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Economía

La mejor contraindicación de los exitosos fármacos para el adelgazamiento: pueden engordar la economía

El reciente fervor por los medicamentos para adelgazar de la familia GLP-1 (Ozempic Wegovy son los más mediáticos, también está Mounjaro) ha provocado tal frenesí que algunas casas de análisis se han atrevido a calibrar su potencial impulso a la economía. El grado de incertidumbre es aún elevado, reconocen los analistas. No obstante, si el consumo de estos fármacos sigue creciendo rápidamente, en última instancia podrían llegar a dar un impulso significativo a la economía actuando de palanca a la actividad del mercado laboral. Aunque no sea así, en el menor de los casos, se podría estar a las puertas de una nueva ola de innovación sanitaria asistida por Inteligencia Artificial (IA).

“Los medicamentos para adelgazar existen desde hace tiempo, y los primeros se remontan a finales del siglo XIX. Pero la oleada actual es la más eficaz hasta la fecha para perder peso. Estos fármacos GLP-1, desarrollados originalmente para tratar la diabetes de tipo 2, actúan sobre las hormonas intestinales para reducir la ingesta de alimentos“, explica Vicky Redwood, analista de Capital Economics en un informe para clientes publicado en marzo. En la actualidad se administra principalmente en forma de inyección semanal, pero en el futuro podría tomarse en forma de píldora. Ya existe una versión en pastillas para el tratamiento de la diabetes.

“La terapia con GLP-1 actúa estimulando la secreción de insulina, lo que ayuda a suprimir el apetito del consumidor por la comida y (al parecer) el alcohol. La terapia funciona mejor si también se produce un cambio en el estilo de vida, por ejemplo haciendo más ejercicio. Sin embargo, los consumidores perderán peso incluso sin un cambio en su estilo de vida. La terapia con GLP-1 puede utilizarse para tratar auténticos casos de obesidad. Sin embargo, también es posible que se utilice de un modo que podría denominarse “recreativo”, en personas que desean perder peso pero que no padecen obesidad. El uso recreativo sería una alternativa a los métodos más tradicionales de control de peso”, ahonda Paul Donovan, economista jefe de UBS GWM en Londres, en un informe titulado ‘La economía del adelgazamiento’.

Hasta ahora, el principal impacto económico de los adelgazantes ha sido el crecimiento del sector farmacéutico. Esto ha sido especialmente importante para Dinamarca, cuya empresa farmacéutica Novo Nordisk es la mayor vendedora de medicamentos para adelgazar. Los productos farmacéuticos han impulsado la producción y las exportaciones y han representado un tercio del crecimiento del producto interior bruto (PIB) de Dinamarca desde 2020. Además, la conversión en coronas de los cuantiosos ingresos en dólares procedentes de la venta de fármacos ha hecho subir la corona de forma significativa y ha llevado al banco central a subir los tipos de interés menos que el Banco Central Europeo (BCE) en los últimos años.

Los potenciales efectos pueden ser mucho mayores. Aunque las prescripciones de fármacos GLP-1 han crecido rápidamente, sobre todo en EEUU, la proporción de la población que los toma sigue siendo pequeña. Pese a que no hay datos oficiales, las estimaciones sugieren que sólo entre el 1% y el 2% de la población estadounidense tomaba estos fármacos el año pasado. Por tanto, es probable que hasta ahora los efectos económicos hayan sido escasos. Pero dadas las tasas de obesidad, el mercado potencial de estos fármacos es enorme (en EEUU, por ejemplo, más del 40% de los adultos son obesos), por lo que, si su consumo sigue aumentando rápidamente, podría tener efectos económicos mucho más amplios.

“La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que una de cada ocho personas en el mundo es obesa: unos 890 millones de personas. Esto representa un gran grupo de personas cuyos hábitos de consumo podrían verse afectados por la medicación, si tuvieran acceso a ella. La tasa de obesidad entre los adultos se ha duplicado desde 1990. Esto no es tan sorprendente: en términos reales, el PIB mundial por persona (un indicador del nivel de vida) casi se ha triplicado. El número de personas con sobrepeso (incluidas las que se consideran obesas) ronda los 2.500 millones de personas. Por tanto, existe un mercado potencial aún mayor para el uso recreativo de medicamentos contra la obesidad”, apuntala Donovan.

El primer efecto positivo a nivel económico lo encuentra Redwood en los sistemas sanitarios públicos: “Para empezar, es bien sabido que la obesidad es responsable de muchos problemas de salud (diabetes, cardiopatías, etc.) y, por tanto, absorbe una gran parte de los costes sanitarios. La OCDE ha calculado que, por término medio entre 2020 y 2050, los países de la OCDE gastarán el 8,4% de su presupuesto sanitario en tratar las consecuencias de una masa corporal elevada. Por tanto, reducir la obesidad disminuiría estos costes sanitarios. Además, se está investigando si los medicamentos podrían tener efectos secundarios positivos adicionales para la salud. Se cree que podrían tener un efecto beneficioso directo sobre la salud cardiovascular, más allá del debido a cualquier pérdida de peso, así como una posible ayuda contra la adicción y la demencia”.

En los países en los que la asistencia sanitaria es prestada predominantemente por el sector público, este ahorro podría mejorar la situación fiscal, amplía Redwood. Los fondos podrían desviarse a otras áreas potencialmente más productivas, o utilizarse para reducir el endeudamiento público en comparación con otras situaciones. Dicho esto, dado que hay muchas cosas que compiten por dinero en el sector sanitario, reconoce la analista, es más probable que el dinero ahorrado se gaste en tratar otras enfermedades.

Ampliando la mira, sin embargo, los economistas señalan al mercado laboral. “La mayor forma en que los medicamentos para adelgazar podrían impulsar la economía es si permiten a la gente llevar una vida más sana. El aumento de las tasas de discapacidad en la década de 2010 en EEUU debido a la crisis de los opioides es un ejemplo de cómo los problemas de salud pueden afectar significativamente al mercado laboral. Hay muchas pruebas que demuestran que la obesidad conduce a una menor participación en el mercado laboral, más absentismo y menor presentismo (productividad mientras se está en el trabajo). Las estimaciones de la organización World Obesity sugieren que estos efectos en el mercado laboral costarán el equivalente al 0,6% del PIB anual mundial en 2035, mientras que los cálculos de la OCDE sugieren que costarán a los países de la OCDE una media del 1,6% del PIB anual entre 2020 y 2050″, escribe Redwood.

“La obesidad cambia los mercados laborales y, por lo tanto, es probable que un tratamiento médico que sea eficaz para reducir la obesidad también cambie los mercados laborales. Los cambios en el mercado laboral provocados por los medicamentos para adelgazar deberían ser económicamente positivos. Estudios de todo el mundo han demostrado que existe un prejuicio contra las personas obesas o con un sobrepeso significativo. Esto se aplica en particular a las mujeres. Estas personas tienen menos probabilidades de conseguir empleo (desperdiciando sus habilidades potenciales). Es menos probable que sean contratados para trabajos que tengan un estatus social más alto y también es menos probable que sean contratados en funciones del sector de servicios. Eso perjudica la productividad, porque la persona adecuada para un trabajo puede ser ignorada por motivos irracionales (el peso de una persona rara vez influye en su capacidad para realizar un trabajo)”, introduce Donovan.

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