Cerca de nueve millones de ciudadanos entre los 18 y los 28 años pueden votar este domingo, cuando se pondrá a prueba si el inconformismo que se manifestó en el estallido social se trasladará a las elecciones
SALLY PALOMINO
Andrés Vargas y Diana Galindo están sentados sobre el respaldo de una banca de cemento en el lugar donde conocieron a otros jóvenes en medio de las protestas que han sacudido a Colombia desde 2019. Es el jueves previo a las elecciones y la conversación gira en torno a lo que podría suceder el domingo. “Yo creo que está vez sí lo vamos a hacer”, dice Vargas, de 27 años, estudiante de Ciencias Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional y mesero. Es su día libre, aprovecha que no llueve para pasar la tarde en el Parque de los Hippies, un sitio que ha servido de punto de encuentro para decenas de jóvenes que han salido a la calle a exigir un cambio. “Estamos cansados”, asegura, mientras sostiene una lata vacía de cerveza. A su lado, está Galindo, de pelo rojo, de 24 años, quien -de momento- no estudia, ni trabaja. “Los jóvenes necesitamos oportunidades”, apunta.
Ambos hicieron parte de las marchas contra el Gobierno de Iván Duque, que desde el primer año de mandato encontró oposición en los ciudadanos de menor edad, y ambos tienen la esperanza de que en la jornada de este 29 de mayo algo empiece a cambiar, pero desconfían de las instituciones y temen les arrebaten la posibilidad de un futuro diferente. “Siento el ambiente enrarecido, con ese lío del software, con las dudas alrededor del registrador y con una campaña que ha sido todos contra un solo candidato. Sé que somos muchos los que queremos que esto por fin cambie, pero hay otros, que aunque son menos, tienen más poder”, sentencia Vargas.
El 85% de los colombianos se fía poco o nada de las instituciones electorales. La izquierda y los jóvenes tienen mayoría en ese porcentaje. Vargas y Galindo son dos de ellos, pero siguen creyendo que votar importa. “Tenemos que hacer el ejercicio completo. De poco sirve salir a las calles, exponernos a la represión policial e incluso a la persecución judicial, si al final no votamos. Seguro lo que viene no será un paraíso de leche y miel, pero sí podemos hacer que algo mejore”, sostiene Galindo. Cerca de nueve millones de personas entre los 18 y los 28 años están habilitados para votar en las presidenciales de este domingo. Nunca en la historia de Colombia —confirma la Registraduría— tantos jóvenes habían tenido la opción de elegir a través del voto. Es una oportunidad que los dos jóvenes sentados en el parque dicen que no van a desaprovechar. “Si no es ahora, no es nunca”, dice Andrés, que cuenta como anécdota que logró convencer a su abuela, “una uribista de siempre”, de votar por Gustavo Petro, la opción que —dice él— mejor entiende a los de su edad. “En mi casa solo se habla de política y la palabra ahora la tenemos nosotros”, cuenta.
A estas elecciones el país llega con varias particularidades, pero en la que entran en juego los jóvenes es el estallido social, que empezó en 2019 como una reacción ante el anuncio de la reforma tributaria del Gobierno de Iván de Duque y se extendió hasta el año pasado por otras muchas razones que se fueron sumando en el camino. Fue sobre todo la gente menor la que protagonizó las protestas, la que vio morir y salir herida a gente de su edad y la que tuvo que defenderse de procesos judiciales tras haber participado activamente en las marchas.
Un estudio del Centro Nacional de Consultoría (CNC) señalaba al inicio del estallido que el 70% de las personas entre 18 y 25 años tenían una imagen positiva del paro nacional, un apoyo que descendía gradualmente al 60% entre las personas de 26 a 40, y al 53% en la franja de 41 a 55 años. Esas cifras han sido casi un espejo de los respaldos que han recibido los candidatos que se disputan la presidencia. Una encuesta reciente de la firma Invamer mostraba que más del 53% de los electores entre los 18 y 24 años y alrededor del 45% de los que tienen entre 25 y 34 votarían por Gustavo Petro. El candidato de la izquierda, de 62 años, se convirtió durante las protestas en uno de los mayores apoyos a los reclamos de los jóvenes que mostraron su indignación en las calles. Federico Gutiérrez, de 47 años, el más joven de los candidatos, no logró tener acogida entre este sector de la población. Sus votantes son, según los últimos sondeos, en su mayoría, mayores de 50. Es por eso que una victoria de Petro no sería posible sin el respaldo de los colombianos más jóvenes.
El hastío que se manifestó, como pocas veces en la historia reciente del país, en las protestas sociales, buscaba atención, pero también una posibilidad de que en estos comicios se refleje el cambio que buscan. Según la misma encuesta de la CNC, el 80% de los menores de 40 años creía que las manifestaciones significaba esperanza y una ventana para que el Gobierno atendiera los reclamos justos de una sociedad, pero el Ejecutivo de Duque no supo —o no pudo— y la indignación creció, tanto que terminó perjudicando a candidaturas como la de Gutiérrez. El exalcalde de Medellín ha pagado con el rechazo de los jóvenes, la impopular gestión de Duque porque es visto —así él lo haya negado hasta el cansancio— como el candidato del continuismo. El Gobierno actual ha tenido efectos negativos en la imagen del partido con el que llegó a la presidencia, el Centro Democrático, sobre el líder de ese movimiento Álvaro Uribe, y sobre todo, en las posibilidades de Federico Gutiérrez para conquistar al electorado más joven. No es sorprendente si se tienen en cuenta los números. En mayo del año pasado, según la firma Cifras y Conceptos, el 74 % de los ciudadanos entre 18 y 25 años tenía una imagen desfavorable del mandatario.
Duque, el presidente más joven en la historia reciente de Colombia —llegó al poder con 42— ha sido paradógicamente el gobernante que vivió las protestas más fuertes en contra del Ejecutivo y que tiene hoy a los jóvenes mirando hacia una opción totalmente opuesta —y muy lejos— a lo que ha representado su gestión. Con su acción colectiva, los jóvenes “lograron una tarea titánica en un país en donde el cinismo y el escepticismo son la norma: lograron inspirarnos”, escribía la politóloga e internacionalista Sandra Borda en Parar para avanzar, su libro sobre el movimiento estudiantil. “Ellos lograron convencernos de que no debíamos ni teníamos que resignarnos a vivir en el país que una minoría con poder quiere para nosotros; que si nos juntamos y actuamos colectivamente podemos crear uno a imagen y semejanza de lo que deseamos”, decía Borda en una entrevista con este diario en agosto de 2020. Hace dos años ya avanzaba ese movimiento social, que hoy con Francia Márquez como candidata vicepresidencial de la izquierda, ha encontrado más motivos para buscar un cambio con su voto.
Laura Gómez, de 26 años y estudiante de Sociología de la Universidad Javeriana, dice que la figura de Francia Márquez ha sido indispensable para generar emoción, convencimiento, pero especialmente para tener clara la decisión de acudir a las urnas este domingo. “Ella jala el voto joven porque tiene un discurso nuevo, porque está hablándonos de cosas que ningún otro político lo había hecho y eso ha servido, incluso, para que la candidatura de Gustavo Petro tome un impulso, a él ya lo habíamos escuchado hace cuatro años y su imagen podía verse para muchos algo desgastada. Francia le ha dado un nuevo aire, es la chispa que le falta a la izquierda”, opina Gómez, que ha salido a las calles a protestar y ha acompañado las aspiraciones de Francia Márquez desde su intento por ser ella la candidata a la presidencia. “Con ella también hemos contradicho a quienes dicen que solo no nos importa la política. Fuimos sobre todo los jóvenes quienes estuvimos a su lado buscando firmas para su postulación, quienes movimos las organizaciones a su alrededor. Los mismos que protestamos contra las viejas formas de hacer política, logramos que obtuviera la segunda votación en las consultas del pasado marzo. Esa pisada del acelerador es gracias a una ola de votantes jóvenes”.
Gómez dice que Francia Márquez no solo ha logrado movilizar a los de menos edad, también a las mujeres, a las minorías. “Jóvenes, mujeres, negras, feministas. Francia nos ilusiona porque es la primera vez que vemos a una mujer que ha entendido el feminismo y que tiene opciones de llegar al poder y desde allí, creemos, que garantizará una agenda de equidad, que acabe con las brechas de género y de raza”. Los colombianos están cansados de la desigualdad, pero los jóvenes parecen más conscientes de la necesidad de cambio.
Érika Prieto tiene 30 años y es parte del movimiento estudiantil desde 2009. Desde entonces esperaba un momento como el que vive hoy Colombia. “Hay una sociedad que siempre ha estado cansada de la guerra, y que con hechos como el asesinato a manos de la policía de Dilan Cruz —un joven de 21 años que falleció tras un disparo de la policía antimotines— o el bombardeo a un campamento donde había menores (en octubre de 2021), entendió el sentido de la protesta. Teníamos más razones de las que pensábamos para manifestarnos y rechazar el Gobierno de Iván Duque”, cuenta. Ahora tiene la expectativa de que con las elecciones de este domingo empiece a tomar forma eso por lo que tanto reclaman.
“El voto no vale nada, es lo que siempre nos han dicho, pero tenemos que cada vez es más claro que debemos usar el voto para mostrar una posición sobre el país que queremos y para mostrar que estamos inconformes con el que país en el que vivimos”, señala. Prieto fue una de las tantas líderes de las protestas que fue judicializada, bajo el delito de rebelión agravada, estuvo a punto de ir a la cárcel, pero la justicia no encontró pruebas suficientes y, aunque el proceso sigue abierto, está libre y hoy, a un día de las elecciones, es parte de la comisión jurídica electoral, que el domingo verificará el escrutinio de votos.
“Hay desconfianza y un cansancio muy fuerte. Hemos intentado muchas veces que nos escuchen, a pesar de los asesinatos, de las desapariciones y los desplazamientos, creemos que es posible que se dé un gobierno distinto en el que se abran las puertas para una participación de carácter democrático”, opina Prieto, que destaca con mucho entusiasmo lo que ha visto en esta campaña presidencial. “En todas partes, en todos los movimientos, ya no están las personas de siempre, los mismos de los partidos tradicionales, sino jóvenes que buscan que se respete la posibilidad de que gobierne el pueblo”, señala.
“La apuesta es que logremos transformar las instituciones a través de los votos. Todas las instituciones hacen parte del partido de Gobierno y esto nos hace tener dudas muy serias sobre lo que pueda ser el proceso, pero también estamos para eso, para velar que nuestros votos sean respetados”, concluye. Los jóvenes se toman esta vez muy en serio la frase de que el futuro de Colombia es de ellos.