La llamada a la acción se hace presente en Tacna, donde la comunidad busca unir fuerzas para enfrentar los desafíos y construir un futuro mejor. La distinción entre aliados y cómplices se vuelve crucial en un escenario donde la credibilidad política está en entredicho.
Estoy en Tacna, en Pocollay, regresando como siempre a mi tierra para recordar de dónde vengo y tener claro a dónde voy.
La tarea, sumar a líderes sociales, que han trabajado la problemática del agua, líderes vecinales que abordan los problemas de saneamiento buscando un espacio donde vivir y crecer.
He escuchado sobre los problemas de Zofratacna, lo que significa y las oportunidades que ofrece al país. He escuchado a exalcaldes de Ilabaya frustrados por la burocracia, pero orgullosos a propósito de su aniversario el 25 de junio. He escuchado a actuales y anteriores regidores y consejeros quejarse por esperar que Lima los vea, que el ministro entienda y no busque solo la foto y el reconocimiento.
Entre ellos, un exconsejero que sigue trabajando por su región me dijo: “Yo he sido consejero y le dije al gobernador regional: Soy su aliado, no su cómplice”.
Le pedí permiso para usar este concepto que me parece fundamental.
No se trata de ver en el otro a un enemigo permanentemente; se trata de trabajar juntos, pero que en este estar juntos no exista complicidad por las cosas que no están bien.
En los últimos meses y semanas, hemos visto en el Congreso de la República cómplices. Cómplices al negociar un presidente del Congreso, cómplices en destruir la posibilidad de una minería sana que incluya la minería artesanal e informal con un proceso serio de formalización. Cómplices destruyendo la meritocracia en el magisterio, en la capacidad de la fiscalía para hacer persecución penal y detener al mochilero, pero también al narcotraficante. Cómplices destruyendo la credibilidad de la política.
Lo que necesitamos son aliados. Aliados que, pudiendo pensar distinto, empiecen desde el respeto para construir una política diferente que tenga el bien común como prioridad. Aliados y no cómplices.
Fuente: La República