Las tropas ucranias y la OTAN admiten que Moscú ha dado un salto cualitativo para tener unas fuerzas armadas superiores a las del inicio de la invasión
El ejército ruso está evolucionando a marchas forzadas. Lejos queda 2022, el primer año de la guerra, cuando los oficiales ucranios y los analistas militares occidentales se sorprendían de la falta de preparación, material y táctica, de las tropas invasoras. Fue en buena parte gracias a ello que las Fuerzas Armadas Ucranias pudieron hacer retroceder al enemigo en tantas provincias, desde Kiev hasta Jersón. Pero la realidad hoy es diferente. “El ejército ruso ha demostrado una habilidad acelerada en el último año para aprender y adaptarse al campo de batalla, en lo táctico y en lo tecnológico”, afirmó el 11 de abril el general Christopher Cavoli, comandante de las fuerzas de Estados Unidos en Europa. El poder militar del Kremlin, añadió Cavoli, “se ha convertido en una estructura que aprende y que tiene poco que ver con las fuerzas que invadieron Ucrania hace dos años”.
Militares ucranios en el frente de Avdiivka, en la provincia de Donetsk, daban cuenta el 22 de abril a EL PAÍS de la superioridad rusa en esta zona. “Son cada vez más y mejores, y con mejor armamento”, concluía uno de los testimonios. La guerra ha causado decenas de miles de bajas en el ejército ruso, además de miles de blindados, artillería o vehículos aéreos destruidos, pero la realidad es que el Kremlin es hoy militarmente más poderoso que cuando empezó la invasión. Cavoli, en su comparecencia del 11 de abril ante el Senado de Estados Unidos, aportaba datos esclarecedores: “Rusia está en camino de producir o mejorar cerca de 1.200 nuevos tanques por año, y de producir 3 millones de proyectiles de artillería y misiles por año, el triple que Estados Unidos y más que los 32 países de la OTAN juntos”. El general confirmó que “sea cual sea el desenlace de la guerra, el ejército ruso será mayor, más letal y agresivo con Occidente que cuando empezó la invasión”.
Cavoli añadió un aspecto preocupante para la Alianza Atlántica, y es el salto adelante tecnológico que ha dado el armamento de Moscú: “Rusia ha respondido a las sanciones internacionales adoptando estrategias de evasión y de importación que le han permitido adquirir elementos electrónicos y maquinaria clave. Esto ha permitido a Rusia continuar invirtiendo en armas exquisitas de alto desarrollo para igualar las ventajas estratégicas estadounidenses”.
Guerra electrónica, por delante de Ucrania
The New York Times confirmó el 23 de abril que Rusia cuenta con nuevos sistemas de guerra electrónica que desvían la trayectoria de los misiles estadounidenses Himars. El diario Pravda publicó el 25 de abril un análisis del progreso del invasor en guerra electrónica para inhibir las comunicaciones de los drones ucranios: “En aparatos de guerra electrónica estacionarios y en trincheras, Rusia está muy por delante de Ucrania”, afirmaba la analista militar Maria Berlinska. Las tropas rusas adoptaron en 2023 tres modelos de inhibidores para abatir drones desde las trincheras, los Harpoon, Python y Strizh, ahora de uso masivo.
Ucrania fue superior hasta 2023 en la adaptación de drones civiles al campo de batalla, pero las tornas han ido cambiando progresivamente hasta el actual dominio ruso, en número y calidad de los aparatos. Pravda afirmaba que en los tres últimos meses, el invasor había duplicado el número de drones en el frente.
Las Fuerzas Aéreas rusas han incorporado este año armas más letales en sus bombardeos. Los drones bomba iraníes Shahed han sido mejorados para ser más veloces, transportar una carga explosiva de 90 kilos y llevar una cámara que transmite imágenes y datos a su base. También han entrado en servicio nuevos cohetes, como el misil de crucero Kh-69 —usado de forma especial en la actual campaña rusa contra el sistema energético ucranio—, el misil hipersónico Zirkon y la bomba aérea guiada FAB-1500, que desde febrero está causando estragos en el frente. El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, anunció el 23 de abril que sus tropas recibirían en breve las primeras unidades de los sistemas de defensa S-500 Prometeo, la quinta generación de baterías antiaéreas rusas y con un radio de acción de hasta 600 kilómetros contra misiles hipersónicos. Pero todavía es pronto para saber de la efectividad del sistema Prometeo, que entra en acción tras años de retraso.
En Rusia también se hace énfasis en que son los misiles de precisión, y no los tanques, los que pueden inclinar la guerra a un lado u otro. “Esto es una carrera. Quien produzca más armas de alta precisión podrá salir del impasse posicional actual y volver a maniobrar”, afirma en su oficina de Moscú Ruslán Pujov, director de Centro de Análisis de Estrategias y Tecnologías (CAST, por sus siglas en inglés), una institución de estudios militares independiente cuya opinión cuenta para el alto mando ruso. En su opinión, “centrarse en la producción de tanques, artillería y proyectiles obsoletos no le bastará a Rusia para lograr un éxito militar significativo”.
El alto mando ucranio ha retirado sus carros estadounidenses Abrams o los alemanes Leopard de primera línea por su vulnerabilidad frente a los drones. “Los drones castigan especialmente en campo abierto. En cuanto alcanzas la ciudad, el entorno urbano te protege al avanzar. Los rusos pudieron tomar Avdiivka gracias a eso y al uso de bombas guiadas contra las fortificaciones”, señala el director de CAST. El Pentágono y Kiev subrayan que la derrota en Avdiivka, el pasado febrero en la provincia de Donetsk, sobre todo se produjo por la falta de munición y armamento en el lado ucranio.
La revolución de los últimos meses han sido las bombas guiadas. De hecho, el presidente ucranio, Volodomir Zelenski, ha implorado a Occidente más antiaéreos para hacer frente al nuevo “terror ruso”: las UMPK, un sistema que se adhiere a las bombas de caída libre y las guía para que planeen contra el objetivo con precisión, sin que los aviones que las disparan tengan que exponerse al enemigo.
Rusia diseñó sus bombas UMPK en la pasada década, pero las infravaloró hasta que tuvo que recurrir a ellas a principios de este año, porque su doctrina hacía más énfasis en el desarrollo de sus aviones. “Para sorpresa de todos”, dice Pujov, “los antiaéreos han logrado bloquear y mantener a distancia a la aviación en esta guerra”. Las bombas inteligentes son capaces de destrozar las fortificaciones enemigas y Moscú fabrica explosivos cada vez más potentes. El Ministerio de Defensa ruso anunció en enero las M54, un nuevo sistema UMPK que no solo dispone de alas y cola, sino también de un carenado frontal que mejora la aerodinámica de las bombas FAB-1500.
Pujov: el frente de Ucrania se asemeja al de la guerra civil española
“Esta guerra nos ha demostrado que en Europa habíamos olvidado cómo era una guerra, que nadie creía que un conflicto pudiera alargarse años con tanta gente y armas”, manifiesta el director de CAST (Centro de Análisis de Estrategias y Tecnologías), en su oficina del centro de Moscú. Ruslán Pujov recalca que todo el mundo ha prestado demasiada atención a las lecciones militares de Estados Unidos en Irak, Yugoslavia o Libia cuando esta guerra tiene más parecido con la de Irán e Irak (1980-1988) e, incluso, con la guerra civil española.
“En España surgió un frente posicional largo, con densidades de tropas relativamente bajas en ambos lados, mucho más bajas que en las guerras mundiales, y las armas no eran suficientemente potentes para romper las líneas defensivas. Franco fue capaz de resolver este problema con pequeños ataques aplastantes y la concentración de la aviación en sus ofensivas, lo que sería repetido por los alemanes con la guerra relámpago”, señala Pujov.
El frente de Ucrania y el español en 1938 tienen una extensión similar, unos 2.000 kilómetros, y cifras parecidas de combatientes. Vladímir Putin declaró en diciembre que unos 617.000 militares rusos participaban en su invasión. Las Fuerzas Armadas Ucranias cuentan con 900.000 personas, y de estas, más de medio millón estarían operando en el frente. Según La Guerra Civil Española, del historiador Hugh Thomas, republicanos y franquistas contaban con entre 450.000 y 600.000 soldados en 1938.
“Los republicanos tuvieron su oportunidad hasta otoño de 1937″, afirma Pujov, “pero no pudieron resolver el problema de la lucha posicional y fracasaron en todas sus ofensivas. Una larga guerra de posiciones sin perspectiva de éxito condujo a su desintegración: comprendieron que todavía podían resistir cinco meses o diez años, pero su causa estaba perdida”.
Rusia también sufre un problema parecido. “El ejército ruso no estaba diseñado para una picadora de carne tan intensa”, admite el director de CAST, aunque enfatiza que Rusia “reclutará a más gente y no perdona, ni a ella, ni a los demás, ni a civiles, ni a militares”. “Esta es la forma rusa de hacer la guerra. Y sí, es sangrienta y cruel”, advierte. No obstante, ambos países tienen problemas para alistar gente: “Son dos sociedades postindustriales modernas”.