La reunión del Banco Central Europeo ha confirmado que la política monetaria en Estados Unidos y en Europa han tomado caminos diferentes. El divorcio entre Christine Lagarde y Jerome Powell parece inevitable, con un BCE que ha confirmado este jueves que, salvo sorpresas, ya está preparado para bajar los tipos de interés en su próxima reunión, el 6 de junio. Mientras tanto, en Estados Unidos el inicio del recorte en el precio del dinero no deja de retrasarse, e incluso podría cancelarse este año, si los datos de inflación no le permiten hacerlo a la Reserva Federal. Hay varias razones que han llevado al BCE a inclinarse por bajar tipos antes que la Fed, y romper así con una tendencia histórica por la cual el organismo estadounidense siempre se ha movido primero.
La reunión de política monetaria de abril del BCE ha llegado un día después de conocerse un dato de inflación muy alto en Estados Unidos, por encima de las previsiones de los analistas, y preocupante hasta el punto de que ha planteado la posibilidad de que la Fed estadounidense no vaya a poder recortar los tipos en el mes de junio. Los mercados han borrado del mapa este recorte de tipos que ya descontaban en Estados Unidos, y el temor era que se produjese un efecto contagio que terminara por no dejar al BCE bajar los suyos en junio, como estaba previsto por los analistas y los inversores.
Sin embargo, Christine Lagarde ha hecho oídos sordos al dato macro americano y ha confirmado que el BCE sigue su hoja de ruta. Tanto, que incluso algunos miembros del Consejo de Gobierno de la institución europea se han inclinado por recortar el precio del dinero esta misma semana. Finalmente llegaron a un acuerdo para esperar hasta junio, y salvo sorpresa mayúscula, será entonces cuando el BCE empiece a recortar los tipos.
Esto plantea una anomalía que nunca antes ha ocurrido: el BCE dará comienzo a un ciclo de bajadas de tipos antes que la Fed, el que históricamente ha sido el banco central director en el planeta. Miguel Ángel Rico, director de inversiones de la gestora Creand AM, destaca cómo “Lagarde alega a la distinta naturaleza de la inflación para desvincularse de lo que haga la Reserva Federal, lo que da pie a que el BCE pueda bajar los tipos en junio, independientemente de que la FED pueda estar más tiempo esperando para bajarlos. Incluso, ha reconocido que algún miembro del Consejo estaba por la labor de bajar los tipos en esta misma reunión. En este escenario, el mercado cotiza con una probabilidad muy alta que el primer recorte de tipos se producirá en junio”, señala Rico.
¿A qué se debe el divorcio entre las políticas de Lagarde y Powell? Las causas de la ruptura se pueden sintetizar en cuatro puntos, según explica Enrique Lluva, director de renta fija en Imantia Capital: “Las diferencias macroeconómicas, con una economía europea más débil que la estadounidense; el nivel de tipos frente al que históricamente ha habido en cada jurisdicción; la posibilidad del BCE de bajar el precio del dinero en junio y luego esperar con paciencia a ver cómo se desarrolla la situación y, por último, la necesidad de los gobiernos europeos de tener una financiación barata para cubrir su ‘adicción’ a la deuda”, destaca el experto.
“El giro que han dado nuestras previsiones implican que el BCE recortará tipos en junio, seis meses antes que la Fed. Que el BCE vaya primero es algo inusual, pero la diferencia del contexto económico actual más que lo justifica“, explican desde Berenberg.
El primer argumento que explica porqué la política monetaria europea se desliga ahora de la estadounidense es el más importante y, probablemente, el más sencillo de entender: la economía está dando señales muy diferentes en un lado y otro del Atlántico. Si bien hay algunas señales comunes de fortaleza, como un mercado laboral sólido en ambos bloques, hay algunas diferencias claras que demuestran que Estados Unidos se puede permitir vivir un tiempo con tipos más altos para conseguir apuntalar la inflación en el 2%, mientras Europa necesita ya un apoyo por parte del banco central.
El dato más importante para los bancos centrales es la inflación, y ahora está dando señales muy distintas en los dos bloques. Alexander Batten, gestor de fondos de Columbia Threadneedle, lo explica: “Las recientes sorpresas al alza de la inflación en EEUU han puesto en duda que la Fed vaya a iniciar un ciclo de relajación este año, y existía el riesgo de que otros bancos centrales temieran iniciar sus procesos antes que la Fed. Sin embarg, la reciente dinámica de la inflación, los salarios y los beneficios en la eurozona es coherente con la supresión de la política restrictiva y el BCE ha decidido claramente que fijará su política monetaria en función de las condiciones internas, y no de consideraciones internacionales”, señala Batten.
En este mismo sentido, Enrique Lluva señala cómo “la fotografía macro en Europa puede estar tan mal como para que el BCE se pueda permitir romper con la Fed, una cosa que puede ocurrir por primera vez”, indica. Además, el experto recuerda cómo “los dos actores más relevantes, Alemania y Francia, están teniendo unas lecturas macro muy complicadas, como el PMI de manufacturas de Francia del mes pasado, por debajo de 45 puntos”, un indicador adelantado preocupante para el desarrollo del país, que coincide “con los tipos de interés más altos de la historia del BCE”, recuerda Lluva.
El segundo argumento tiene que ver con la idiosincrasia de tipos de interés que tiene cada bloque. Lluva recuerda cómo, en la zona euro, “sólo ha habido tipos por encima del 3% durante 5 trimestres. El tipo medio ha sido del 0,97%, y ahora están en el 4,5%. En Estados Unidos esto no se produce”, señala. De hecho, si se tiene en cuenta la historia de la Fed, el tipo medio que ha tenido el banco central estadounidense es del 4,9%, frente al 5,5% actual, una diferencia mucho menor que la que existe en el Viejo Continente. “Este efecto base también tiene que importarnos”, indica el experto.
Al fin y al cabo, Estados Unidos ha podido disfrutar en el pasado de una economía más fuerte que la europea, que parece que no termina de levantar cabeza en las últimas décadas. Con un crecimiento y una inflación más alta que la europea, es lógico que la primera economía del mundo haya corrido casi siempre con tipos más altos que los europeos.
“¿Por qué se asume siempre que el proceso de recortes tipos, una vez se inicie, tiene que ser continuado?”, se pregunta Lluva. “No hay ningún documento ni mensaje de la Fed o del BCE que diga que, una vez empiecen a bajar tipos, estos lo van a hacer de forma continua”, señala, además de plantearse la posibilidad de que, en un futuro, los movimientos de tipos no sean del mismo calibre que el actual, y se puedan mover de una forma menos agresiva.
¡De hecho, aunque en Europa los tipos suelen moverse en escalones de 25 puntos básicos, no siempre ha sido así, y las últimas bajadas Enel precio del dinero, en los años 2014 y 2016, lo demuestran: fueron de 10 puntos básicos. El BCE podría perfectamente llevar a cabo un primer recorte de tipos en junio, que podría ser inferior a los 25 puntos básicos que todo el mundo espera, y luego esperar pacientemente a ver cómo reacciona la economía antes de volver a mover ficha.
Otro de los argumentos que puede explicar el divorcio del BCE con la Fed está relacionado con el primero, en el sentido de que Estados Unidos parece que puede permitirse correr con tipos más altos, frente a una Europa que necesita que se los bajen para poder seguir manteniendo un sistema con un alto endeudamiento. “Los sistemas económicos europeos se han hecho adictos a la generación de deuda”, señala Lluva, y considera a que “se ha instalado el paradigma de que se tiene que gastar mucho necesariamente. Si quieres generar sostenibilidad a esa deuda que parece imposible frenar, y las alternativas son todas gasto, eso hay que financiarlo”.
Con tipos más altos, la carga fiscal para los países de la zona euro es más pesada, y aunque en Estados Unidos ocurre exactamente lo mismo, y el país está alcanzando niveles de endeudamiento históricamente altos, a priori el gigante americano cuenta con el apoyo que le supone el dólar, la divisa más comerciada del planeta, con una enorme demanda por parte de inversores extranjeros que también se traduce en más demanda de los títulos de deuda del país.