La economía de Alemania está enferma”. Así se titula el informe de previsiones de primavera de los cinco principales institutos económicos germanos publicado este miércoles. En él hacen una revisión muy a la baja del crecimiento de la locomotora de Europa hasta el 0,1%, muy próximo a la recesión. El Gobierno de Olaf Scholz también hizo en su momento una revisión a la baja, pero hasta el 0,2%. Para el año que viene, los expertos de estas cinco entidades prevén un débil crecimiento del 1,4%.
Hace seis meses, los cinco institutos acordaron fijar un crecimiento del 1,3%, por lo que el recorte es de más de un punto. El propio ministro de Economía, Robert Habeck, aseguró que las perspectivas son “terriblemente malas” y aseguró que “no podemos seguir así”. Hay que recordar que Alemania cerró en recesión el último trimestre de 2023, con una caída del 0,3% del PIB.
El jefe de investigación de Economía del Instituto Kiel para la economía mundial aseguró que al lento crecimiento económico de Alemania “se le superponen factores cíclicos y estructurales”. El experto pronosticó que “es probable” que se produzca una recuperación “a partir de primavera”, aunque el impulso que recibirá la economía “no será demasiado fuerte”.
Para los institutos privados hay un elemento clave y es que el consumo privado “repuntó más tarde y con menos dinamismo” de lo que ellos preveían en su informe de otoño. A esto hay que sumar que las exportaciones alemanas cayeron a pesar del aumento de la actividad económica mundial. Según los últimos datos publicados por Destatis, los envíos a China, segundo socio comercial extracomunitario del país, se mantuvieron prácticamente estáticos en el 0,3% interanual. Por otro lado, el conjunto de exportaciones a los países de fuera de la UE cayó en febrero un 0,3%. Esto hace ver una especie de radiografía de cómo se está comportando el mercado exterior alemán y las consecuencias que ello conlleva para la economía.
Esto se debe, aseguran los expertos, a que, a pesar de que la actividad económica remontó a nivel global, la demanda de bienes de capital e intermedios, que son la clave de la economía Alemana, “fue débil” y la competitividad de los precios de los bienes de uso electrointensitvo se vio muy afectada ante la explosión de los precios de la energía tras el estallido de la guerra de Ucrania. El propio ministro de Finanzas, Christian Linder, aseguró en una entrevista para Bloomberg Economics, a mediados de febrero, que en Alemania “ya no somos competitivos, nos estamos quedando atrás”.
El columnista de Bloomberg, Lionel Laurent, explicó en un artículo de opinión que la potencia industrial de Alemania, “se ha convertido en un lastre” al mismo tiempo que la demanda está “aún débil”. Todo esto dentro de un mundo “en proceso de desglobalización que le ha despojado de palancas como las exportaciones chinas, el gas ruso barato y una garantía de seguridad confiable de Estados Unidos”.
Por otro lado, también achacan un posible freno de la economía a consecuencia del “alto nivel de incertidumbre” en materia de política económica en comparación con los estándares internacionales. La coalición semáforo recibió un duro golpe por parte del Tribunal Constitucional, que frenó el uso de fondos especiales extrapresupuestarios, produce un “duro golpe” a la economía alemana y de Europa porque “podría conducir a incrementar el coste de la energía para hogares y empresas”. El alto tribunal sentenció que no se podían usar 60.000 millones de euros no gastados durante la pandemia para financiar proyectos medioambientales y energéticos.
Las bases argumentales para emitir la sentencia fueron que el país ya tenía activado el conocido schwarze null, es decir, la regla fiscal presente en la Constitución que limitan el déficit presupuestario al 0,35% del PIB en situaciones no excepcionales y que, por tanto, no se podían transferir al Fondo Clima y Transformación. Esto llevó a la coalición semáforo, liderada por el socialista y actual canciller Olaf Scholz, a plantear una reforma del sistema de endeudamiento.
Así, el déficit presupuestario, en relación al PIB, va a caer del 2,1% de 2023 al 1,6% en este ejercicio y el próximo (2025) auguran que será del 1,2%. Por otro lado, el grado de ingresos “alcanzará niveles récord en los dos años previstos”, dicen. En concreto, las arcas alemanas alcanzarán una recaudación del 47,5% del PIB al cierre de 2024 y del 48,4% en el ejercicio fiscal del año que viene.
La solución que plantean desde las cinco entidades para frenar la deuda es “una reforma suave”. Están en línea con la propuesta que hizo el Bundesbank, que permite más inversiones financiadas con deuda que antes, pero los expertos de los institutos sugieren “una fase de transición” para reactivar el límite de déficit y no “un ajuste abrupto”.