El glaciar Thwaites, el más ancho del mundo, comenzó a perder hielo de forma signiticativa en los años 40, la misma década que el Isla Pine, el que más rápido se derrite: “Una vez que el sistema se desequilibra, el retroceso continúa”
Se llama Thwaites en homenaje al geólogo que lo estudió por primera vez pero es conocido como el glaciar del fin del mundo, un catastrofista apodo que hace referencia a las posibles consecuencias que su desaparición desencandenaría en nuestro planeta. Con sus 128 kilómetros, esta imponente masa de hielo situada en la Antártida occidental es el glaciar más ancho del mundo, por lo que el rápido deshielo que está experimentando a medida que aumentan las temperaturas mantiene en vilo a los científicos, que hace un año detectaron cómo el agua tibia se está filtrando a través de sus grietas a sus zonas más vulnerables, propiciando su deshielo.
Sus estimaciones sugieren que si esta masa helada del tamaño del estado de Florida se derritiera por completo, el nivel del mar a nivel global aumentaría unos 65 centímetros aunque hay autores que elevan hasta los tres metros ese posible incremento al considerar el desequilibrio que su desaparición podría llegar a causar a todo el sistema antártico.
De momento, el Thwaites contribuye actualmente al 4% del aumento mundial del nivel del mar. Los científicos saben que fue a partir de los años 70 cuando se aceleró su deshielo pero hasta ahora no habían podido determinar cuándo comenzó su declive como glaciar, un dato que un equipo de investigadores de la Universidad de Houston (EEUU) revela este lunes en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Según sugieren, el glaciar Thwaites registró un retroceso significativo desde los años 40 del siglo pasado, la misma década en la que comenzó a retroceder otro destacado glaciar antártico, el Isla Pine, que es el que más rápido se está derritiendo, hasta el punto de que a él se le atribuye el 25% de la pérdida de hielo de la Antártida. “Lo que es especialmente importante de nuestro estudio es que este cambio no es ni aleatorio ni específico de un glaciar. Forma parte de un contexto más amplio de clima cambiante”, ha declarado en un comunicado Rachel Clark, coautora de la investigación.
Según plantean Clark y sus colegas, el retroceso de estos glaciares probablemente fue iniciado por un patrón climático extremo del fenómeno natural periódico conocido como El Niño que calentó la Antártida occidental. Desde entonces, dicen los autores, el Thwaites no se ha recuperado y actualmente contribuye a ese 4% del aumento mundial del nivel del mar que se le atribuye.
“Es significativo que El Niño sólo durara un par de años, pero los dos glaciares, Thwaites y Pine Island, siguen en retroceso significativo. Una vez que el sistema se desequilibra, el retroceso continúa”, apunta Julia Wellner, profesora asociada de geología de la Universidad de Houston e investigadora principal en EEUU del proyecto internacional Thwaites Offshore Research (THOR) del que forman parte los autores del estudio.
La evolución de los glaciares y las capas de hielo de los polos es monitorizada continuamente por los satélites de observación de la Tierra, pero estos instrumentos funcionan desde hace unas décadas. Por eso, esta investigación se basa en los resultados obtenidos durante una expedición realizada al Mar de Amundsen a principios de 2019 a bordo del buque de investigación rompehielos Nathaniel B. Palmer. Los científicos tomaron muestras (testigos) de sedimentos marinos que les permitieron reconstruir la historia geológica del glaciar desde hace unos 11.000 años hasta la actualidad. Datando esos materiales, concluyeron que en los años 40 del siglo pasado comenzó un deshielo significativo del Thwaites.