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Nayib Bukele revoluciona la industria de las criptomonedas

Al anunciar su ‘Bitcoin City’, Nayib Bukele, presidente de El Salvador, revolucionó la industria de las criptomonedas. Pero tras toda la fanfarria hay un líder autoritario en apuros económicos

Foto: Uno de los asistentes a 'LaBitConf' se hace un selfi con el presidente Nayib Bukele de fondo. (EFE/Rodrigo Sura)
Uno de los asistentes a ‘LaBitConf’ se hace un selfi con el presidente Nayib Bukele de fondo. (EFE/Rodrigo Sura)

En una pantalla colocada en un pequeño escenario playero, frente a cientos de personas que vienen de todas partes del mundo, aparece un platillo volante digital (evocando al ya famoso ‘metaverso‘) y de él se baja, entre un espectáculo de fuegos artificiales, humo y música de AC/DC, la estrella indiscutible del evento. Luce la gorra para atrás, viste completamente de blanco y detrás de el, en gigantescas letras mayúsculas, se lee “EL PRESIDENTE”. El público enloquece.

Puede parecer la escena de un gran concierto de rock, pero solo es una conferencia sobre bitcoin. Protagonizada, eso sí, por el último gurú de las criptomonedas, un político acusado internacionalmente de violar el Estado de derecho y que se autodenomina como “el dictador más cool del mundo”, pero que ha caído en gracia en una comunidad llena de dinero y en pleno auge: Nayib Bukele, el presidente de El Salvador.

Desde este verano, el mandatario de 40 años se ha convertido en el político más importante para los defensores del bitcoin. Es el único jefe de Estado que ha colocado esta criptomoneda como divisa de curso legal en su país, una maniobra con la que busca dar la vuelta a la situación de pobreza que viven los salvadoreños. O eso es lo que aseguran él y sus seguidores. Porque mientras en el mundillo ‘cripto’ sus legiones no paran de crecer, analistas de El Salvador y defensores de los derechos humanos de todo el mundo le acusan de estar ahogando la democracia y de introducir la divisa con calzador mediante una ley impopular, más llena de marketing que de cualquier tipo de utilidad y con demasiado oscurantismo de por medio.

Foto: Nayib Bukele. Foto: Reuters.
Bitcoin como moneda legal: el experimento de El Salvador que tiene en vilo al mundo
Guillermo Cid

Menos de 3 meses después de adoptar el bitcoin como moneda oficial, Bukele anunció el pasado 20 de noviembre, tras su entrada de ‘rockstar’ en la conferencia ‘Labitconf’, la construcción de ‘Bitcoin City’, una ciudad de ensueño en la que el único impuesto será el IVA y que, colocada a las faldas del volcán Conchagua, en el extremo oriental de El Salvador, sacará toda su energía de la geotermia. ¿Cómo se pagará? Nada de ideas tradicionales, solo nuevos ‘bonos bitcoin’ equivalentes a unos 1.000 millones de dólares abonados por todo el que quiera participar, sin restricciones. El anuncio es rompedor y llena redes sociales y medios de comunicación. También llega a España, con muchos influencers del sector haciéndose eco y aupando su idea.

El discurso del presidente, rodeado de inversores y fanáticos extranjeros, es en inglés y está lleno de promesas de beneficios fiscales y libertad, un concepto central para el mundo de las criptomonedas, cuyos integrantes sueñan con un sistema financiero libre de la intromisión gubernamental. Pero las palabras del mandatario chocan con la propuesta de su Gobierno, días antes, la Ley de Regulación de Agentes Extranjeros. Un proyecto que plantea un impuesto del 40% de las donaciones provenientes del extranjero y sanciona con pena de cárcel a representantes de ONG que “ejecuten actos que contravengan el orden público, la seguridad nacional o soberanía del Estado, valiéndose para ello de fondos recibidos por mandante extranjero”.

Esa es la doble cara de Bukele. Para gran parte de la comunidad ‘cripto’, entre ellos varios multimillonarios, es un revolucionario que intenta cambiar las reglas del juego adoptando la tecnología del futuro y saliéndose del sistema establecido; para otros muchos, entre ellos países como Estados Unidos o Alemania, es un líder autoritario que está poniendo en peligro la democracia salvadoreña, y también su economía a largo plazo. Pero ¿qué busca el presidente? ¿Es un “nuevo George Washington” (como han llegado a definirle sus seguidores más acérrimos) o solo un aspirante a dictador?

El mito fundacional

Antes de llegar a esto, toca echar la mirada atrás. Toda gran historia tiene su inicio y en esta el punto de partida es una playa llamada El Zonte. Allí, en una pobre zona costera al sur de San Salvador, un grupo de entusiastas estadounidenses comenzaron ‘Bitcoin Beach’, ayudando a una comunidad desfavorecida que salió adelante gracias a la moneda digital. Sus habitantes escaparon de las ataduras de la economía dolarizada de su país y consiguieron montar una local, propia, pseudobancarizada, apoyada por una divisa digital y que, además, atraía a más y más turistas con dinero. ¿Lo más sorprendente? Todo esto pudo lograrse gracias a una enorme donación anónima de bitcoins cuyo responsable, a día de hoy, continúa siendo un misterio.

Un pueblo salvado gracias a un misterioso benefactor y a la moneda del futuro. Esa es la narrativa fundacional del bitcoin en El Salvador. La realidad puede ser algo menos glamurosa.

Como recuerda Nelson Rauda, periodista del medio salvadoreño ‘El Faro’, cuando ‘Bitcoin Beach’ fue fundada Bukele ni siquiera estaba en la presidencia y la idea de que fue alguien anónimo quién encendió la mecha también arroja muchas dudas. “Eso se dice y no hay forma de desmentirlo, pero mucha gente opina que fue el propio Mike Peterson, un empresario estadounidense con intereses en la zona, el que hizo la supuesta donación para impulsar el proyecto y la llegada de extranjeros atraídos por el bitcoin”, relata en entrevista con El Confidencial.

placeholderConferencia bitcoin en El Zonte. (Reuters)
Conferencia bitcoin en El Zonte. (Reuters)

Según explica Rauda, Bukele no se interesó por la criptodivisa seriamente hasta mucho después, poco antes de anunciar la Ley Bitcoin que hizo saltar por los aires la industria este mismo verano. “Ni en sus programas ni en su Twitter se encuentra apenas menciones al bitcoin. Vamos, muchos de nosotros no sabíamos ni lo que era eso hasta este verano, no lo habíamos escuchado nunca. La noticia de Bukele nos pilló por sorpresa”. ¿Y a qué se debe este cambio? Para el periodista salvadoreño, a una mezcla de oportunismo y necesidad.

Bukele anuncia su proyecto el 7 de junio en medio de una conferencia en la ciudad estadounidense de Miami. Lo hace entrando por videollamada en medio de la ponencia de Jack Mallers, un joven de 18 años, CEO de la aplicación de pagos ‘cripto’ Strike y conocido por ser uno de los entusiastas de ‘Bitcoin Beach’ —aunque, a día de hoy, ha desaparecido por completo de la foto salvadoreña, nadie sabe muy bien por qué—. La fecha no es casual. Coincide con la gran ola alcista de las criptomonedas y también, lo que puede ser aún más importante, con las negociaciones de El Salvador para conseguir financiación internacional tras la dura pandemia.

Desde ese día, Bukele comienza su transformación en gurú del bitcoin y miles de personas colocan la bandera de El Salvador —y emojis de volcanes— en sus redes sociales. Bukele, por su parte, convierte su Twitter, su arma comunicativa más fuerte, en el perfil típico de un fanático ‘cripto’, con rayos láser en sus ojos, memes del mundillo y apoyo total a la divisa digital. El 9 de junio, aprueba la ley —cortísima, de apenas dos páginas—. El Gobierno, apoyado por empresarios venezolanos, crea la ‘app’ con la billetera electrónica, denominada Chivo, y los cajeros y compra cientos de bitcoins en mercado internacional. De nuevo, esa es la narrativa oficial, porque nadie tiene manera de saberlo a ciencia cierta en El Salvador. “Ni siquiera sabemos si ha comprado bitcoin, es todo un misterio. Ni nos dan las claves, ni los informes… Nada. Tiene más información la gente de fuera que los propios salvadoreños sobre esto”, critica Rauda.

placeholderManifestantes incendian un cajero de Chivo Wallet en septiembre. (Reuters)
Manifestantes incendian un cajero de Chivo Wallet en septiembre. (Reuters)

Desde el primer momento, resulta evidente que hay problemas en el paraíso del bitcoin. La que debía ser la moneda del pueblo salvadoreño apenas es utilizada en el país. Según una encuesta dada a conocer la semana pasada, de más del 91% de los ciudadanos prefieren el dólar. Aparecen protestas de un incipiente movimiento antibitcoin y los sistemas hacen aguas con robos de credenciales de Chivo, triquiñuelas para sacar en cajeros los 30 dólares en Bitcoin que el Gobierno de Bukele da a cada ciudadano y dudas sobre su implementación. Sin embargo, el presidente sigue empeñado en expandir la que ha sido, como comenta Rauda, “la primera medida impopular de un mandatario tremendamente popular”. ¿Por qué? Sus partidarios consideran que es una muestra de su convicción, aunque economistas y expertos apuntan a otra razón de más peso: es posible que no le quede otra que huir hacia adelante.

Bailando con Mr. Bitcoin

Tras las promesas fantasiosas de Bukele como la ‘Bitcoin City’ o la de que usaría las ganancias conseguidas con la evolución del precio del bitcoin para arreglar colegios, acabar con la inseguridad y construir el primer hospital veterinario público del país (otro guiño a la cultura memética de las ‘cripto’, que tiene al animalismo como un punto clave de su filosofía), hay, según los expertos, otros intereses mucho más mundanos —y arriesgados—. Como apuntan Rauda, economistas locales como Luis Membreño o expertos en el sector blockchain como David Gerard, Bukele necesita desesperadamente dinero y apoyo internacional. Y con la nueva apariencia de gurú del presidente, los amantes de las criptomonedas parecen haberse convertido en los únicos financiadores dispuestos a bailar con la (economía) más fea.

“El Salvador es, desde 2001, una economía dolarizada y eso ha supuesto una camisa de fuerza muy fuerte para el Gobierno del país. Yo creo que lo que busca Bukele con el bitcoin es crear su propia criptomoneda nacional que pueda ‘imprimir’ y así evitar necesitar dólares para todo. Normalmente, eso se hace quitando el dólar e imprimiendo tu propio billete, pero él ha encontrado una opción menos transparente con la moneda digital”, asegura Membreño “Es decir, todo lo que ha hecho con la excusa del bitcoin tiene como objetivo crear un nuevo colón (moneda oficial de El Salvador que ya no se usa) digital, que puede seguir llamando bitcoin ahora que la gente lo ha aprendido y que le sirva para independizarse algo del entorno internacional”, agrega.

Este economista salvadoreño, crítico con la medida, ve aquí una idea desesperada. “Se le han ido cerrando las opciones de financiación internacional de cara a pagar la deuda fiscal y necesita alternativas. La deuda interna está al límite, debe 2.600 millones de letras a corto plazo, y no puede endeudarse más para financiar la emergencia generada con la crisis del covid. Entonces, la idea de imprimir su moneda a través de la Chivo Wallet podría servir para pagar salarios, proveedores y demás sin necesidad de que alguien le preste dólares. Vamos, al estilo de lo que ha intentado hacer Nicolás Maduro en Venezuela”, añade el experto.

Es ahí donde aparece otro término clave: el bono bitcoin. Un tipo de deuda pública ‘tokenizada’ que Bukele vendió como la forma de financiar la nueva ciudad, que será en un principio de 1.000 millones de dólares (una cifra casualmente similar a la que el presidente estaba solicitando al FMI) y que contará con el respaldo de la polémica empresa detrás de la ‘stablecoin’ Tether. “Es claramente una prueba. En teoría este bono no lo podrá utilizar para pagar la deuda fiscal porque su objetivo es otro, pero si consigue que los ‘bitcoiners’ le compren la idea puede encontrar una alternativa para su situación. A pesar de que el uso del bitcoin en El Salvador no funcione”, concluye Membreño.Lo de convencer a los millonarios de las ‘cripto’ es el as en la manga al que todos apuntan. El bono que ha lanzado sale con la mitad de intereses que la deuda pública salvadoreña (va a pagar un 6,5% a los que compren en lugar del 13% que paga por los prestamos tradicionales) en un plazo de 10 años y encima habla de compartir las ganancias que conseguirá al pasar estos préstamos a bitcoin y luego vender esos criptoactivos, porque se puede comprar la deuda con dólares, tethers o bitcoin. Los fanáticos adoran esta fórmula y en portales como Coindesk se la llega a calificar como el fin del FMI. Además, para dar una mayor apariencia de seriedad y convencer a los más escépticos del sector, Bukele se ha rodeado desde el principio de celebridades del mundillo como Mallers, Jamsom Mow, director de estrategia de la canadiense Blockstream o Max Keiser, un presentador de RT que tiene un espacio radical sobre el bitcoin y llama “zorra francesa” a Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo. ¿Con esto es suficiente? Depende de para quién.

Según David Gerard, aquí Bukele busca aprovecharse de los ‘bitcoiners’, pero el sentimiento es mutuo. “Muchos ‘bitcoiners’ son ricos libertarios, así que les encanta la idea de comprar un país entero y vivir como reyes. Creo que tanto ellos como Bukele piensan que el otro es un tonto y que, con esto, van a ganarle todo a la otra parte. La cosa es que es posible que ambos pierdan”, opina el experto en blockchain. Sin embargo, no todos los ‘bitcoiners’ compran la idea del presidente salvadoreño. Gente como Jerry Brito, líder del lobby estadounidense Coin Center, siguen pidiendo ir con pies de plomo a la hora de considerar las promesas del mandatario.

“Es una cuestión polémica. Bitcoin comenzó con un fuerte libertarismo y muchos se lo toman muy en serio, por lo que no les gusta Bukele. Algunos piensan que Bukele terminará cambiando su actitud y que el bitcoin ganará, llevando la libertad a todos. Pero para que eso suceda, primero el bitcoin tendría que ser utilizable como moneda, y realmente, aunque para eso fue creado originalmente, a día de hoy no se puede utilizar como tal. Nada sobre bitcoin funciona correctamente ahora mismo, excepto ser un producto especulativo no regulado”, añade.

Por todo ello, Gerard cree, como Rauda, que esto es un baile que interesa a ambos. Bukele utiliza a los ‘bitcoiners’ para intentar buscar una alternativa de liquidez y los otros tienen el experimento que necesitaban para demostrar su valía. Claro, esto es el inicio, porque ninguno de los entrevistados se atreve a presagiar su final. Todo dependerá del futuro del país y del desempeño de presidente, que no lo va a tener fácil.

Pan y ‘cripto’

De cara al exterior del país, la apariencia de ‘rockstar’ de Bukele y sus narrativas criptofuturistas funcionan como pantalla para desviar la atención de su asalto a las normas e instituciones democráticas del país. En lo que va de año, el partido del presidente, Nuevas Ideas, ha forzado la destitución de decenas de jueces y fiscales y ha reemplazado a todos los integrantes del Tribunal Constitucional del país. En septiembre, esa misma Corte, ahora compuesta por cinco magistrados leales, dictaminó que los jefes de Estado pueden postularse a un segundo mandato consecutivo (algo vetado por la Constitución del país), allanando así el camino para que el ‘CEO de El Salvador’, como se describe en estos momentos en Twitter, continúe al mando más allá de 2024.

¿Y qué hay de los salvadoreños? Pues lo cierto es que, en el país, el presidente sigue contando con un enorme respaldo. Sus maniobras, por extrañas y disruptivas que sean, no se ven como peores que las políticas de los políticos del pasado. A Bukele se le perdona casi todo, incluso el incumplimiento de sus promesas de cero corrupción, porque sigue representando una ruptura con la política tradicional que los votantes, tras décadas de pobreza y violencia pandillera, aborrecen.

Pero el bitcoin sí que le puede poner en un aprieto, y a sus fans también. “En El Salvador la gente apenas tiene poder adquisitivo y sale a la calle a sacar el dinero que puede cada día para comer. Pensar que algo como el bitcoin puede funcionar aquí es no tener ni idea de cómo funciona América Latina“, comenta Rauda. Para muestra de esta desconexión entre la mentalidad de un amante de las criptomonedas y la realidad del país, el periodista ofrece la siguiente anécdota: “Durante la conferencia de estos días vinieron muchos ‘bitcoiners’ extranjeros y uno se hizo muy viral porque subió una historia a su Twitter. En ella, decía que había ido en un taxi y le había hablado al taxista de las bondades del bitcoin. El taxista le respondió que necesitaba el efectivo para pagar los sobornos que piden en algunos sitios las maras (pandillas) para circular. Entonces el extranjero le dijo que no pasaba nada, que les podía pagar con bitcoin con su móvil”.

Membreño añade algún dato más que da una idea del rechazo del bitcoin entre los salvadoreños. “Casi el 30% del PIB del país son la remesas que vienen del tercio de salvadoreños que vive en EEUU, y la relación del país con el dólar es muy profunda. Además, somos un lugar puramente importador por lo que necesitamos divisas que puedan servir en el mercado internacional”, indica el economista. Tan fuerte es el rechazo a esta iniciativa por parte de los salvadoreños que la popularidad de Bukele ha caído por primera vez en su mandato. Un sondeo reciente muestra que el mandatario cuenta actualmente con una valoración interna de 7,84 sobre 10, la cual, pese a ser la más alta para un dirigente de Latinoamérica, supone un descenso de 0,86 puntos respecto a la nota de 8,7 registrada en junio, justo antes de su aparición en Miami.

La suerte para los que creen en Bukele es que las restricciones severas de movilidad y los programas de ayuda social desplegados por el presidente durante la crisis del covid-19 han sido enormemente populares en el país. “Las ayudas monetarias durante la pandemia han sido unas de las políticas públicas más efectivas en términos de rédito político de la historia de El Salvador”, asegura Rauda. “La gente siempre ha percibido que la política es corrupta, pero ningún Gobierno hasta ahora les había mandado comida a casa. Bukele mandó cajas de víveres a toda la gente durante meses y les dio una ayuda de 300 dólares”, agrega.

Esos dólares, claro, ahora tienen que recuperarse de alguna manera. Una huida hacia delante de la mano los inversores de la gran ‘B’. Pan para los de dentro y ‘cripto’ para los de fuera con un futuro incierto, porque nadie sabe qué pasará si el as bajo la manga de Bukele no sale adelante. “Bukele seguirá con su idea todo el tiempo que pueda y lanzará nuevos planes como método de distracción. Si puede mantener el poder, los ‘bitcoiners’ descubrirán que se ha quedado con su dinero; si no puede hacerlo, quien llegue al poder no hará mucho por el fallido proyecto”, señala Gerard. “Los ‘bitcoiners’ son ricos, pero no están lo suficientemente bien conectados como para que EEUU invada un país para proteger su inversión. Esto, por lo tanto, puede acabar con muchos ‘bitcoiners’ decepcionados en el futuro. Sería gracioso, si no fuera por los 6.5 millones de víctimas reales, que son la población de El Salvador”.

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