La adopción de las monedas digitales emitidas por bancos centrales (CBDC) avanza, pero no como los bancos quisieran. Estas monedas digitales siguen creando recelo entre muchos usuarios de banca a pesar de que cuentan con el aval de los bancos centrales.
La dificultad de anticipar sus implicaciones para el sistema de pagos global es uno de los escollos que ven los usuarios de banca, junto con la sensación que tienen de perder el control sobre su dinero o al menos de la forma en la que lo han hecho siempre.
Así lo refleja el Informe CBDC o Efectivo Digital de Minsait Payments, que forma parte del estudio que la compañía presenta todos los años sobre Tendencias en Medios de Pago y refleja, además, la preocupación por la privacidad y el control público o la falta de comprensión y de educación financiera y digital de los usuarios como argumentos en contra del uso de estas monedas, así como el impedimento para la futura estandarización de las CBDC, que se posiciona en segundo lugar como una de las limitaciones para la escalada de las monedas digitales, con un porcentaje del 21%.
Los retos tecnológicos y de infraestructura (19%), el riesgo de irrelevancia de la solución (14%) y la eventual resistencia al cambio por parte de las entidades financieras tradicionales (10%) son otros de los aspectos que preocupan a los usuarios de banca.
Por contra, los bancos centrales coinciden en constatar la pertinencia, factibilidad, viabilidad y las implicaciones de contar con una CBDC, siendo las motivaciones distintas según el país o la región.
Según el Informe, las economías más avanzadas buscan en la digitalización de la moneda mejorar la eficiencia de los pagos y confían en su capacidad por poder ser una herramienta más para la innovación y avance en el día a día. Las economías más emergentes, sin embargo, depositan su confianza en ellas como instrumento para la inclusión financiera.
Un tercio de los agentes de la industria de pagos confían en que las CBDC tendrán un rol complementario a las monedas físicas en el futuro más inmediato, no sustitutorio. En la misma línea, el 26% considera que su uso estará limitado a ciertas regiones o países.
El 19% de los expertos encuestados anticipa también que estas monedas se usarán de forma experimental, pero en ningún caso de forma masiva y generalizada, amparados quizás por cierto desconocimiento sobre sus posibilidades.
El caso es que aún se perciben reticencias entre los usuarios y solo un 10% afirma que estas monedas digitales serán esenciales en los próximos diez años.
En cuanto a por dónde transitarán las CBDC, el 43% de los agentes de la industria cree que pasarán por los actuales canales de pago, aunque un 38% estima que serán los usuarios los que elijan en cada momento qué canales usar según cada caso y momento.
Una moneda digital de banco central, o CBDC por sus siglas en inglés (Central Bank Digital Currency), “es una nueva forma de dinero emitida de forma electrónica por un banco central. Los bancos centrales buscan emitir sus propias monedas digitales con el objetivo de mejorar el sistema de pagos, dado el aumento de los pagos electrónicos y el descenso del uso del efectivo, pero también porque la creación de instrumentos electrónicos de pago privados no regulados, como las stablecoins, puede poner en riesgo la estabilidad financiera”.
Así define el Banco de España estas monedas, y recuerda que “en julio de 2021, el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) decidió poner en marcha el proyecto de un euro digital y, actualmente, el BCE se encuentra trabajando en los preparativos de su posible emisión”.