Es columnista de Opinión
Últimamente, el mercado bursátil ha estado menos entusiasmado con la industria tecnológica. Este año, los precios de las acciones de muchas de las empresas más grandes están a la baja, algunas un poco —las acciones de Apple y Alphabet, la empresa matriz de Google, han caído un cinco por ciento— y algunas de manera extraordinaria. La empresa matriz de Facebook, Meta, y Netflix han perdido más o menos una tercera parte de su valor desde el Año Nuevo. Debido a que la explosión de las acciones tecnológicas produjo una gran parte del ascenso del mercado accionario en 2021, su declive ha contribuido mucho a la caída del mercado. El S&P 500 está más o menos un siete por ciento a la baja en 2022.
No hay duda de por qué los inversionistas están temerosos. La variante ómicron, la inflación, los posibles aumentos a las tasas de interés, la posibilidad de una guerra en Europa, los canadienses actuando de una manera muy poco canadiense… fuerzas impredecibles se han apoderado de la economía global, por eso no es poco razonable esperar que algunas de las empresas más grandes del mundo tengan problemas más adelante.
Sin embargo, en las últimas semanas, mientras las corporaciones anunciaban sus desempeños financieros de los últimos meses de 2021, me costó trabajo enfocarme en qué podría salirle mal a la industria tecnológica.
En 2021, Amazon, Apple, Alphabet y Microsoft —las cuatro empresas estadounidenses que en este momento valen más de 1 billón de dólares cada una (de hecho, Microsoft supera los 2 billones de dólares y Apple tiene casi 3 billones de dólares)— reportaron un crecimiento envidiable. Incluso los ingresos decepcionantes de Meta fueron relativos: las ganancias de la empresa crecieron un 35 por ciento, una cantidad inferior al casi 60 por ciento de 2020.
Por lo tanto, el panorama es mucho más grande: después de todo lo bien que les ha ido a las empresas más grandes del sector tecnológico durante la pandemia, ahora parecen estar a punto de expandir su alcance e influencia sobre el resto de la economía, en vez de ceder terreno.
Tal vez no sea muy sorprendente que a las empresas tecnológicas más grandes les haya ido muy bien durante una pandemia que provocó que muchos de nosotros pasáramos mucho más tiempo con la tecnología. Sin embargo, la escala de su crecimiento es impactante.
Como señaló Chaim Gartenberg de The Verge, en 2021, el ingreso de Apple creció más de 90.000 millones de dólares, alrededor de un tercio más que su ingreso de 2020, y esto ocurrió a pesar de una escasez mundial de chips para computadora. En 2021, las ventas de Amazon fueron un 67 por ciento mayores que en 2019, el año previo a la pandemia; en 2021, el ingreso de Google fue casi un 60 por ciento superior al de 2019.
He desgastado mi tesauro en busca de superlativos para enfatizar cuán patidifusas son estas cifras. De por sí, ya eran algunas de las corporaciones más grandes de la historia; en 2018, Apple se convirtió en la primera empresa estadounidense en llegar a una valuación de mercado de 1 billón de dólares. En teoría, las empresas de ese tamaño no deberían crecer tan rápido como ellas lo han hecho. Durante años, los especialistas han predicho que con el tiempo los gigantes tecnológicos se van a enfrentar a la llamada “ley de los grandes números”. Sin embargo, las grandes empresas tecnológicas siguen violando la ley.
¿Qué motiva el crecimiento asombroso de los gigantes tecnológicos? No se trata solo de que la pandemia produjera un mucho mayor uso de la tecnología. En mi opinión, un asunto más importante es que la pandemia ilustró cuánto espacio queda en nuestras vidas para agregar todavía más tecnología, para que nuestras pantallas se vuelvan el portal primario por medio del cual un puñado de empresas toma una tajada de todo lo que hacemos.
Por ejemplo, consideremos el negocio de los “servicios” de Apple, una división que incluye, entre otras cosas, su App Store, Apple Pay, iCloud y sus planes de suscripción de música y televisión. Tradicionalmente, Apple ha ganado una inmensa cantidad de dinero gracias a las ventas de equipos. Pero las ventas de los iPhone han subido y bajado a lo largo de la última media década, lo cual tiene sentido; con el tiempo, todo el que quiera un iPhone tendrá uno y, como cada iPhone nuevo tan solo es un poco mejor que el modelo anterior, la gente tendrá menos razones para comprarse el más moderno. De hecho, para Apple, en el trimestre de la temporada festiva de 2021, las ventas de los iPhone crecieron un nueve por ciento por encima de 2020… un crecimiento sólido, pero nada como el que alguna vez tuvo Apple con este dispositivo.
Por lo tanto, Apple cada vez ha recurrido más a las suscripciones y otros servicios en línea para tener crecimiento: en esencia, un mecanismo para crecer no solo con la venta de más iPhone, sino con el dinero de cada uno de los usuarios de los teléfonos. El plan está funcionando de una forma espectacular. Apple reportó que, durante 2020, la facturación y los ingresos por ventas de su App Store crecieron un 24 por ciento en comparación con el año anterior. El mes pasado, Luca Maestri, el director financiero de Apple, les comentó a inversionistas que la empresa ahora tiene 785 millones de suscriptores en toda su variedad de ofertas, una cifra que creció 165 millones en el último año. Para tener algo de perspectiva, Netflix tiene unos 220 millones de suscriptores en total.
Se puede ver una tendencia similar en toda la industria: las grandes empresas tecnológicas no solo están atrayendo a más clientes a sus negocios más tradicionales, sino que se están expandiendo a sus negocios secundarios de formas que parecen imposibles. Por ejemplo, Amazon no solo es un minorista indomable y el principal proveedor de servicios en la nube (su negocio en la nube, Amazon Web Services, ahora tiene una tasa de proyección de ingresos anuales de 71.000 millones de dólares). La empresa también divulgó que en 2021 su negocio de publicidad generó 31.000 millones de dólares, mientras Microsoft anunció que su ingreso por publicidad superó los 10.000 millones de dólares. Recuerda que, en términos generales, los anuncios son una pequeña parte del negocio de ambas empresas; los 31.000 millones de dólares del negocio de publicidad de Amazon ni siquiera son un diez por ciento de su ingreso anual. Y, a pesar de todo, eclipsa a empresas cuyo principal negocio son los anuncios… por ejemplo, Snap, empresa que en 2021 obtuvo ingresos por 4000 millones de dólares, o Pinterest, la cual vendió menos de 2600 millones de dólares en anuncios.
En un informe reciente, Dan Ives y John Katsingris, analistas de la firma de inversiones Wedbush Securities, escribieron que lo que estamos presenciando es tan solo el inicio de una explosión a largo plazo de las ganancias para el sector tecnológico. Estimaron que las empresas iban a gastar un billón de dólares en servicios en la nube durante los próximos años, es decir que hay mucho espacio para que las empresas tecnológicas no dejen de crecer. Según estimados de Ives, tan solo el negocio de servicios de Apple podría valer 1,5 billones de dólares. Ives y otros especialistas han llamado la “cuarta Revolución industrial” al próximo auge de inversiones en el sector tecnológico.
Eso suena ambicioso. Sin embargo, cuesta trabajo ver qué podría obstaculizar a las grandes empresas tecnológicas. Los legisladores y los reguladores han expresado alarma sobre el poder de mercado que tienen los titanes tecnológicos, pero —con las elecciones intermedias que se avecinan y los republicanos y demócratas en desacuerdo sobre qué hacer exactamente para limitar el poder de los gigantes tecnológicos— la oportunidad de una nueva política antimonopolios podría estar desvaneciendo.
Me pregunto si dentro de unos años diremos que, cuando se trató de anticipar el futuro de las grandes empresas tecnológicas, no pensamos tan a lo grande.