Además de la influencia de la pandemia y de factores sociales, la hiperexigencia, los vínculos “light” y la precariedad del mundo actual han llevado a millones de personas a este estado. Cómo enfrentar este trastorno emocional y frenar su avance, según los expertos
Tristeza profunda, abatimiento, desesperanza son sentimientos que se han apoderado de millones de personas en el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que al menos 280 millones padecen de depresión, un 18 % más que hace una década, lo que evidencia un alarmante crecimiento. La entidad afirma que si bien es un trastorno común, es grave y puede llevar al suicidio.
En el día mundial de este trastorno, cabe preguntarse ¿a qué se debe su alarmante aumento? Además de los acontecimientos vitales traumáticos, tales como la muerte de un ser querido o el diagnóstico de una enfermedad grave, hay otros muchos factores de riesgo para la depresión que no son tan conocidos, aunque no por eso dejan de ser importantes: problemas sociales, genéticos, personales y existenciales que inciden en este incremento.
Qué es la depresión
La doctora María Eugenia Rojas (MN 134368), coordinadora de la Unidad de Trastornos Afectivos del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires describió este trastorno a Infobae en una nota reciente: “Depresión es un término utilizado en el ámbito de la salud mental para describir un trastorno del estado de ánimo caracterizado por una persistente sensación de tristeza, pérdida de interés o placer en las actividades cotidianas; cambios en el apetito o peso; dificultades para dormir o hacerlo en exceso; agitación, letargo y fatiga; sentimientos de inutilidad o culpa; problemas para concentrarse, y, en casos más graves, pensamientos de muerte o suicidio. La depresión es una condición clínica que afecta la calidad de vida y el funcionamiento diario de una persona”.
A su vez, el doctor Oscar A. Paulucci, psicoanalista, médico especialista en Psiquiatría, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) expresó a Infobae: “El término depresión no me atrae mucho porque incluye desde la tristeza, el abatimiento y el dolor frente a un duelo hasta cuadros que ubicamos en el campo de la psicosis – psicosis maníaco depresiva. La noción de trastorno del manual clasificatorio DSM tiende a borrar las diferencias estructurales entre neurosis y psicosis y patologizar y medicalizar el sufrimiento humano, la tristeza y la angustia”.
Por su parte, la licenciada en Psicología Cynthia Zaiatz (MN 60.105. MP 96.892), jefa del servicio de Salud Mental del Sanatorio Modelo de Caseros, expresó a Infobae que generalmente, el médico diagnostica la depresión basándose en los síntomas. “Para facilitar la distinción entre depresión y los cambios normales del estado de ánimo, los profesionales determinan si los indicios están causando una angustia significativa a la persona afectada o menoscaban de manera importante su capacidad para desenvolverse. La existencia de antecedentes personales o familiares de depresión ayuda a confirmar el diagnóstico”.
La gravedad de la depresión puede ir desde episodios de tristeza leves y temporales hasta cuadros de depresión persistente y grave, afirma la Clínica Mayo: “La depresión clínica es la forma más grave de depresión y también se la denomina ‘depresión mayor’ o ‘trastorno depresivo mayor’”.
La licenciada Zaiatz agregó: “La depresión mayor puede comenzar a cualquier edad. Sin embargo, en promedio el inicio es a los 30 años. Además, las personas con depresión tienen dos o tres veces más posibilidades, que una sana, de desarrollar una discapacidad social, debido a que las relaciones que establecen son inseguras, menos activas y más pobres”.
Según la OMS, “La depresión y los trastornos mentales asociados pueden tener un efecto profundo en todos los aspectos de la vida, incluido el rendimiento escolar, la productividad en el trabajo, las relaciones con familiares y amigos y la capacidad de participar en la comunidad. Las investigaciones también muestran fuertes relaciones entre la depresión y la salud física, incluida la tuberculosis y las enfermedades cardiovasculares”. El problema es que en los últimos 20 años se incrementó de forma alarmante y especialmente entre los jóvenes: las personas entre 20 y 30 años han sido las principales víctimas y el grupo entre quienes las enfermedades de salud mental han crecido más.
Por qué aumentó la depresión
Para citar una causa muy reciente, la pandemia fue uno de los mayores impactos en la salud mental de la historia actual. Según un informe científico publicado por la OMS, en el primer año de la pandemia por COVID-19, la prevalencia mundial de la ansiedad y la depresión aumentó un 25%.
“Una de las principales causas de ese aumento fue el estrés sin precedentes ocasionado por el aislamiento social debido a la pandemia. A ello se sumaron las limitaciones de la capacidad de las personas para trabajar, dar ayuda a sus seres queridos y participar en la vida de sus comunidades. Entre los factores de estrés causantes de ansiedad y depresión también se han mencionado la soledad, el miedo a contagiarse, sufrir y morir, o a que los seres queridos corran esa suerte, el dolor provocado por la pérdida de seres queridos y las preocupaciones económicas”, detalló la entidad.
Según el doctor Paulucci, las causas por las que ha aumentado la depresión son amplias: “El hombre tiene cada vez menos un lugar seguro en el mundo, vive en un estado de precariedad: guerras, migraciones forzadas, inestabilidad laboral y afectiva creciente. El lugar en el Otro está amenazado de perderse; los lazos sociales y amorosos se tornan evanescentes”.
Y continuó: “Existe además un imperativo superyoico de éxito, de consumo, de goce ilimitado. Esto nos lleva a exigirnos cada vez más. Y esa exigencia, que siempre es creciente, conduce a la persona a la insatisfacción, a la tristeza, al abatimiento, a la desesperación, a sentirse sin recursos. Al quedar ‘en menos’ tiene esa sensación de pesar y puede llegar a perder las ganas de vivir. Entre el ‘hay que’ y lo que ‘yo quiero’ existe muy poco espacio y ese es el espacio del deseo al que se renuncia”.
El médico señaló que a la vez, existe una obsolescencia de los objetos, “como ocurre con el celular, que enseguida queda desactualizado, eso también sucede con las personas, que rápidamente entran en el circuito de las sustituciones. El sujeto tiene una obsolescencia y puede ser reemplazado. Así, la vejez es descalificada, despreciándose la sabiduría de la experiencia; el mundo pertenece a un ideal de juventud sin límites”. Pero ellos, afirmó el experto, se sienten exigidos al máximo, a hacer lo imposible. “Como dice el lema de una marca: ‘Nada es imposible’. Hay un imperativo de lograr cada vez más. Y esto va acompañado de un consumo desenfrenado con la ilusión de goce pleno. Es un elemento que hace que las adicciones se incrementen de un modo alarmante”, advirtió el psiquiatra y añadió: “Se tolera poco la tristeza, y queda poco espacio para los duelos. La frase es siempre ‘Hay que seguir adelante’”.
Otro factor a tener en cuenta en estos estados de tristeza y abatimiento es, según Paulucci, la laxitud de los vínculos. “Estos son cada vez más sustituibles. Las relaciones se terminan por Whatsapp o se es cancelado en Instagram. Aparece la rápida sustitución por otra persona y no hay espacio para la elaboración de las pérdidas”.
También mencionó el médico a la existencia de un ‘autismo generalizado’, “es cuando se toma el celular para ver los mensajes mientras se está con otra persona. En esta situación se está valorando otra escena, no donde la persona se encuentra. A su vez, existe un narcisismo que lleva a sacarse selfis para enviar a otras personas, que a su vez, se dirigen a otra escena. Esta exaltación voyeurista y exhibicionista se da en modo creciente y así el sujeto siempre se encuentra en otra escena de la que habita en forma presencial”, destacó el especialista.
Factores de riesgo
La depresión tiene su origen en una combinación de factores como así también patrones de pensamiento pesimistas y eventos estresantes en la vida de la persona. Estos factores interactúan y pueden llevar al desarrollo de la depresión. Algunos de ellos son:
– Factores sociodemográficos: según la OMS, La depresión puede afectar a cualquiera, sin embargo, las mujeres son más propensas a sufrir esta afección que los hombres. “Este trastorno, tanto en adolescentes como en adultos, es dos veces más frecuente en mujeres que en varones. El riesgo de desarrollar depresión en ellas se encuentra entre el 10% y 25% y para ellos entre el 5% y 12% de la población mundial”, expresó Zaiatz.
– Factores genéticos: la tendencia a la depresión puede heredarse. “Los familiares de primer grado de pacientes con depresión muestran un riesgo aproximadamente tres veces mayor de desarrollar este trastorno. Los estudios sugieren que entre un 26% y 42% de las variaciones en la depresión se deben a influencias genéticas. También hay indicios de que esta heredabilidad es más evidente en las depresiones de inicio temprano y curso recurrente”, indicó el doctor Fernando Lino Vázquez González, catedrático de Psicología Clínica, Universidade de Santiago de Compostela en un artículo de La Conversación.
– Comorbilidad: la enfermedad médica crónica o grave es un factor de riesgo para la depresión. “Se ha encontrado una interrelación de la depresión con un amplio número de enfermedades físicas: infarto agudo de miocardio, asma, cánceres, arritmia cardíaca, síndrome coronario crónico, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), insuficiencia cardíaca congestiva, el alzhéimer, la epilepsia, problemas tiroideos, diabetes, obesidad, patologías del aparato digestivo, hipertensión, artrosis, osteoporosis, insuficiencia renal, artritis reumatoide, accidente cerebrovascular… Sin olvidar la fibromialgia y la fatiga crónica”, detalló el doctor Vázquez González.
De acuerdo al doctor José Luis Ippólito, presidente y fundador de GLEC (Grupo Latinoamericano de Enfermedades Crónicas), “La enfermedad crónica y depresión no es una buena sociedad ya que entre ellas se establece un círculo vicioso. Las limitaciones derivadas de una enfermedad crónica (dolor, falta de aire, trastornos de movilidad) favorecen el desarrollo de depresión (muy probablemente, como consecuencia de la discapacidad) y la presencia de depresión empeora la evolución de la enfermedad crónica ya que puede reducir la adherencia al tratamiento, tendencia al sedentarismo, tabaquismo y está demostrada la mayor mortalidad por enfermedad crónica cuando hay depresión asociada”.
Cuál es la diferencia entre depresión y ansiedad
Diferenciar ansiedad y depresión no siempre resulta fácil dada la semejanza de algunos de sus síntomas e incluso de sus causas: ante una misma situación, una persona puede reaccionar desarrollando ansiedad o depresión, ya que ambas son formas de adaptarse al entorno.
La licenciada Zaiatz manifestó que la presencia de una preocupación excesiva, ataques de angustia y obsesiones son frecuentes en la depresión, de modo que el médico puede pensar, erróneamente, que el paciente tiene un trastorno de ansiedad.
Tanto la ansiedad como la depresión son formas de reaccionar ante eventos externos o internos: si ese evento se lo interpreta como una amenaza, se disparará el sistema de alerta o ansiedad, mientras que si algo se percibe como una pérdida o error, es probable que se active la depresión. Así ante la amenaza, el sentimiento prevalente es el miedo. En el caso de la depresión, la protagonista es la tristeza.
Aunque la ansiedad es un proceso mental, el cuerpo no está ajeno. Por eso, sus síntomas son también de índole corporal: nerviosismo, inquietud o impaciencia, cansancio, dificultad para concentrarse o poner la mente en blanco, irritabilidad, tensión muscular, temblor, dolor de cabeza, movimiento de las piernas y alteraciones del sueño.
Por el contrario, los estados depresivos se acompañan de sentimientos de culpa o falta de autoestima, cambios drásticos en el apetito, sensación de cansancio y falta de atención. También pueden ocasionar trastornos del sueño.
Los síntomas de ambas afecciones suelen mejorar con el mismo tratamiento.
“Quien desarrolle algún síntoma depresivo o crea tener una depresión, deberá consultar con su médico, psicólogo o psiquiatra y ver el tratamiento necesario y específico. Siempre es recomendable tratar con un especialista antes que automedicarse. En el caso de percibir algún síntoma en algún ser querido, lo recomendable es transmitirle que haga la consulta profesional. Nunca hay que sugerir una medicación”, remarcó Zaiatz.
Cómo tratar la depresión
El tratamiento de la depresión suele ser individualizado y puede implicar una combinación de enfoques médicos, terapéuticos y de estilo de vida. Incluyen la psicoterapia, medicamentos antidepresivos, ejercicio, cambios en el estilo de vida y apoyo social.
Un reciente estudio demostró que las personas que tienen un estilo de vida basado en hábitos saludables, desde dormir bien hasta practicar actividad física y frecuentar relaciones sociales sólidas, poseen significativamente menos probabilidades de sufrir depresión.
Este trastorno se supera con los fármacos adecuados y con psicoterapia, resumió la licenciada Zaiatz. “La mayoría de las personas no necesitan ser hospitalizadas. Sin embargo, algunas lo requieren, especialmente, si tienen ideas de suicidio o lo han intentado, si están demasiado débiles por la pérdida de peso o si están en riesgo de sufrir problemas cardíacos a causa de su estado de inquietud”.
Y añadió: “Los actuales modelos psicosociales de depresión otorgan un papel de suma importancia a los factores del estrés ambiental. Sin embargo, es fundamental considerar las fuentes que generan estrés en el individuo para así poder caracterizar adecuadamente el contexto psicosocial de la persona deprimida. Existe una mejora en la función psicosocial cuando los síntomas depresivos se ven reducidos, y se percibe así que la persona va adquiriendo la capacidad de establecer sus redes de apoyo”.
El doctor Paulucci se preguntó: “¿Qué es lo que puede hacer el sujeto para no quedar sometido a esa exigencia, a esa autoesclavitud, a sentirse paralizado en un medio inseguro y precario y salir de ese lugar de sufrimiento y abatimiento? Es necesario hacer sesiones con un psicoanalista para escuchar estos interrogantes y permitir elaborar a través del trabajo analítico la renuncia al deseo y aliviar los imperativos del “siempre más” , que dejan a la persona insuficiente y abatida frente a ese mandato”.
Y agregó: “Hay que tener mucho cuidado de no patologizar todo estado anímico de la persona. Es creciente el consumo de psicofármacos. La medicación produce un alivio de los síntomas pero es muy importante escuchar y descifrar el síntoma”.
Finalmente, expresó: “La persona que sufre a través de la palabra desplegada en una análisis puede hacerle lugar a esa angustia en el entramado simbólico de su vida actual y su historia. De este modo, habilitar un espacio para que encuentre su respuesta frente a su deseo y no quedar atado a las tiranías internas y externas que impone el mundo”.
El psiquiatra destacó la escucha analítica, que posibilita hacerle lugar a la palabra del sujeto para que pueda elaborar su malestar y “salir del regodeo de culpabilizarse por lo que no hizo o perdió e implicarse subjetivamente en el desorden del cual se queja. Es tener un lugar en el cual desplegar su deseo ante los llamados mortificantes del sufrimiento neurótico”.
Un avance para el tratamiento
Para las personas que precisan medicación para superar la depresión, existe un importante avance en lo que se llama “medicina de precisión”. Se trata de un Software de Apoyo a Decisiones Clínicas (CDSS) para uso médico, que integra información clínica, genética y biomarcadores sanguíneos, y se está validando en un estudio multicéntrico. El trabajo ya fue presentado en congresos de psiquiatría nacionales e internacionales.
Este ensayo fue realizado por un equipo de investigadores argentinos encabezado por el psiquiatra Ricardo Corral, presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP), y la neurocientífica y psiquiatra Gabriela Nielsen.
Neomente, la startup -formada por el destacado equipo de médicos, investigadores y desarrolladores argentinos- significa un avance en el ámbito de la salud mental a través de su algoritmo y tecnología (que incluye IA) en el diagnóstico preciso y tratamiento efectivo de la depresión.
Neomente utiliza la combinación de los datos de biomarcadores genéticos, clínicos y sanguíneos de cada paciente e información detallada sobre cada fármaco disponible. Luego, presenta al profesional de la salud un informe personalizado con las recomendaciones de tratamiento.
Seguramente será un nuevo recurso para mejorar el tratamiento de la depresión, un trastorno que afecta gravemente la calidad de vida de millones de personas.
Fuente: El País