A la crisis que está atravesando el sector inmobiliario de China hay que añadir otra que pasa más desapercibida: la montaña de deuda oculta que tienen los ayuntamientos y entidades locales del gigante asiático. En concreto, algunas estimaciones la elevan a más de 70 billones de yuanes (9 billones de euros). Esto es más del doble del PIBde Alemania.
El Gobierno central aprobó una serie de medidas en la segunda mitad de 2023 para ayudar a esos gobiernos locales a que intercambien o reestructuren sus abultados pasivos no registrados. Todo esto en un intento de controlar el riesgo de la deuda adquirida.
Los vehículos de financiación de los gobiernos locales (LGFV), empresas estatales creadas para pedir préstamos en nombre de las autoridades locales, son responsables de la mayor carga de las deudas ocultas de los ayuntamientos. Generalmente, este tipo de deuda se contrae para invertir en proyectos públicos como carreteras y puentes.
Los expertos aseguran que las medidas son poco adecuadas para el problema real que representa la deuda oculta de estas administraciones. Reiteran que, como mucho, “proporcionarán un alivio” temporal y reiteran que esto ya es “un problema inminente de crisis de liquidez para las autoridades regionales chinas”.
Desde Pekín han estado intentando resolver este problema desde hace años, asignando cuotas para que los ayuntamientos incorporen su deuda oculta en sus presupuestos oficiales. Si bien los planes anteriores para resolver el problema de la deuda oculta tenían un enfoque gradual, las medidas más recientes tomadas por el Gobierno central, en el mes de julio, llevó a ciudades y provincias a emitir un billón de yuanes en “bonos especiales de refinanciación” para pagar parte de su deuda no registrada.
Estos pasivos no registrados, que incluyen bonos LGFV con respaldo oficial implícito, se han acumulado a lo largo de los años hasta alcanzar entre 30 y 70 billones de yuanes, según algunas estimaciones , y se convierten en una amenaza para la estabilidad y sostenibilidad fiscal y financiera del país.
Qiao Baoyun, director de la Academia China de Finanzas Públicas y Políticas Públicas de la Universidad Central de Finanzas y Economía, dijo que la raíz del problema de la deuda de los gobiernos locales es “la falta de controles sobre cómo gastan su dinero”. Es decir, se les ha dado demasiada manga ancha para gastar y endeudarse.
En general, a pesar de esas emisiones, el progreso de la resolución de la deuda fue lento en medio de la incertidumbre de la viabilidad de muchos vehículos de financiación de los gobiernos locales y la preocupación de los bancos de que esta cantidad ingente de pasivos les abrume las cuentas. Ya que será deuda que puede no ser reembolsada, aumentando la morosidad de las entidades y provocando que no puedan cumplir los objetivos regulatorios marcados por las autoridades.
Aunque se ha pedido a los bancos que extiendan el plazo de los préstamos y reduzcan las tasas de interés que cobran a los LGFV, muchos se muestran cautelosos a la hora de emitir nuevos préstamos dados sus estrictos requisitos en cuanto al flujo de caja de los proyectos y los activos subyacentes. Esto ha aumentado la presión financiera sobre muchos LGFV y puede obligarlos a ellos y a sus autoridades locales a buscar canales de financiación nuevos y menos convencionales para pagar la deuda y los intereses pendientes.
De octubre a diciembre, casi todas las regiones de China emitieron estos bonos especiales de refinanciación, recaudando casi 1,4 billones de yuanes para pagar préstamos ocultos, según cálculos de analistas de Tianfeng Securities. Las regiones incluyen la muy endeudada provincia de Guizhou, que encabezó la lista con una emisión de 226.400 millones de yuanes.