Mudo Social – Noticias del Perú
Medio Ambiente

¿De verdad los diamantes sintéticos son mejores para el planeta?

Los diamantes fabricados en laboratorio se consideran más éticos desde el punto de vista social y más respetuosos con el medio ambiente que los diamantes extraídos de minas. Hemos pedido a los expertos que opinen sobre estas afirmaciones.

Los diamantes poseen un inconfundible atractivo social, diferente al de casi cualquier otra piedra preciosa. Para muchos, su antigua procedencia y su invulnerabilidad cotidiana simbolizan la fuerza duradera de una relación amorosa. No siempre fue así; a finales de los años 40, una agencia de publicidad que trabajaba para el Consorcio de Diamantes De Beers ideó ese eslogan que cambió el paradigma: “Un diamante es para siempre”. La piedra se convirtió en la embajadora geológica casi inmutable de todo tipo de romances y compañía.

Sin embargo, en las dos últimas décadas ha surgido un nuevo competidor para desafiar el dominio de los diamantes extraídos: los diamantes sintéticos.

En muchos aspectos, los diamantes sintéticos (o cultivados en laboratorio) son iguales a los extraídos de la tierra: ambos son prismas de carbono, fuertemente unidos para formar esa gema extremadamente dura y bastante brillante. Pero en lugar de cristalizar en las profundidades ardientes del planeta hace miles de millones de años, estas gemas se cultivan en un laboratorio utilizando la alquimia moderna. Y estos diamantes fabricados en laboratorio no sólo son más baratos por quilate que sus equivalentes naturales, sino que también se promocionan como más éticos desde el punto de vista social y más respetuosos con el medio ambiente.

Sin embargo, las empresas dedicadas a la venta de diamantes extraídos de minas han presentado argumentos contrarios, sugiriendo que su industria aporta más beneficios socioeconómicos. Y según la Sociedad Internacional de Gemas -citando un informe de 2019 para el Consejo del Diamante Natural (antes conocida como Asociación de Productores de Diamantes)- la producción de un quilate pulido de diamante cultivado en laboratorio libera tres veces más gases de efecto invernadero que el equivalente de diamante extraído.

Entonces, ¿son los diamantes cultivados en laboratorio mejores para las personas y el planeta que los diamantes extraídos? ¿O es esta magia científica demasiado buena para ser verdad? Por el momento, la respuesta parece depender del aspecto que más te preocupe.

“Desde el punto de vista medioambiental, no hay duda de que los diamantes cultivados en laboratorio son mejores”, afirma Saleem Ali, experto en energía y medio ambiente de la Universidad de Delaware (Estados Unidos); “pero el aspecto social no puede disociarse. Ahí es donde la minería tiene ventaja”.

Los diamantes son minerales como los demás, lo que significa que probablemente cristalizan a partir de una masa fundida de una sopa supercaliente rica en carbono en las profundidades del manto terrestre.  Además, a menudo tienen varios miles de millones de años, lo que significa que muchos se cocinaron en la adolescencia geológica de la Tierra.

Se cree que el manto y la corteza están repletos de diamantes. Pero muy pocos han llegado a la superficie. Los que sí lo han hecho se encuentran en las kimberlitas: formaciones volcánicas en forma de tubo creadas por violentas erupciones que, en su mayoría, se produjeron hace cientos de millones de años.

La extracción de estas gemas suele realizarse a cielo abierto o bajo tierra. Pero algunos diamantes también se recuperan de los lechos de ríos cuyas corrientes erosionaron depósitos de kimberlita aguas arriba, mientras que otros se extraen del fondo del mar.

Hay dos formas principales de crear diamantes cultivados en laboratorio. La primera es la deposición química de vapor (CVD). En este caso, se expone una pequeña “semilla” de diamante a un gas rico en carbono a temperaturas extremadamente altas; las partículas de carbono se adhieren a la semilla, que crece hasta convertirse en una gema completa en unas pocas semanas.

El segundo método es el de alta presión y alta temperatura (HPHT): en este caso, otra “semilla” de carbono (normalmente otro diamante diminuto) se somete a presiones y temperaturas inmensas, lo que hace que la semilla cristalice y crezca hasta convertirse en un diamante más grande. En ambos casos, estos diamantes se tallan y pulen de forma muy similar a sus equivalentes extraídos de las minas.

Related posts

Esto es lo que la contaminación lumínica le está haciendo a nuestra salud

Andres Vanegas

‘Es un ciclo negativo’: la Amazonía comienza a emitir dióxido de carbono en vez de absorberlo

Maco

Cambio climático: ¿Qué le espera al Perú según el informe de The Lancet Countdown 2022?

Andres Vanegas

Leave a Comment