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Opinión

Los “fachosaurios” y la violencia como alma de su propuesta politica

En el contexto político contemporáneo, el término “fachosaurios” ha emergido como una metáfora poderosa para describir a aquellos grupos o individuos que, desde posiciones autoritarias o ultraconservadoras, utilizan la violencia —tanto física como simbólica— como herramienta de convencimiento, sometimiento e intimidación. Estos actores, lejos de ser reliquias del pasado, han encontrado en las redes sociales y en las tecnologías digitales un nuevo campo de batalla para perpetuar su influencia y destruir a sus opositores.

Fundamentos teóricos de los “fachosaurios”

  1. La violencia como instrumento de poder:
    La violencia, en sus múltiples formas, ha sido históricamente un mecanismo de control y dominación. Los “fachosaurios” no son una excepción. Utilizan la violencia física (a través de grupos de choque o fuerzas provocadoras) y la violencia simbólica (mediante discursos de odio, estigmatización y deshumanización del oponente) para imponer su agenda y silenciar a quienes se les oponen. Esta violencia no solo busca intimidar, sino también normalizar el miedo y la sumisión en la sociedad.
  2. Grupos de choque y fuerzas provocadoras:
    Los “fachosaurios” suelen operar a través de grupos organizados que actúan como brazo ejecutor de sus intereses. Estos grupos, ya sean paramilitares, milicias urbanas o bandas organizadas, tienen como objetivo desestabilizar a los opositores, generar caos y crear un clima de inseguridad que justifique medidas autoritarias. En el ámbito digital, estos grupos se traducen en ejércitos de trolls y bots que atacan, difaman y acosan a quienes desafían el statu quo.
  3. Las redes sociales como campo de batalla:
    Con el auge de las redes sociales, los “fachosaurios” han encontrado un espacio fértil para expandir su influencia. A través de inversiones millonarias en campañas de desinformación, manipulación de algoritmos y creación de contenido viral, estos actores buscan controlar la narrativa pública. Los trolls y los bots son sus soldados digitales, encargados de saturar las redes con mensajes que desacreditan, ridiculizan o amenazan a los opositores. El objetivo es claro: generar una percepción de consenso artificial y silenciar las voces disidentes.
  4. La preeminencia de los bots y los ejércitos digitales:
    Los bots, programas automatizados diseñados para simular interacciones humanas, son una herramienta clave en el arsenal de los “fachosaurios”. Estos no solo amplifican mensajes propagandísticos, sino que también crean la ilusión de un apoyo masivo a ciertas ideas o figuras políticas. Junto a ellos, miles de cibernautas —algunos pagados, otros voluntarios— actúan como tropas de asalto, atacando a los opositores con mensajes de odio, acoso y desinformación. Esta estrategia no solo busca destruir reputaciones, sino también agotar emocional y mentalmente a quienes se atreven a desafiar el poder establecido.
  5. La destrucción del oponente:
    El objetivo final de los “fachosaurios” es la aniquilación simbólica y, en algunos casos, física de sus opositores. En el ámbito digital, esto se traduce en campañas de cancelación, doxxing (revelación de información privada) y acoso masivo. En el mundo físico, puede implicar la criminalización de la protesta, la persecución política e incluso la violencia directa. La idea es enviar un mensaje claro: quien se oponga al poder será destruido.

Reflexiones críticas

La teoría de los “fachosaurios” nos obliga a reflexionar sobre el papel de la violencia en la política contemporánea y sobre cómo las nuevas tecnologías han amplificado su alcance. Las redes sociales, lejos de ser un espacio neutral, se han convertido en un campo de batalla donde se libran guerras de narrativas y donde la desinformación y el odio son armas poderosas.

Sin embargo, también es importante reconocer que los “fachosaurios” no son invencibles. La resistencia a su influencia requiere de una ciudadanía informada, crítica y organizada. Frente a la violencia física, la respuesta debe ser la defensa de los derechos humanos y el Estado de derecho. Frente a la violencia digital, es necesario promover la alfabetización mediática, la transparencia en el uso de algoritmos y la regulación de las plataformas tecnológicas.

En última instancia, la lucha contra los “fachosaurios” es una lucha por la democracia. Es un recordatorio de que la libertad y la justicia no son conquistas definitivas, sino batallas que deben librarse cada día. Y en esa batalla, la palabra, la verdad y la solidaridad son nuestras armas más poderosas.

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