Bruselas siempre tiene una alerta encendida con Viktor Orbán, pero la sirena suena con más o menos fuerza en función de las circunstancias. Ahora el ruido es ensordecedor: la Comisión Europea ha decidido castigar al primer ministro húngaro y a su Gobierno y no enviará comisarios al país a las cumbres que se organicen allí con razón de la presidencia húngara del Consejo de la UE, que se alargará hasta el 31 de diciembre. Es la respuesta del Ejecutivo comunitario a los viajes de Orbán a Moscú y Pekín para reunirse con Vladimir Putin y con Xi Jinping respectivamente. También se ha visto con Donald Trump en Estados Unidos.
Él lo ha llamado “misión de paz” y de hecho inició esa ronda en una inesperada visita a Kiev, donde se sentó con Volodimir Zelenski. Pero en Bruselas creen que ese primer paso es solo “maquillaje”, según fuentes consultadas por 20minutos. “A la luz de los recientes acontecimientos que marcan el inicio de la Presidencia húngara, la presidenta ha decidido que la Comisión Europea estará representada a nivel de altos funcionarios solo durante las reuniones informales del Consejo“, resumió el portavoz del Ejecutivo comunitario, Eric Mamer, este lunes, en una decisión sin precedentes por parte de la Comisión Europea.
Von der Leyen, además, ‘se carga’ la tradicional visita del Colegio de Comisarios al país que ostenta la presidencia de turno del Consejo. Se da la circunstancia de que, si los plazos se cumplen, sería el primer viaje del nuevo gabinete de la alemana, que prevé salir reelegida en el pleno de esta semana del Parlamento Europeo en Estrasburgo. Pero Hungría se queda ahora mismo apartada de las dinámicas normales de la UE porque la cercanía de Orbán con Putin se ve como un verdadero órdago a las decisiones que ha venido tomando el bloque ante la invasión rusa de Ucrania.
Hay que tener en cuenta en este sentido que el Gobierno húngaro mantiene bloqueadas varias tandas de los 50.000 millones de ayuda a Ucrania aprobados no solo por la Comisión, sino también abrazados por los 26 Estados miembros restantes. De hecho se están manejando escenarios para que Budapest se pueda quedar fuera de esa obligación. Mientras, el Ejecutivo magiar insiste en que ellos son “los únicos” que buscan la paz para Kiev. “Pero nadie nos entiende”, repiten los diplomáticos húngaros en los corrillos en Bruselas mientras insisten en el lema de su presidencia del Consejo: “Hacer Europa grande otra vez”, en una referencia al mensaje de Donald Trump.
El ministro de Asuntos Europeos del Gobierno húngaro, Boka Janos, no tardó en rechazar este boicot. “La Presidencia Húngara del Consejo de la UE de 2024 sigue queriendo cooperar sinceramente con los estados miembro e instituciones de la UE. Han sido invitados a participar en los eventos de la Presidencia para afrontar los retos comunes. Esta tarea y su responsabilidad la comparten todos los Estados miembros e instituciones”, escribió en redes sociales, acusando asimismo a Bruselas de apartar a Hungría del día a día de la Unión: el choque con la Comisión es total, y ahora parece haber alcanzado su punto más álgido.
“La UE es una organización internacional constituida por sus estados miembro. La Comisión es una institución de la UE. La Comisión no puede elegir a su gusto a las instituciones y estados miembros con los que quiere cooperar. ¿Todas las decisiones de la Comisión se basan ahora en consideraciones políticas?“, se preguntó el ministro. A la vez, el resto de instituciones asumen que el semestre húngaro será un momento de parálisis. Algunas fuentes consultadas por este medio matizan, eso sí, que “hay una parte buena” en que este impass con el Consejo “coincida con el inicio de la legislatura” por lo que “la agenda no puede estar demasiado cargada”.
Bruselas deja claro que esta decisión puede alargarse durante toda la presidencia húngara, aunque aspiran a recuperar la normalidad. Orbán ha sido acusado de saltarse los Tratados con su viaje a Moscú porque estos indican expresamente que la presidencia del Consejo no puede tomar decisiones que vayan “en contra de los intereses de la Unión”. Además, los altos cargos como Charles Michel o Josep Borrell le han recordado en las últimas semanas al primer ministro húngaro que “no representa” a la UE en el exterior. Desde antes de que empezase la presidencia varios eurodiputados llamaron al boicot por las dinámicas de Hungría, dijeron, “contra el normal funcionamiento del Estado de derecho”.