de derechas] y la sólida institución, fondo o firma gestora de activos que les factura mensualmente por publicidad.
No obstante dibujaremos lo que pasó.
Estados Unidos, invierno boreal: el presidente demócrata de la economía más grande del planeta –Joseph “Joe” Biden- diseñó un plan fiscal de alrededor de US$ 4 billones para mitigación por la COVID 19 que contempló –para el cierre del primer trimestre del 2021- un programa de bonos familiares universales, gasto de infraestructura, reformas tributarias y empleo.
El efecto de transmisión se dio sobre la inflación y –simultáneamente y en el proceso- debilidad y fortaleza sobre el dólar, pues lo hecho por Biden tenía nombre propio: empleo.
Lo del dólar es global. Y llegó a nuestras orillas -a inicios del segundo trimestre- en un momento “incómodo” para las derechas locales: cuando un maestro de escuela rural pública y de izquierdas apareció –disruptor- en las encuestas y de cara al balotaje del 6 de junio.
Las derechas acostumbradas a los jugosos maletines con dólares, o a las entregas en efectivo -sin declarar al fisco- se encontraron desencajadas; tanto así que tras la segunda vuelta anunciaron un presunto fraude que nunca se probó y que felizmente es historia pasada.
Naranja mecánica
La mecánica del dólar preelectoral ata de presiones al alza, sea o no el candidato que destaque de derechas o izquierdas.
Pero en el caso del profesor Pedro Castillo, hubo “un tratamiento especial”, y no hablamos solamente del sector que perdió [el fujimorismo naranja] sino de sus “periféricos”: una prensa gestora, economistas gestores y el “club”.
La trayectoria de las últimas 52 semanas, de acuerdo con el forex en línea de Lima, ató de 3,5175 enteros por dólar de los Estados Unidos hasta los 4,1234 enteros por dólar de los Estados Unidos como techo durante los negocios del 26 de agosto; cerrando el día en 4,0721 unidades por el billete de Ben Franklin.
La prensa gestora se limitó a hablar de “agentes del mercado”, que “ante la incertidumbre política se protegen de esta a través de adquisiciones de dólares provocando una subida del dólar”.
Tras el 28 de julio, el nuevo Gobierno –no obstante los magníficos esfuerzos del titular del Ministerio de Economía y Finanzas [MEF] Pedro Francke de enviar todas las señales posibles a los “agentes del mercado” para tranquilizarlos- tampoco ayudó respecto al hábitat político nombrando ministros –salvo Francke, Aníbal Torres, Quispe Apaza y Anahí Durand- con poca solvencia moral y técnica.
El dólar alcista decantó entonces en una formación de precios que –a julio y según el ente rector de la estadística nacional para la métrica de los doce últimos meses- registra una inflación del 3,81% interanual; por encima del rango meta del BCR de entre 1% a 3%.
Es una inflación “importada” o por costos, lo que hace más predecible la convergencia a rangos de estabilidad; sobre todo ahora con un incremento en la tasa de referencia de corto plazo del BCR en 25 básicos hasta 0,5%.
Evidencias
Así como los astrónomos detectan una estrella a años luz de la Tierra por el rastro que deja los economistas trazamos el derrotero que dejan monopolios, oligopolios, sólidas instituciones, fondos y firmas gestoras de activos; así como determinados patrimonios familiares, sean megaricos o no.
Las sólidas instituciones, fondos abiertos o cerrados, firmas gestoras de activos explican en gran parte en contradanza con sus “clientes estrella” –los patrimonios, muchos de ellos ociosos por no generar trabajo por generaciones como dice Thomas Piketty– la presión al alza del cruce sol versus dólar de los Estados Unidos. Es posible que los patrimonios familiares hayan vendido los activos más líquidos para trasladar su posición al exterior, sin embargo quedan los menos líquidos: casas, terrenos, edificios, maquinarias, equipo, fábricas, arte, vehículos, etc. Y estos precisan de un dólar con señal alcista para obtener un beneficio jugoso.
Qué mejor forma de tomar posición larga para permitir que el tipo de cambio se fortalezca, y así obtener mejores resultados; y quién mejor que una mesa de tesorería para ello.
Agregamos una prensa que difundió –por ejemplo- aquella noticia de los US$ 13 mil o US$ 14 mil millones resultado de una presunta “fuga de capitales” que no sólo no se probó, sino que medios de economía y negocios difundieron sin mayor trazado de datos alguno en julio.
El dato. De acuerdo con el BCR, a julio del 2021 la variación negativa interanual golpeó a depósitos a plazo y CTS así como fondos mutuos en renta fija -soles y dólares- anotando alrededor de US$ 4.415,58 millones. Si de esta cifra, el 30% está expresada en dólares como advierte el BCR, tenemos que la liquidez de privados se redujo en US$ 1.324,67 millones entre julio del 2021 y julio del 2020.
Dice el BCR, “El incremento mensual de la liquidez se explicó por el aumento de los depósitos del público en 0,9% y del circulante en 4,7%, este último debido a factores estacionales”[1].
Sigamos. Si añadimos, además, un par de economistas o consultoras [las de siempre, “caseras” de grandes grupos empresariales] que “pronostican” –osadamente, con pánico y sin sangre en la cara y sin modelo econométrico de estimación- un número duro alrededor del tipo de cambio; bien, si ello ocurre el dólar destaca como “arma de destrucción masiva financiera y política”.
Y que a través de su efecto de transmisión sobre la inflación local, ataca a las y los más pobres de esta economía; pero al mismo tiempo puede defender intereses de grupos de poder económicos y políticos.
En ministro Francke –insistimos- puede enviar todas las señales a estos “clubes del dólar”: reunión con banqueros extranjeros, con gremios, con agroindustriales, con Julio Velarde del BCR; insistir –desde el MEF- con la estabilidad macroeconómica, la consolidación fiscal, la regla fiscal, la estabilidad monetaria, reservas según el BCR de US$ 73,8 mil millones [agosto], posición de cambio también vía BCR de US$ 58,2 mil millones [julio], prolongación de la vacunación, etc.
Puede porfiar el titular del MEF con todo ello y más; pero si “el club” no quiere, pues no quiere.
¿Por qué? porque el dólar, esa divisa, es –a veces- un arma política; y ya dijimos a quién ataca.
FIN