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Brasil llega a la Copa América obligado a reinventarse sin Neymar

Un equipo que se arrastra en el sexto puesto del camino al Mundial 2026. Un récord negativo: la primera derrota como local en las Eliminatorias Sudamericanas. Un director técnico nuevo, reconvertido a plan A de emergencia, tras la negativa del candidato principal. Una ausencia por lesión de su jugador-ícono de los últimos 10 años. Un jugador titular bajo investigación por apuestas. Un estilo de juego en reconstrucción, lejos de sus tiempos de brillo. Parece la presentación de un equipo condenado a la medianía en la Copa América 2024 pero se trata del candidato eterno, Brasil, el único pentacampeón del mundo y la selección más seductora de la historia.

Porque además, y a pesar de las dudas que acumuló en los últimos meses, Brasil siempre presenta cartas propias, distintivas, y las volverá a mostrar en Estados Unidos. A una ya reconocida por todo el mundo, un Vinicius imperial en el Real Madrid que ganó la Liga de Campeones a inicios de este mes, se le suma la irrupción de la nueva promesa del fútbol, Endrick, un delantero de 17 años que acaba de dejar el Palmeiras y que también será compañero de Vini –y de Kylian Mbappé- en el club español tras la Copa América. Tras el debut en el Grupo D ante Costa Rica el lunes 24 y el segundo partido contra Paraguay el viernes 28, la real medida de Brasil se verá el martes 2 de julio frente a Colombia.

El golpe de nocaut contra Croacia en los cuartos de final de Qatar 2022, cuando Brasil quedó eliminado por quinta vez consecutiva contra rivales europeos antes de llegar a la final de la Copa del Mundo, marcó el final del ciclo de Tité, un técnico que entre 2016 y 2022 le había devuelto la confianza futbolística a un país devastado tras el 1-7 ante Alemania en el Mundial 2014. Bajo su conducción, que tuvo un 80% de eficacia –sin correspondencia en los Mundiales 2018 y 2022-, los pentacampeones del mundo ganaron su única Copa América de los últimos 15 años, en 2019.

La Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) intentó reemplazarlo con el italiano Carlo Ancelotti, el técnico del Real Madrid, y llegó a anunciarlo a mediados de 2023. En el medio, durante lo que parecía una transición, durante seis partidos asumió Fernando Diniz, el entrenador brasileño de éxito con su Fluminense de ataque y posesión de pelota. Pero mientras Diniz llevó al Flu a su primera Copa Libertadores, en paralelo con la selección sumó dos derrotas históricas, ante Uruguay en Montevideo -la primera después de 37 partidos de Brasil sin caídas en Eliminatorias-, y contra Argentina en el Maracaná -un revés sin antecedentes para la “canarinha” en los 64 partidos jugados como local desde 1954 en clasificaciones a la Copa del Mundo-. A la espera de la reanudación del camino para 2026, en septiembre, Brasil ocupa un insólito sexto puesto.

Cuando quedó claro que Ancelotti nunca cruzaría el océano, y Brasil se pareció a ese novio que espera en vano a su pareja en altar, la CBF despidió a Diniz y en enero de 2024 anunció la llegada del otro técnico de moda en el fútbol local, aunque con un estilo diferente, Dorival Júnior, de 62 años. Reciente campeón de la Copa Libertadores con Flamengo en 2022 y de la Copa Brasil con Sao Paulo en 2023, se trata de un técnico clásico y conservador al que alguna vez se lo llamó “feijão con arroz” en referencia a la comida básica del pueblo brasileño –porotos con arroz-: un técnico que hace lo simple, sin grandes innovaciones tácticas, pero que le transmite seguridad a los jugadores.

Aun en medio de la incertidumbre, los dos primeros partidos del ciclo de Dorival Júnior, en marzo, dejaron sensaciones positivas: triunfo ante Inglaterra en Londres y empate contra España en Madrid. Con Neymar ausente por una rotura de ligamentos cruzados desde octubre pasado e inactivo hasta agosto, las luces en Estados Unidos recaerá sobre Vinicius, que aún no brilló en la selección brasileña como lo hizo en el Real Madrid pero que en su país igual es idolatrado por su permanente lucha contra el racismo. Le sigue Endrick, un joven con estrella propia que a sus 17 años ya convirtió goles en Wembley y en el Santiago Bernabéu y que en la Copa América usará la camiseta número 9, la histórica de Ronaldo. La 10 será para Rodrygo, también del Real Madrid.

Mientras tanto, en el mediocampo y la defensa, Brasil ya no ostenta los referentes históricos que lució en su pasado, pero ninguna situación es más confusa que la del volante Lucas Paquetá, del West Ham de Inglaterra, sospechado de manipulación de apuestas en la Premier League. Según comunicó la Federación Inglesa de Fútbol (FA) el mes pasado, el brasileño es investigado por haber buscado “de manera intencionada una tarjeta amarilla del árbitro” en al menos cuatro partidos. La alarma se disparó porque, en uno de esos casos, 60 personas en Río de Janeiro habían apostado por una amonestación del jugador y ganaron un total de 100.000 dólares. Según diarios británicos, la FA podría suspenderlo de por vida. Titular en la selección, Lucas Paquetá agradeció la convocatoria de la CBF, que apeló a su “presunción de inocencia”.

En medio de la desconfianza, un histórico de Brasil, Ronaldinho –campeón del mundo en 2022-, sorprendió en las últimas horas al afirmar que le daría la espalda a su selección en la Copa América. “No voy a ver ningún partido de Brasil. Está faltando garra, alegría, jugar bien, fútbol”, dijo el ex Barcelona, aunque pronto se supo que la declaración formaba parte de una campaña publicitaria en búsqueda de baits.

Sin embargo, si durante horas generó una conmoción en su país, al punto que los jugadores le respondieron desde Estados Unidos, fue porque había algo de cierto: este Brasil aún no tiene alegría ni juega bien. A eso va, justamente, el equipo de Dorival Júnior a la Copa América. A volver a ganar, sin lujos. El fútbol feijão con arroz.

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