Un equipo muy poco habitual se une a la exploración bianual de la cuenca amazónica organizada por National Geographic: la científica Ruthmery Pillco Huarcaya y su compañera canina de rastreo. Se conocieron en un refugio de animales de Cusco, la histórica ciudad encaramada en las alturas de los Andes peruanos. Aquella perrita tenía algo que le recordó a sí misma: flaca, recia, testaruda. Ya había una familia interesada en adoptarla, pero ella tuvo las de ganar. Con una nueva e importante misión, la perra del refugio contribuiría a la causa de la conservación de la Amazonia peruana.
«Va a ser una heroína», prometió Pillco. Se llevó a a Ukuku –así la llamó– a su apartamento y le empezó a enseñar a olfatear excrementos de oso en los senderos de montaña. Ukuku significa «oso» en quechua, la lengua indígena que esta Exploradora de National Geographic aprendió a hablar de niña. Su infancia transcurrió en un pueblo a pocas horas en coche de Cusco donde las narraciones orales otorgan un poder especial al oso de anteojos, el animal que estudia actualmente en calidad de bióloga de campo para la organización peruana sin ánimo de lucro Conservación Amazónica-ACCA y como miembro de la Expedición al Amazonas de la iniciativa Perpetual Planet de Rolex y National Geographic.
El proyecto de investigación, en el que participa más de una docena de científicos, estudia entre otros aspectos el nacimiento del río en la alta montaña, donde la humedad de las nubes y las gotas de nieve derretida forman la cabecera del mayor sistema fluvial de agua dulce del mundo. El papel de los osos de anteojos en este elaborado ecosistema es crucial, cree Pillco. Al comer semillas en las tierras bajas y ascender grandes distancias para defecar en las montañas, estos osos ayudan a preservar los bosques dispersando las semillas de los árboles a cotas más altas y más frías a medida que el clima se calienta.
Pillco sabía que un perro rastreador sería fundamental, y para cuando el año pasado se instaló en su estación de campo y laboratorio de la ladera de la montaña, Ukuku ya estaba perfectamente hecha a su oficio: rastreadora de osos de anteojos, de guardia las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Cuando suena la alarma de la estación, indicando que una cámara trampa ha captado un oso para su estudio y colocación de un collar provisional, los primeros en salir hacia allí, ya sea de día o de noche, son la bióloga quechua y su perrita valiente.