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Xiomara Castro: cómo Honduras se convirtió en un “aliado incómodo” de EE.UU. (y qué puede cambiar con una presidencia de izquierda)

Cuando el jefe de la diplomacia de Estados Unidos, Antony Blinken, felicitó a Xiomara Castro por su histórica victoria en las elecciones presidenciales de Honduras, advirtió que ambos países “disfrutan de una relación de larga data”.

“Esperamos trabajar con el próximo gobierno de Honduras”, dijo el secretario de Estado de EE.UU. en un comunicado emitido en la noche del martes, tras confirmarse el triunfo de Castro, con quien la izquierda volverá al poder en el país centroamericano.

Aunque el texto no lo diga, Washington considera a Tegucigalpa un aliado en temas prioritarios para la Casa Blanca como el control de la migración y del narcotráfico.

Sin embargo, los últimos 12 años de gobierno conservador en Honduras estuvieron marcados por escándalos de corrupción y narcotráfico que involucraron al actual presidente Juan Orlando Hernández y a algunos de sus allegados.

El propio Hernández fue señalado por fiscales de EE.UU. como co-conspirador durante un juicio por narcotráfico a su hermano Tony, condenado a cadena perpetua en marzo en Nueva York.

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Antony Blinken
El jefe de la diplomacia de EE.UU., Antony Blinken, fue uno de los primeros en felicitar a Xiomara Castro por su histórica victoria en las elecciones presidenciales de Honduras.

Ningún cargo formal ha sido presentado hasta ahora contra el presidente Hernández, quien niega tener vínculos con el tráfico de drogas y asegura combatirlo.

Pero Honduras se ha vuelto “un aliado molesto” para EE.UU., sostiene Juan Jiménez Mayor, un exministro de Justicia peruano que encabezó la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (Maccih) entre 2016 y 2018.

“La posición estratégica de Honduras en Centroamérica (en concreto por su vecindad con Nicaragua) lo hace indispensable, más aún en el escenario actual como se viene descomponiendo el Triángulo Norte”, le dice Jiménez Mayor a BBC Mundo, en referencia al área que forman Honduras, Guatemala y El Salvador.

La pregunta es qué puede cambiar en la relación entre EE.UU. y Honduras cuando la izquierdista Castro asuma el 27 de enero como primera presidenta mujer en la historia de este país.

“La vista gorda”

En los últimos años, la Casa Blanca ha evitado confrontar abiertamente con el gobierno de Honduras pese a las señales inquietantes que recibía desde allí.

Juan Orlando Hernández, Joe Biden. Guatemala, marzo 2, 2015
Los últimos 12 años de gobierno conservador en Honduras estuvieron marcados por escándalos de corrupción y narcotráfico que involucraron al actual presidente Juan Orlando Hernández (izq.).

Después de que el entonces presidente hondureño Manuel Zelaya, esposo de Castro, fuera derrocado en un golpe en 2009, EE.UU. apoyó las polémicas elecciones que dieron el poder al Partido Nacional de Hernández.

En 2017 Washington fue acusado de guardar silencio ante la crisis política que estalló en Honduras cuando la oposición denunció fraude en la reelección de Hernández y murieron más de 20 personas en enfrentamientos de policías con manifestantes.

Luego comenzaron los juicios a Tony Hernández y otros hondureños en EE.UU., donde aparecieron testimonios de sobornos y participación del presidente Hernández en conspiraciones con narcos.

Los fiscales estadounidenses abrieron una investigación sobre el mandatario, mientras senadores demócratas propusieron este año cortar la ayuda a Honduras y sancionar a Hernández ante la evidencia de que “se ha involucrado en un patrón de actividad criminal”.

El mandatario evitó renovar en 2020 el mandato de la Maccih, que había sido creada con el apoyo de EE.UU. y la Organización de Estados Americanos, y que contribuyó a investigar a decenas de funcionarios del gobierno hondureño.

Sin embargo, Hernández se mostró como un aliado de Washington en temas de seguridad y, junto a sus pares del Triángulo Norte, firmó en 2019 acuerdos con el gobierno de Donald Trump para evitar que los migrantes buscaran asilo en EE.UU. antes de hacerlo en otros países.

“EE.UU. ha tenido que hacer la vista gorda pues el gobierno de Honduras tuvo una posición esquizofrénica o bipolar; es decir, hacían ciertas cosas que eran lo que se esperaba y otras que no”, señala Jiménez Mayor.

Si bien el gobierno de Joe Biden puso paños fríos a la relación con Hernández, ha buscado el apoyo de Honduras para intentar reducir la creciente salida de migrantes de ese país, con un aumento de la presencia de fuerzas de seguridad en su fronteras.

Golpeada por una crisis económica y dos huracanes recientes, Honduras es después de México el principal origen de migrantes que intentan cruzar la frontera sur de EE.UU., un tema sensible en la política doméstica de este país.

Una inundación en Honduras
La ausencia del Estado tras la devastación dejada en Honduras por los huracanes Eta y Iota a finales de 2020 fue un factor determinante en la victoria de Xiomara Castro.

“(Honduras) es un país pobre y pequeño, pero por la razón principal de la migración a EE.UU. sigue siendo importante para el Departamento de Estado”, dice Alan McPherson, experto en historia de las relaciones de EE.UU. con América Latina y director del Centro para el estudio de la fuerza y la diplomacia en la Universidad de Temple.

“Una relación pragmática”

Los analistas prevén que Washington y Castro intentarán poner de lado sus diferencias del pasado, incluida la etapa posterior al golpe de 2009 en Honduras cuando Biden era vicepresidente de EE.UU., para trabajar en temas de mutuo interés.

En su comunicado del martes, Blinken dijo que EE.UU. “seguirá apoyando a Honduras en el fortalecimiento de sus instituciones democráticas, la promoción del crecimiento económico y la lucha contra la corrupción”.

En otra señal de la importancia que Washington le da al país centroamericano, el subsecretario de Estado para América Latina, Brian Nichols, viajó allí la semana pasada para alentar que las elecciones fueran “pacíficas y transparentes”.

Nichols fue a Honduras acompañado por Mileydi Guilarte, una alta funcionaria para América Latina de la agencia de ayuda exterior estadounidense Usaid, y mantuvo contactos con distintos actores, aunque evitó hacerlo con Hernández.

Migrante hondureño deportado a Honduras desde Estados Unidos. 2013.
La gran cantidad de migrantes que salen desde Honduras y otros países centroamericanos con destino a EE.UU. es uno de los puntos de preocupación común de Washington y Tegucigalpa.

Castro, por su lado, dijo durante la campaña que en los primeros 100 días de su gobierno diseñará un plan para abordar “las verdaderas causas de la migración” que presentará al gobierno de EE.UU.

Tanto ella como Biden coinciden en que detrás de esas causas hay problemas como la pobreza, la violencia y la corrupción, aunque Castro también ha dicho que EE.UU. debe reconocer que tiene “parte de responsabilidad” por lo que ocurre en Honduras.

Zelaya también ha dicho que aspira a que EE.UU. pueda trabajar con el gobierno de su esposa.

“Creo que va a ser en gran medida una relación pragmática basada en el comercio, la cuestiones migratorias, la violencia de las pandillas: problemas reales que la gente tiene que tratar en vez de cualquier tipo de venganza mezquina por (cosas que ocurrieron) hace una docena de años”, le dice McPherson a BBC Mundo.

También cree que sería más probable que un gobierno izquierdista en Honduras acceda a un eventual pedido de extradición de Hernández por parte de EE.UU.

Xiomara Castro en campaña

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pero Washington también buscará determinar hasta dónde irá el giro a la izquierda de Honduras con su próximo gobierno, así como sus relaciones con Venezuela, Cuba y Nicaragua, cuyos gobiernos saludaron a Castro antes que Blinken.

La presidenta electa indicó en su campaña que buscaría establecer vínculos formales con China continental, lo que implicaría romper la histórica relación que Honduras tiene con Taiwán.

Aunque eso iría en contra de los intereses de EE.UU., desde el partido de Castro han dicho que quieren mantener los lazos con Taiwán y algunos expertos descartan que el asunto pueda complicar el vínculo con el gobierno de Biden.

“Me imaginaría que (EE.UU.) va a tratar de acercarles (a Honduras) el financiamiento que China les pueda ofrecer por otras vías y cosas de esa índole. No creo que vaya a marcar la relación bilateral con Honduras. No va a ser el punto esencial”, le dice Jorge Guajardo, un exembajador de México en China, a BBC Mundo.

Manuel Zelaya y Hugo Chávez
El expresidente Manuel Zelaya, esposo de Xiomara Castro, ha sostenido que sus vínculos con Hugo Chávez le costaron la presidencia en 2009.

En momentos en que EE.UU. observa varios retos en Centroamérica, como gobiernos autoritarios y un deterioro del Estado de derecho, algunos advierten que el gobierno de Biden debería evitar el antagonismo con el próximo gobierno hondureño.

“Es hora de la diplomacia pragmática y no de enfrentamiento”, señala Jiménez Mayor. “Por supuesto que eso aplica también para el gobierno de Honduras, que debería ser razonable”.

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