La guerra de los chips entre Estados Unidos y China, enmarcada en la pugna comercial y tecnológica que libran ambas potencias, está recrudeciéndose poco a poco. La habilidad de Pekín para sortear el muro de sanciones impuestas por EEUU y sus aliados ha obligado a la Casa Blanca a reforzar el tabique de restricciones. Así, ha iniciado conversaciones con sus socios en el mercado de los semiconductores, con el objetivo de presionarles para que refuercen sus sanciones a las exportaciones de materiales que pueden conducir a China a la fabricación de chips de última generación. Washington no se ha andado con rodeos, y ha dejado la puerta abierta a aplicar posibles medidas unilaterales sobre aquellos países que no se alineen con la estrategia estadounidense. Estas amenazas parecen haber surtido efecto recientemente con Países Bajos, sin embargo, Corea del Sur ha dejado claro que es un hueso mucho más duro de roer.
A veces los mensajes más potentes son pronunciados con una sencilla metáfora. Es lo que ha hecho recientemente Cheong Inkyo, ministro de comercio surcoreano, al afirmar que los países y compañías que intentan, de buena fe, cumplir con Estados Unidos, deben ser persuadidos con algún tipo de zanahoria. Así lo ha señalado en la primera entrevista que ha concedido desde que tomó posesión de su cargo en enero, indicando que estas zanahorias contribuirían a que la política estadounidense fuera adoptada más fácilmente.
Con esta declaración, Seúl marca territorio y deja claro a Washington los términos en los que hay que conversar. Corea del Sur es el segundo mayor productor de semiconductores del mundo, tras Taiwán, superando a Japón, EEUU y China. Además, el país asiático encabeza la fabricación de memorias para chips a nivel global, concentrando un 60% de la producción. Además, Corea del Sur concentra el 70% de las memorias DRAM y NAND, elementos clave para incrementar la velocidad de la computación de los chips en el entrenamiento de la IA.
El músculo surcoreano en materia de chips es vigoroso, Inkyo lo sabe y la metáfora de la zanahoria es una manera de mostrarlo. La figura literaria del herbáceo también contiene un segundo mensaje: convencer a las potentes compañías surcoreanas. Aquí hay dos nombres propios, Samsung y SK Hynx, firmas que se reparten casi tres tercios del mercado de memoria DRAM, usada para la memoria de alto ancho de banda. Se trata de dos compañías que han logrado numerosas concesiones por parte de EEUU en relación con sus negocios con China. Por ejemplo, el año pasado, Washington otorgó exenciones indefinidas a ambas firmas para enviar equipamiento a sus plantas en suelo chino.
La clave reside en la estrecha relación comercial entre Seúl y Pekín. El propio Inkyo señaló que Corea del Sur tenía un vínculo más cercano con China que con cualquier otro país en la época de la globalización. Esta conexión se clave en el ámbito de los semiconductores, ya que el país gobernado por Xi Jinping concentra casi la mitad de de las exportaciones surcoreanas de chips. De hecho, en el primer semestre de este año, las ventas de Samsung y SK Hynx hacia China aumentaron un 82% y un 122% respectivamente.
Esta situación parece haber alarmado a EEUU, que también ha logrado, en los últimos años, incrementar su importancia como socio comercial de Corea del Sur en el ámbito de los chips. Sin embargo, la Administración Biden quiere dejarlo todo atado y bien atado antes de la celebración de las elecciones, y para ello está decidido a utilizar un tono duro. En este sentido, la Casa Blanca no ha dudado en sugerir la aplicación de la regla FDPR (Regla del Producto Directo Extranjero, en castellano), la cual permite a Washington vetar la venta de cualquier producto que pueda poseer la más pequeña pieza originaria en EEUU, incluyendo aquellos fabricados en el extranjero.
Con esta carta sobre la mesa, EEUU logró que Países Bajos accediera a estudiar la revocación de las licencias de mantenimiento de ASML en sus plantas en China. Ello supondría un duro golpe al desarrollo de chips de Pekín, el cual necesita las herramientas de litografía de la firma neerlandesa. Sin embargo, con Seúl las cosas no parecen ser tan sencillas y todo apunta a que Washington tendrá que ceder para lograr su objetivo. Especialmente porque el gobierno surcoreano sabe que los demócratas pueden abandonar la Casa Blanca el próximo mes de noviembre.
En esta línea, según un informe de Citi, una victoria de Donald Trump podría beneficiar a Corea del Sur mediante un incremento de las exportaciones estadounidenses de chips surcoreanos, en sustitución de una disminución de ventas hacia China. El documento, por contra, señala que una victoria de Kamala Harris podría acarrear un incremento de los impuestos que podría minar a los intereses de las empresas de Seúl.
Sin embargo, no está claro que un cambio de gobierno pueda modificar tanto las cosas, teniendo en cuenta que fue Donald Trump quien inició la guerra comercial con China en 2018, pugna que ha sido continuada y recrudecida por la Administración Biden.