Cuando la pandemia de la covid-19 consumía con contagios y muertes el prestigio de los dirigentes chilenos, una médica que ahora tiene 35 años se erigía como figura en el escenario político. Izkia Siches estaba en marzo de 2020 al frente del Colegio Médico, una organización gremial, y desde los canales de televisión, radios y redes sociales alertaba a quien quisiese oírla de la gravedad de lo que estaba por venir. En la tercera semana de aquel mes fatídico, Siches habló personalmente con el presidente, Sebastián Piñera, sentó en una misma mesa a los líderes de todos los partidos políticos y se reunió con legisladores.
A todos ellos los conminó a coordinar una cuarentena nacional que evitase la propagación del virus. Había entonces menos de 200 casos positivos de covid y Siches sembraba en el desierto. Pero las evidencias le dieron la razón. Los casos se dispararon, Chile se cerró, vacunó más que ningún otro país de América Latina y recondujo finalmente el control de la covid-19. La médica Izkia Siches se convirtió pronto en la mujer más popular del país.
Gabriel Boric puso el ojo en esta líder de los médicos alineada con la izquierda, de breve paso por las juventudes comunistas y dirigente estudiantil, pero sin partido político. A finales de noviembre, dos días después de pasar a la segunda vuelta por la presidencia de Chile, Boric pidió a Siches que se sumase a su equipo como jefa de campaña. Ella le dijo que sí. “Miro a la cara de mi hija, y sé lo que tengo que hacer”, dijo entonces la médica, para explicar el paso que daba. Renunció al Colegio Médico, tomó a su bebé recién nacida en brazos y se lanzó a las carreteras del país. En 12 días recorrió cada rincón de Chile sumando voluntades a la causa del Frente Amplio, sobre todo en el norte, donde el voto se le había negado a Boric durante la primera vuelta.
Siches levantaba pasiones en cada pueblo y movilizaba a los jóvenes y a las mujeres, un sector tradicionalmente abstencionista en un país sin voto obligatorio desde 2012. El 19 de diciembre, Boric venció entre las mujeres de menos de 30 años con casi el 70% de los votos frente a su rival, el ultraderechista José Antonio Kast. Siches había refrescado la campaña del candidato, y convencido con palabras simples a aquellos votantes de centro que temían a Boric por su alianza con el Partido Comunista. La mujer que durante la pandemia había advertido de los riesgos y recomendado con claridad las soluciones, era ahora una de las figuras más potentes de Apruebo Dignidad, la alianza del nuevo Gobierno.
Izkia Siches es una dirigente fuera de lo común desde la cuna. Nacida en Arica (norte) de una técnica médica y un contable, su madre quiso para ella un nombre que llamase la atención. “Por eso se lo inventó”, contó Izkia tiempo atrás. La mujer mezcló Iskra, un nombre de origen croata, con Iskay, número dos en quechua. Izkia es la segunda hija del matrimonio. La mayor, también médica, se llama Vinsja, en honor a una Miss Chile de la época. Si había que sobresalir, que fuese desde el documento de identidad.
La joven Izkia no defraudó a su madre. Se formó en la Universidad de Chile, donde pudo ingresar en 2004 gracias a sus brillantes calificaciones en una escuela secundaria poco apta para aquellos que aspiran a hacer carrera. Siches siempre temió que el Instituto Bernardo O’Higgins no fuese lo suficientemente “emblemático” para los estándares del elitismo educativo chileno y sus calificaciones no alcanzasen para entrar en la carrera de Medicina. Su esfuerzo personal, sin embargo, terminó por romper la barrera.
En la universidad se hizo dirigente estudiantil, se afilió y se desafilió a las Juventudes Comunistas (a las que consideró demasiado dogmáticas) y se acercó a los jóvenes del Frente Amplio que años después han llegado a La Moneda como representantes de la nueva izquierda latinoamericana. En la lista estaban Boric y también Giorgio Jackson, diputado y actual mano derecha del presidente electo. Integrado por jóvenes nacidos hacia el final de la dictadura de Augusto Pinochet, el Frente Amplio no lleva el lastre del temor a una vuelta del autoritarismo para demorar los cambios que, considera, los partidos tradicionales de la transición democrática no pudieron o no supieron aplicar en Chile. Estos jóvenes políticos piden más igualdad y un Estado benefactor que reparta con equidad las mieles del crecimiento económico.
Cómo médica, Siches se dedica a la atención de pacientes con HIV en hospitales. Promueve la legalización total del aborto (hoy lo es solo en tres supuestos), se declara feminista y defiende una agenda de más derechos para la comunidad LGTBI. En 2017, se convirtió en la primera presidenta mujer del Colegio Médico en 70 años, y la más joven.
“Siempre los presidentes del Colegio Médico fueron hombres, blancos y en su mayoría conservadores. Yo soy mujer, joven, de izquierda, morena, de Arica, medio aimara, con ojos achinados, crecida en Maipú [una comuna de clase media de Santiago], educada en un colegio picante que nadie conoce”, dijo entonces. Siches había vencido en las elecciones del gremio con el 53% de los votos al candidato respaldado por el presidente saliente, Enrique Paris, que llevaba seis años en el cargo. Paradojas de la política, Paris es hoy ministro de Salud de Piñera, y como timonel de la pandemia ha tenido que soportar la marca personal de Siches.
Su trabajo durante la pandemia la convirtió en una celebridad, aunque todavía apolítica. En febrero de 2021 fue elegida por la revista Times como una de las 100 líderes emergentes del mundo. Su reseña fue escrita por la Alta Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU y expresidenta socialista de Chile, Michelle Bachelet. “Con tan solo 34 años, la doctora Izkia Siches Pastén ha mostrado ya un asombroso liderazgo y enorme potencial. Millones de votantes chilenos comparten sus sueños de un servicio de salud moderno, dando esperanzas de que Izkia esté aquí para quedarse”, escribió Bachelet. Sin saberlo, la médica estaba recibiendo la bendición de la política tradicional chilena para abrirse paso hacia la cima.
Durante el cierre de campaña previo a la segunda vuelta del 19 de diciembre, celebrado en la plaza Almagro de Santiago, Siches subió al escenario entre gritos y aplausos de los partidarios de Boric. La reacción fue espontánea, evidencia de su popularidad. Mientras Boric hablaba, la multitud pedía una candidatura presidencial para Siches en 2026.
En la noche el triunfo electoral, Boric ya había tomado nota de la carta de triunfo que había escogido como telonera. Tomó la mano de Siches y la alzó entrelazada con la suya mientras la gente celebraba la victoria de la nueva izquierda. Días después, Siches estaba otra vez ahí, junto al presidente electo, en la primera visita oficial a La Moneda, donde los esperaba el presidente Piñera. Boric no ha definido aún los nombres de su Gabinete de ministros, pero no hay duda de que Siches estará en la lista.