El Real Madrid estuvo a punto de naufragar en Múnich en la ida de semifinales de la Champions League, pero rescató un empate (2-2) ante el Bayern desde el punto de penalti para llevar la eliminatoria al escenario que mejor se le da: el estadio Santiago Bernabéu, donde se decidirá el billete a la final de Londres.
Un asedio esperaba al Real Madrid en el Allianz Arena. Ya avisó Tuchel con su alineación: Sané, Müller, Musiala y Harry Kane para tratar de abrir el cerrojo de Lunin, que no tardó en salvar a los blancos. En el primer minuto de partido, Sané obligó a lucirse al ucraniano, que se hizo gigante para repeler un remate a bocajarro del delantero alemán.
Fue solo la primera de muchas que tuvo que sacar el guardameta, porque el Bayern dibujó ocasiones de todos los colores para ponerse por delante en el marcador, especialmente gracias a la conexión Sané-Kane, que volvió loca a la zaga madridista… pero no acertó a perforar la meta rival.
No solo brillaron los bávaros en ataque, sino también en defensa: su presión asfixante generó muchos problemas al Madrid en la salida de balón, apagando la sala de máquinas merengue y encerrando al equipo de Ancelotti en fase defensiva. Eso no incomodó a los blancos, que volvieron a demostrar que en este contexto son expertos.
Todos los pronósticos apuntaban, a estas alturas, al Bayern abriendo la lata. Pero ya había avisado Tuchel antes del partido: los goles del Real Madrid llegan cuando y como menos te lo esperas. No fue menos contra los muniqueses: Toni Kroos se inventó un pase magistral, al espacio, para dejar a Vinícius solo ante Neuer, y el brasileño no perdonó en el mano a mano para acercar a los suyos a una nueva final.
El tanto llenó de dudas a los alemanes y asentó a los madridistas, que no aprovecharon el momento para amenazar la meta rival y ampliar la ventaja. Así que, el partido se fue al descanso con el 0-1 y con la incógnita de la segunda mitad.
El paso por los vestuarios no cambió la cara del choque: Kroos y Vinícius—con una breve aparición de Bellingham— volvieron a ser los protagonistas. El brasileño se inventó una gran acción individual, atrajo a medio Bayern y dejó el carril izquierdo completamente solo para el ascenso del alemán, que recibió un pase medido de Jude para buscar directamente el disparo. Pero Neuer le negó el tanto con una gran mano.
Y ahí, el partido enloqueció. Sané terminó él solo con el dominio madridista con una internada desde la derecha que terminó con el empate: un zurdazo inapelable para Lunin. Dos minutos después, el colegiado señaló penalti por una falta de Lucas sobre Musiala y Kane puso por delante al Bayern.
Ese fue el empujón que necesitaban los bávaros, que otra vez asediaron el área merengue con el objetivo de liquidar la eliminatoria. No lo hicieron pese a la sensación de peligro. Tampoco pudo el Madrid devolver las tablas al marcador, pese a que Modric se vistió de Kroos para poner un balón mágico a Vinícius que, esta vez, no acertó a batir a Neuer.
Sí acertó cuatro minutos después, desde el punto de penalti, para convertir una pena máxima que se había iniciado en sus botas: el brasileño se metió en el área y dejó el balón a Rodrygo, que se preparaba para disparar cuando Kim Min-Jae le placó.
Ya no se movió más el luminoso. Todo queda a la fortuna y la magia del Santiago Bernabéu, cuya mística ya ha decidido eliminatorias antes —difícil será olvidar la histórica Champions de las remontadas— y el miércoles 8 de mayo será testigo de si el Real Madrid alcanza una nueva final de Champions… o se queda a las puertas.