En el mundo de la política, no todas las batallas se libran en las urnas. A veces, la guerra más dura es la que se da en los medios de comunicación, donde la imagen de un candidato puede ser construida o destruida en cuestión de minutos. Este parece ser el caso de Rafael Belaúnde, candidato presidencial por Libertad Popular, quien recientemente fue objeto de una jugada por parte de periodistas funcionales a los intereses de los llamados “fachosaurios”.
El error que eclipsó las propuestas
En una entrevista con el periodista Paolo Benza en Beonoticias, Belaúnde cometió un error que rápidamente se convirtió en tendencia: no supo precisar el monto del sueldo mínimo, el costo del pasaje del Metropolitano ni el precio del kilo de azúcar. Sus respuestas, aunque honestas, fueron utilizadas como munición para cuestionar su conexión con las necesidades del “peruano de a pie”.
El candidato no intentó evadir su equivocación. En un comunicado público, Belaúnde reconoció su error y pidió disculpas, destacando que su empresa no paga sueldos mínimos y que, por ello, no tenía la cifra exacta en mente. Sin embargo, este gesto de transparencia fue opacado por una narrativa mediática que buscaba reducir su candidatura a un simple “fuera de touch”.
La estrategia de los “fachosaurios”
Lo que llama la atención no es el error en sí, sino cómo ciertos medios y periodistas alineados con los intereses de los “fachosaurios” aprovecharon el momento para desviar la atención de lo realmente importante: las propuestas políticas de Belaúnde y su visión para el país.
Los “fachosaurios”, caracterizados por su autoritarismo, su desprecio por la democracia y su uso de tácticas violentas, ven en figuras como Belaúnde una amenaza. Él representa una derecha democrática, moderna y alejada de los extremismos que ellos promueven. Por eso, su estrategia no es debatir ideas, sino desacreditar al oponente.
En lugar de preguntarle sobre sus planes para combatir la inseguridad, reactivar la economía o fortalecer las instituciones, los periodistas afines a estos grupos prefieren centrarse en preguntas trampa que buscan exponer supuestas “debilidades”. El objetivo es claro: anular cualquier alternativa política que no se alinee con su agenda autoritaria.
El doble rasero mediático
Resulta curioso que estos mismos medios no apliquen el mismo nivel de escrutinio a los candidatos afines a los “fachosaurios”. Mientras Belaúnde es crucificado por no saber el precio del azúcar, otros políticos con historiales cuestionables o propuestas vagas pasan desapercibidos.
Este doble rasero no es casualidad. Los “fachosaurios” necesitan debilitar a cualquier figura que represente una alternativa seria y democrática. Su juego no es ganar con ideas, sino deslegitimar a quienes no piensan como ellos.
La importancia de una derecha democrática
En un contexto donde los extremismos ganan terreno, la consolidación de una derecha democrática como la que representa Belaúnde es más necesaria que nunca. Su enfoque en la seguridad ciudadana, la reactivación económica y el fortalecimiento institucional ofrece una alternativa viable frente a los discursos polarizadores y autoritarios de los “fachosaurios”.
Sin embargo, para que esta propuesta llegue a la ciudadanía, es crucial que los medios de comunicación actúen con responsabilidad. En lugar de centrarse en errores menores, deberían facilitar un debate serio sobre las ideas y los proyectos que cada candidato ofrece.
La política no debería ser un juego de “gotcha” donde lo único que importa es atrapar al candidato en un error. Debería ser un espacio para discutir propuestas, contrastar visiones y construir soluciones. Los intentos por desacreditar a figuras como Rafael Belaúnde no solo son injustos, sino que representan un peligro para la democracia.
Los peruanos merecen un debate político serio y constructivo, no una campaña de desprestigio orquestada por quienes buscan imponer su agenda autoritaria. La derecha democrática tiene mucho que aportar, y es tarea de todos asegurarnos de que su voz no sea silenciada por los intereses de los “fachosaurios”.
