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Costa Rica pronto se sabrá quién será su próximo presidente

La apatía fue la tónica de la jornada electoral tras una campaña ajustada entre el expresidente José María Figueres y el economista antisistema Rodrigo Chaves. El voto protesta, el voto silencioso y el abstencionismo serán determinantes para los resultados

Un elector vota este domingo en San José.GETTY IMAGES (GETTY IMAGES)

Con fricciones y apatía inusuales en la tradicionalmente tranquila democracia de Costa Rica acabó este domingo la jornada electoral para elegir quién presidirá la República a partir del 8 de mayo. Los costarricenses votaron en un clima de desazón política y de cuestionamientos a los dos candidatos que competían en la segunda ronda, el economista con discurso antisistema Rodrigo Chaves y el expresidente José María Figueres.

La alta incertidumbre y la hostilidad entre ambos bandos se prolongó hasta el cierre de más de 2.100 centros de votación, a las 6 de la tarde, hora local, tras una jornada en la que los seguidores más entusiastas de ambos candidatos intentaron contrarrestar el desánimo de la mayor parte de la población reflejado en los sondeos, como un indicador de una abstención que podría superar la de primera vuelta, de un 40%. El dato preciso solo se conocerá con los resultados definitivos, con un primer reporte anunciado para las 8 de la tarde.

“Más que una fiesta electoral, ha sido como una pelea de gallos”, dijo el expresidente Óscar Arias, Nobel de la Paz 1987, a pesar de haber manifestado su apoyo a Figueres, copartidario suyo y adversario interno durante décadas. Sin embargo, dijo por la mañana que también era posible un triunfo de Chaves, el economista de discurso antisistema que tomó ventaja en las encuestas. El candidato sorpresa ganó la primera vuelta de febrero y consiguió repuntar en las encuestas hasta prácticamente un empate técnico a pesar de conocerse que había sido sancionado por acoso sexual cuando trabajó en el Banco Mundial, un caso similar al que se atribuyó a Arias en 2019 por denuncias de dos mujeres, que luego retiraron sus demandas.

Entre los partidarios de Chaves primaban los mensajes contra Figueres por “corrupto” y “representar a los que nos tienen mal”, acusaba el joven Luis Diego López enfundado en una camiseta con el lema “se les acabó la fiesta”, una de las consignas de campaña de Chaves. Desde su Partido Progreso Social Democrático (PPSD), debutante en unas elecciones, el candidato promete sacar del poder a “los grupos poderosos” y llevar ahí al pueblo.

Mensajes parecidos dirigió un grupo a Figueres cuando este fue a votar a las 7 de la mañana en una localidad llamada San Cristóbal Sur, en las afueras de San José, antes de visitar la tumba de su papá José Figueres, que gobernó tres veces Costa Rica en el siglo XX. “Ha sido una campaña muy dura”, dijo al salir. En otro momento, los reproches iban contra los periodistas que seguían a Chaves, al grito de “prensa canalla”, a tono con señalamientos del candidato contra publicaciones periodísticas adversas.

Una mujer de unos 70 años envuelta en una gran bandera del PLN merodeaba su centro de votación en una zona rural de Alajuela, al oeste del Valle Central. “No sé si soy la única que está orgullosa de mi voto por Figueres, pero ese es el problema. Muchos van a apoyarlo porque saben el peligro que es ese Chaves, pero no lo expresan abiertamente y da la sensación de que ellos son más”, le dijo a El PAÍS, aunque prefirió no revelar su nombre.

Las última encuesta, publicada cinco días antes de la elección, daba una ventaja para Chaves, aunque ha reducido su margen sobre el exmandatario a menos de cinco puntos. Determinante será la decisión final de los votantes que en el momento de ese sondeo aún no sabían a quién apoyar, un 18% según los estudios de opinión que señalaron “angustia” y “tristeza” como sentimientos predominantes para más de la mitad del electorado.

“Casi no he vendido nada”, lamentó Ulises Carranza, vendedor de helados en las afueras de un centro de votación en Alajuela, la ciudad ubicada 20 kilómetros al oeste de San José. Por la tarde, para colmos, llovió en buena parte del país. “Antes, la gente venía a votar y seguía por aquí vacilando (departiendo), pero la gente viene a cumplir y quiere irse rápido. Ya no es bonito porque con esos candidatos no hay entusiasmo”, dijo el hombre por la mañana. Iría a votar por la tarde, pero aún no sabía por quién. O eso contestó.

Ante el bajo apoyo que despiertan los aspirantes, el voto silencioso puede resultar decisivo, advirtieron analistas durante la jornada. Mientras, en las calles se vivía un ambiente en apariencia más apagado que en la primera ronda del 6 de febrero. “No se han presentado aglomeraciones. No hemos tenido quejas de largas filas”, dijo al mediodía Héctor Fernández, portavoz del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), aunque advirtió que el organismo no monitorea la participación.

La jornada dejó ver en las calles focos de algarabía en los simpatizantes de Chaves, confiados en dar un golpe a la política tradicional, aunque también era visible la bandera verdiblanca del añejo Partido Liberación Nacional (PLN), representado por el expresidente José María Figueres, que acabó la campaña presentándose como la carta de moderación a pesar del alto rechazo popular contra él.

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