Cuando el clic de la ya icónica fotografía captó el momento de un Donald Trump ensangrentado con el puño en alto tras un intento de asesinato su regreso a la Casa Blanca parecía inevitable. Joe Biden seguía en caída libre en las encuestas tras el cataclismo del debate contra Trump y en medio de presiones de su propio partido para que abandonara la carrera presidencial. La campaña del Partido Republicano estaba hecha y los demócratas empezaban a pensar en reestructurar el partido de cara a las elecciones de 2028. Todo parecía perdido, hasta que la retirada del presidente estadounidense en favor de su número dos, Kamala Harris, puso el contador a cero y revivió junto a su compañero de papeleta, Tim Walz, la carrera por la presidencia de Estados Unidos.
Aunque se podía pensar que cualquier reemplazo de Biden iba a provocar un cambio en el apoyo a los demócratas, lo cierto es que la decisión de dar el bastón de mando a Kamala Harris no ha sido una decisión sencilla. La vicepresidenta ha recibido múltiples críticas durante sus años en el Gobierno, entre motivos por sus políticas con la inmigración centroamericana. Además, su popularidad había caído en este tiempo y se le acusaba de no tener un proyecto de país y cambiar mucho de opinión. Por ello, se especuló con la posibilidad de que asumiera la candidatura demócrata Michelle Obama.
Finalmente no fue así. El poco tiempo hasta las elecciones de noviembre aceleró todo y, contra todo pronostico, la llegada de Harris y la elección como ‘ticket presidencial’ de Tim Walz, gobernador de Minnesota y personaje popular en el mundo rural, ha mejorado las previsiones de voto; provocando una ola de optimismo que se ha escenificado en la Convención Nacional Demócrata celebrada esta semana.
Con todo, la carrera electoral sigue estando reñida. Las encuestas publicadas el pasado fin de semana por ABC News, Washington Post y la consultora Ipsos, daban a Harris una ventaja de 50% frente al 45% de Trump. La encuesta de la web FiveThirtyEight da una ventaja de 2,6 puntos a Harris frente a Trump (46,4% la vicepresidenta y 43,8% el magnate). Así mismo, según un agregado de encuestas publicado la semana pasada por The Hill y Decision Desk, Harris superaría a Trump por un 1,8% (49% para la demócrata y el 47% para el republicano).
Con los focos de esta semana puestos en la convención demócrata, tanto Harris como Walz han podido presentarse ante el gran público. Ambos han centrado su discurso en explicar su carrera profesional, política y familiar. En este sentido, grandes figuras como Obama, Clinton e incluso el propio Biden han procurado vender una sensación de unidad que se había perdido en los últimos meses. Los datos publicados en FiveThirtyEight y The New York Times durante la semana de la convención han mantenido una diferencia entre ambos candidatos de un 2%, situando a la demócrata con un 49% frente al 47% del republicano. Por su parte, el agregador de encuestas 270toWin situa a Harris con 47% frente al 45% de Trump.
La euforia demócrata en torno a la formula Harris-Walz es algo que la campaña de Trump no esperaba. Y que por el momento no ha sabido contrarrestar. En este sentido, el primer mitin de Trump al aire libre realizado este jueves tras su intento de asesinato se ha centrado en mensajes catastrofistas y descalificativos contra Harris, una formula parecida a la usada en los últimos meses contra Biden, al que acusaba de tener problemas mentales causados por su edad. En este caso ha cambiado el discurso, no las formas, ya que tanto Harris como Walz tienen 18 años menos que el expresidente.
Trump ha asegurado que si la vicepresidenta Kamala Harris gana en noviembre “la tercera guerra mundial está garantizada” porque “todo lo que toca lo rompe”. Además, se ha referido a la candidata como “camarada Kamala”, haciendo correr la idea de que es comunista, además de calificarla de “lunática radical de izquierdas”. Por su parte, Harris ha abordado someramente su política exterior, asegurando su apoyo a Ucrania y a Israel, aseverando que “es el momento” de conseguir un acuerdo de alto el fuego.
Mientras tanto, el único candidato independiente que seguía en la carrera presidencial con opciones de arañar algún voto era Robert F. Kennedy Jr., sobrino del histórico expresidente estadounidense asesinado. Pese a que se había presentado a las primarias demócratas, este viernes ha renunciado a continuar y ha anunciado que se suma a la campaña de Trump. El expresidente había admitido hacen días estar dispuesto a dar un cargo en su administración a Kennedy, algo que podría haber motivado su renuncia y apoyo al magnate, ya que según recogen varios medios Harris se había negado a darle un puesto. Si esto aumentará las opciones de Trump es algo todavía difícil de prever.
Todavía quedan más de dos meses para que los estadounidense acudan a votar, pero la carrera presidencial de Estados Unidos vuelve a estar abierta. Y podría decidirse con foto finish el cinco de noviembre.