La inflación no ha desacelerado en abril en la eurozona. El índice de precios al consumo (IPC) se ha estancado este mes en el 2,4% interanual que ya registró en marzo, según los datos preliminares publicados este martes por Eurostat. El IPC subyacente, que excluye en este caso la energía, los alimentos, el alcohol y el tabaco, desacelera desde el 2,9% hasta el 2,7%, una décima menos de lo esperado. Debajo de las grandes cifras, la inflación de los servicios desacelera tres décimas respecto al caliente 4% en el que ha permanecido cinco meses, pero su dato del 3,7% aún es alto, más si se tiene en cuenta el avance de marzo por la Semana Santa adelantada. Todo ello lleva a concluir que la última fase del ciclo emprendido en 2022 por el Banco Central Europeo (BCE) no será tan fácil como se había previsto hace no mucho. La conocida como ‘última milla’ o ‘último kilómetro’ de la desinflación es correosa y el calendario de bajadas de tipos puede ser accidentado más allá del ampliamente telegrafiado recorte de tipos en junio.
Aparte de la aún fuerte inflación en los servicios, en el desglose de componentes destaca la energía, que pasa de un -1,8% interanual en marzo a un -0,6% en abril. Los alimentos procesados pasan de caer un 0,5% el mes pasado a repuntar un 1,3% en este. En el lado contrario destacan los bienes duraderos, que continúan con su prolongada senda de desinflación y se relajan hasta el 0,9%.
Con permiso de los números de economías como España, donde el IPC nacional ha escalado una décima hasta el 3,3% en abril, los datos de inflación de abril en Alemania y Francia, las dos principales economías de la región, refuerzan la lectura de que el BCE operará con cautela en esta última fase del proceso de desinflación más allá del más que anunciado primer recorte de tipos en junio. El mercado sigue dando por seguro el primer recorte en junio (más de un 90% de probabilidades), mientras que los swaps no llegan a recoger los tres recortes de tipos para final de año (rondan los 70 puntos básicos y cada bajada se tasa en 25).
“La tendencia a la baja de la tasa de inflación alemana que se viene observando desde hace año y medio puede haber llegado a su fin por el momento. La tasa de inflación en abril, del 2,2%, se situó al mismo nivel que en marzo. La razón principal fue que los precios de la energía y los alimentos registraron un descenso menor o incluso un ligero aumento en comparación con el año anterior. La tasa de inflación subyacente, excluidas estas dos partidas a menudo muy volátiles, bajó aún más, del 3,3% al 3%. Esto último se debe probablemente en parte al adelanto de la Semana Santa. Los precios de los servicios aéreos, en particular, aumentaron de forma inusualmente acusada en marzo. Es probable que se haya producido un movimiento contrario en abril, y en mayo este efecto en sí mismo probablemente conducirá a una tasa de inflación en torno a una décima superior. Esto debería explicar también en gran medida el ligero descenso de la tasa de inflación de los servicios. Globalmente, la inflación en este sector se mantiene bastante estable desde hace varios meses, en torno al 3,5% (en abril 3,4%)”, explica Ralph Solveen, economista de Commerzbank.
De hecho, desde el banco alemán ven probable que la tasa de inflación alemana vuelva a aumentar en los próximos meses: “Además de la estabilización de los precios de la energía, a ello contribuirán una serie de efectos especiales. Por ejemplo, el ‘efecto Semana Santa’ descrito anteriormente ya no se aplicará en mayo. Además, la tarifa del año anterior ya no se verá presionada a la baja por la introducción del ticket Alemania (un billete fuertemente subvencionado para el transporte público) en mayo de 2023.