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Economía

Intermediarios encarecen hasta 300% precios de bienes agrícolas

Ciudad de México. La mayoría de los productos agrícolas se encarecen más de 100 por ciento del campo a la mesa de los consumidores; sin embargo, hay algunos cuyo precio se incrementa hasta 300 por ciento, dado que en el camino, intermediarios pagan bajos precios a los productores, mercancía que después es adquirida por grandes cadenas comerciales que la ofrecen a las familias a costos elevados, quedándose con los mayores márgenes de ganancia.

Un reporte del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA) denominado Márgenes de comercialización de productos hortofrutícolas y pecuarios, indica que en la parte final de este año los vendedores de naranja en Veracruz obtuvieron 5.40 pesos por cada kilogramo de la fruta; en tanto, el consumidor final pagó 21.4 pesos, es decir, una diferencia de 302 por ciento.

Al observar a detalle el camino de la fruta, se obtiene que el mayor margen de ganancias se queda en la parte final, es decir, en quien ofrece el producto directamente a las familias, que son principalmente las grandes cadenas de autoservicio.

Según el reporte, el productor de naranja vendió su producto en 5.4 pesos el kilo; en la central de abasto, fue vendido al mayoreo en 6.30 y al medio mayoreo en 7 pesos; dichos precios son cubiertos por las grandes cadenas de autoservicio, que al final ponen a la venta el producto al menudeo a un precio de 21.4 pesos por kilo, es decir, al cuádruple del costo que pagaron en la central de abastos.

Campesinos asumen riesgos

Dicha dinámica, según se observa en el reporte de GCMA, se repite con prácticamente cualquier alimento agrícola de necesidad básica para la población mexicana.

Por ejemplo, en el caso del limón con semilla, los productores de Michoacán vendieron el kilogramo en 15.50 pesos y en la central de abasto se ofertó en 22.5 pesos al mayoreo y en 23.79 pesos al medio mayoreo, en tanto, el consumidor lo compró en tiendas de autoservicio en 45.20 pesos, es decir, en el trayecto se encareció 224 por ciento, quedándose la mayor parte de la ganancia en la parte final de la cadena de distribución.

En este proceso, los productores se arriesgan a tener una mala cosecha, lo que muchas veces depende del clima; luego los primeros intermediarios se exponen a transportar los productos hasta las centrales de abasto, mientras las grandes cadenas comerciales usan sus mecanismo de logística para distribuirlos por las diferentes ciudades. En este proceso, los campesinos son los que se quedan con las menores ganancias, pero muchas veces los que asumen el mayor riesgo.

Otros casos relevantes son, primero, el del jitomate saladette, que del campo a la mesa de los consumidores se encarece 198 por ciento, la papa blanca, 191 por ciento; el aguacate, 184; el plátano, 174; la cebolla, 170; la zanahoria, 143; la manzana, 121, y el chile jalapeño, 113 por ciento, entre otros.

En tanto, los que menores variaciones presentan en el proceso son: pollo, 57 por ciento; carne de cerdo, 53 por ciento; huevo blanco, 46 por ciento, y el bistec de res, 15 por ciento.

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