Empiezas con un ‘bona’ —un cigarro de cannabis— para poder dormir y terminas dejando los estudios”, advierte Sofía, ex consumidora, al describir cómo el consumo de esta sustancia puede escalar rápidamente. El uso de marihuana y alcohol entre los jóvenes no es una moda pasajera, sino un problema que afecta gravemente su salud mental y física. Lo que comienza como una diversión o un alivio momentáneo esconde consecuencias graves y duraderas, especialmente durante la adolescencia, una etapa crítica para el desarrollo.
El consumo de alcohol y cannabis empieza a edades cada vez más tempranas, entre los 13 y 14 años, lo que representa un grave problema de salud pública. Comienza como una simple “prueba” o por curiosidad, pero puede evolucionar rápidamente hacia una adicción. , psiquiatra y miembro del IDIBAPS del Hospital Clínic Barcelona, advierte: “El consumo frecuente durante la adolescencia puede llevar a una reducción permanente de las capacidades cognitivas y al fracaso académico”. Dado que el cerebro está en pleno desarrollo durante esta etapa, es especialmente vulnerable a los efectos de las sustancias psicoactivas.
Los jóvenes y su entorno más cercano suelen ignorar cuándo el consumo de estas sustancias se convierte en un problema. “La mayoría de las personas no saben si ellas mismas o sus amigos tienen un consumo de alto riesgo”, señala el doctor Antoni Gual, jefe de la Unidad de Conductas Adictivas del Hospital Clínic Barcelona. Esta falta de conciencia, sumada a la normalización del consumo en contextos sociales como fiestas o reuniones, facilita el desarrollo de graves problemas de salud.
El impacto del alcohol y el cannabis en la salud de los jóvenes no debe subestimarse. El consumo frecuente de alcohol puede dañar órganos vitales como el hígado, el corazón y el cerebro, además de estar vinculado con trastornos mentales como la depresión y la ansiedad. Los riesgos del consumo regular de cannabis son igualmente graves. “El consumo de más de cuatro porros a la semana puede desencadenar problemas de salud mental graves”, advierte el doctor Joaquim Raduà. Investigaciones revelan que el consumo frecuente de cannabis durante la adolescencia puede provocar enfermedades mentales a largo plazo, como la esquizofrenia o los trastornos psicóticos, afectando la sincronización de las neuronas del hipocampo y comprometiendo tanto la memoria como otras funciones cognitivas.
Uno de los mayores retos para combatir el consumo problemático de estas sustancias es la falta de información. Como señala jefe del servicio de psiquiatría y psicología del Hospital Clínic Barcelona, “hablar sobre drogas no promueve su uso; al contrario, reduce el estigma y facilita que quienes tienen un problema busquen ayuda”. Proporcionar información que permita educar a los jóvenes sobre los riesgos de estas sustancias es clave para enfrentar el consumo problemático.
Además, es fundamental que esta información sea accesible, clara y empática. El verdadero desafío es cambiar la narrativa que rodea al consumo de alcohol y cannabis entre los jóvenes. No se trata de demonizar estas sustancias, sino de ofrecer información clara y basada en evidencia para que los jóvenes comprendan las consecuencias del consumo frecuente y puedan tomar decisiones informadas.“>
La prevención requiere el compromiso de toda la sociedad, incluidos los jóvenes. El consumo temprano del alcohol y el cannabis puede tener consecuencias irreversibles, por lo que es esencial hablar sobre el tema, educar y regular su consumo. En última instancia, la clave para reducir el impacto del consumo problemático está en la educación y el diálogo abierto. Solo así se puede avanzar hacia una sociedad más informada y responsable, protegiendo a los jóvenes de los riesgos asociados a estas sustancias.
