Desde el arranque del año, la UE ha ido dando forma a un diálogo estratégico: financiar la inversión en defensa. El Banco Europeo de Inversiones se ha visto apremiado a jugar un papel crucial y su presidenta, Nadia Calviño, prepara cambios que permitan cumplir con tal cometido. La española ha propuesto que el brazo inversor de la UE cuente con más holgura a la hora conceder préstamos a proyectos del sector militar o de clima.
El desafío es mayúsculo con la guerra de Ucrania a las puertas de la UE. Desde que Calviño se hizo con las riendas del BEI se ha visto en la tesitura de cambiar partes estructurales del organismo. Su última propuesta pasa por modificar las normas que estipulan la financiación que el brazo inversor de la UE puede prestar. El planteamiento de la española requiere eliminar el coeficiente de apalancamiento que establece que el organismo puede prestar hasta dos veces y media su capital suscrito.
El vehículo inversor de la UE cuenta con un capital de 248.000 millones de euros y sus accionistas son los Estados miembro, si bien la participación en el organismo depende del momento en el que se hayan integrado. Según explicó Calviño, esta propuesta permitiría utilizar menos recursos de los contribuyentes europeos a través del presupuesto comunitario y canalizarlo a través de la financiación del BEI.
Además, Calviño argumentó que la eliminación de la restricción del apalancamiento permitirá al BEI utilizar su capital de forma más eficiente, con la flexibilidad necesaria para adaptarse a las necesidades futuras de las políticas y permitir un aumento de las capacidades de préstamo y financiación.
El brazo inversión de la UE cuenta con una posición de capital sólida, con una calificación crediticia AAA y una ratio insignificante de préstamos deteriorados. “Lo que necesitamos es simplemente ajustar las ratios nominales estatutarios y las restricciones, que datan de los años 50 y no tienen nada que ver con nuestro modelo de negocio actual”, ha argumentado la presidenta del BEI.
La idea, no obstante, deberá ser respaldada por el Consejo de Gobierno del BEI, conformada por los Estados miembro, el próximo junio. Un apoyo que Calviño confía que conseguirá. Sin embargo, no está claro que todos los países sean proclives a esta fórmula, especialmente teniendo en cuenta la desavenencia al riesgo de los frugales.
En marzo, el brazo inversor de la UE empezó a evaluar las fórmulas que podría aplicar para revisar los criterios que aplica a su política de préstamos. Una revisión propiciada por la presión de los países de la UE para que entre a financiar proyectos de defensa. Los estatutos que establecen que el organismo no puede destinar financiación a armamento y munición se empiezan remodelar.
Uno de los requisitos para que esto pueda suceder pasa por cambiar las bases del BEI que establecen que el organismo solo puede financiar proyectos de uso dual, es decir, con fines civiles y militares y no solo militares. Este es el llamamiento que hicieron Francia y Alemania, Italia y otros once países, entre los que no se encuentra España. En marzo, pidieron al BEI que explorara nuevas fórmulas de inversión para actividades relacionadas con defensa. Se requeriría, por tanto, modificar la definición de doble uso -aunque no exista como tal un criterio definido-, para favorecer la parte militar de la ecuación, o inclinarse por equipos, proyectos e infraestructuras militares más directos, más allá del doble uso.
Pero hay otras propuestas sobre la mesa para impulsar la inversión en defensa. En la reunión de ministros de Economía y Finanzas de la UE que tuvo lugar en abril en Luxemburgo, Calviño planteó eliminar esa norma que le prohibía conceder préstamos a empresas que obtuvieran más del 50% de sus ingresos de la venta de material militar.
Además, ha propuesto que los bancos puedan colaborar con el brazo inversor de la UE para dotar de financiación a empresas de la industria de defensa. O también ha plantado que se cree una suerte de ventanilla única para que las empresas puedan pedir préstamos para proyectos de seguridad y defensa.