El periodismo no es un crimen. Pero, ahora, un tribunal de Londres considera legítima la extradición de Julian Assange a Estados Unidos. Es un mal día para la libertad de prensa, opina Matthias von Hein.
Es un mal día para Julian Assange. Es un mal día para los periodistas del mundo entero, un mal día para la libertad de prensa, un mal día para la transparencia y el control de los Gobiernos.
Es una amarga ironía que un tribunal londinense despejara la vía para la persecución del periodista Julian Assange precisamente en el Día de los Derechos Humanos. Es una amarga ironía que esta decisión se produzca el día en que dos periodistas son honrados con el Premio Nobel de la Paz en Oslo. Igualmente amargo resulta que este fallo se de a conocer en el segundo día de la “Cumbre de la Democracia”, organizada por el presidente estadounidense, Joe Biden.
¿Fortalecimiento de los medios de prensa?
El secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, acababa de destacar allí en forma grandilocuente el “papel imprescindible” de los medios de comunicación para informar a la opinión pública y pedir cuentas a los Gobiernos. “Estados Unidos seguirá defendiendo el valeroso y necesario trabajo de los periodistas en todo el mundo”, dijo. Estados Unidos está dispuesto a destinar más de 400 millones de dólares al fortalecimiento de medios de comunicación independientes en diversas partes del globo.
¿Cómo se conjuga esto con la persecución durante años de Julian Assange, con la amenaza de hasta 175 años de cárcel por supuesto espionaje, sobre todo, por la publicación de documentos secretos de las guerras en Irak y Afganistán? Por la publicación de documentos que prueban crímenes de guerra estadounidenses. Crímenes por los que nadie ha sido juzgado hasta el momento. En lugar de eso, se desató una vendetta contra el periodista,gracias al cual el mundo pudo conocer esos aspectos de la operación bélica estadounidense.
Incontables son ya las organizaciones que han demandado la liberación de Julian Assange. Entre ellas se cuentan Amnistía Internacional(AI), Reporteros sin Fronteras (RSF), Human Rights Watch (HRW) y también la Federación Internacional de Periodistas (FIP), con sus 600.000 miembros.
Los regímenes autoritarios observan
Todos estas organizaciones ven el sufrimiento del fundador de Wikileaks, aislado en una cárcel de alta seguridad. Y ven el peligro que emana de su persecución para la libertad de la prensa a nivel mundial. Los regímenes autoritarios ya se remiten al caso de Assange al rechazar las críticas a su forma de tratar a los periodistas críticos.
Desde el punto de vista técnico, esta audiencia de apelación solo se refería al riesgo de suicidio que podía correr Assange en caso de ser extraditado a Estados Unidos. Solo este riesgo, considerado alto en el juicio de primera instancia, había motivado el fallo judicial que denegó la extradición en enero. Ahora, garantías habrían de asegurar que Assange no sea mantenido en Estados Unidos en las condiciones de reclusión inhumanas que testigos describieron en la primera instancia.
En vista de los planes de atentado del anterior Gobierno estadounidense, que reveló hace poco un equipo de periodistas de investigación, cabe dudar de tales garantías. Y hasta el Relator Especial de la ONU sobre la Tortura, Nils Melzer, habla desde hace tiempo de un escándalo judicial en relación con la persecución “con motivación política” contra Assange. Fueron tantas las violaciones de las reglas procesales comunes y las transgresiones legales que investigó, que dieron para escribir un libro.
Pinochet en casa, Assange en la cárcel
La defensa de Assange apelará el fallo. En consecuencia, el caso seguirá prolongándose. Y ya es hora de que Julian Assange no tenga que seguir el desarrollo del proceso desde la cárcel. La justicia británica debería dejarlo de inmediato en prisión domiciliaria. En otros casos, la Justicia británica no tuvo problemas con esa modalidad.
Baste un ejemplo famoso: cuando España solicitó, a fines de la década de 1990, la extradición del exdictador chileno Augusto Pinochet, el responsable de la muerte de miles de personas pudo esperar el término de los 16 meses de proceso confortablemente desde una residencia al sur de Londres. Hasta que fue liberado.
En los últimos años, se ha dicho una y otra vez que Occidente compite contra los sistemas autocráticos. Si el anfitrión de la “Cumbre de la Democracia”, Joe Biden, toma en serio eso, debería intentar ser mejor que los dictadores de este mundo. La defensa del periodismo libre empieza por casa. Estados Unidos debería acabar por fin con la persecución contra Assange. Esto es una vergüenza para las democracias del mundo.