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Opinión

Tribuno: Si el Perú, quiere transitar un camino de prosperidad en democracia, tiene que prescindir del fujimorismo en todas su vertientes.

En los últimos 30 años, Perú ha sido testigo de un fenómeno político que ha marcado su historia: el fujimorismo. Este movimiento ha operado como uno de los protagonistas en la escena política, ya sea en el gobierno o en la oposición, e implantando una cultura de “todo vale”. El copamiento de nuestras instituciones cuando esta en el gobierno  y un manejo mafioso del poder han permeado todos los rincones de la vida nacional. Es hora de reflexionar y actuar, porque el futuro de nuestro país depende de nuestra capacidad de resistir y transformar y superar esta realidad.

  1. La sombra del fujimorismo: El fujimorismo no es solo un partido; es un sistema que ha sabido adaptarse y perpetuarse. Bajo su influencia, hemos visto cómo la separación de poderes se ha desvanecido, y el respeto a la opinión pública ha sido sustituido por el autoritarismo. Los métodos de corrupción han erosionado nuestras instituciones, convirtiendo la política en un juego de intereses y dádivas. ¿Hasta cuándo permitiremos que esto continúe?
  2. Los diversos rostros del fujimorismo: Debemos estar alerta, porque el fujimorismo no solo se presenta como un ente monolítico. Partidos como Renovación Popular, Alianza para el Progreso y Avanza País, entre otros, son solo variaciones del mismo patrón fujimorista. Se presentan vergonzosamente como alternativas, pero en su núcleo son profundamente fujimoristas. No podemos permitir que estos “nuevos” fujimorismos se vendan electoralmente como opciones distintas y se cuelen en el proceso electoral engañando a la población.
  3. La cultura del “todo vale”: Este fenómeno ha normalizado prácticas que deberían ser inaceptables. Las instituciones que deberían protegernos —la prensa, el poder judicial, el Ministerio Público, las fuerzas armadas— no deberían ser cooptadas, sometidas a un poder que compra lealtades con millones en sobornos.
  4. La decepción de la derecha liberal: La triste realidad es que la derecha liberal, que debería ser una alternativa  al fujimorismo, no ha logrado ser una alternativa política sólida y moderna para el país. En lugar de articular un partido de derecha que represente verdaderamente los intereses de la población, el poder económico  se ha visto involucrado en financiar al fujimorismo y en mantener un statu quo que no sirve a nadie. ¿Dónde están las voces decentes de la derecha que deberían liderar el cambio?
  5. Consecuencias sociales y el costo del silencio: La indignación  de la población  respecto a lo que tenemos como mapa y realidad politica , tiene que expresarse  en una actitud responsable, no se puede seguir apostando por los mismo actores políticos,  que al influjo de una publicidad engañosa,  suelen convencer  a miles de peruanos, para votar por los mismos,   perpetuando la agonía política  del país, que no puede salir de ese cirulo vicioso al que nos han llevado.
  6. Una propuesta de cambio: Lo que necesitamos es una limpieza política profunda. Un esfuerzo de rejuvenecimiento moral que nos permita reconstruir nuestras instituciones y nuestro sentido de pertenencia como ciudadanos. Es urgente que la unión de fuerzas políticas de centro-izquierda, centro-derecha y centro  se convierta  en una real alternativa  de gobierno del  26, así como un  partido de  derecha  y otro de  izquierda, es la clave para encaminar al país hacia una ruta de crecimiento y orden. Este es el momento de dar al gran viraje  en la vida politica  del Perú.

Hoy, más que nunca, necesitamos unirnos en un solo clamor: ¡Basta ya! Es tiempo de dejar atrás la oscuridad  y de luchar por un Perú más justo y transparente. Cada uno de nosotros tiene un papel crucial que desempeñar en este proceso. No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras nuestra nación se desmorona. Es hora de tomar el compromiso, de involucrarnos y de forjar juntos un nuevo camino.

 

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