Los manifestantes salieron el sábado a las calles de Chicago, situada en el estado de Illinois, exigiendo cambios básicos en la forma en que el Departamento de la Policía de esta ciudad gestiona la seguridad en sus barrios.
Las demandas de los indignados incluían más temas como la reforma de las leyes estatales y municipales sobre vigilancia, la eliminación de la presencia de la policía de las escuelas públicas de Chicago y el recorte del presupuesto policial para que se ingrese este dinero disponible en mejorar los servicios sociales, entre ellos.
“Necesitamos trabajadores sociales y empleo para los jóvenes. Pero, sin embargo, nos encontramos una y otra vez con la brutalidad y represión policial”, dijo un manifestante a los medios locales.
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Las protestas en EE.UU. después de 12 días de la muerte del afroamericano George Floyd en repudio a la brutalidad policial continúan.
El director de operaciones de Activate, Sanjee Choudhuri, como uno de los organizadores de la marcha, declaró que los manifestantes tenían como objetivo “provocar un cambio” e “iniciar una conversación” sobre cómo el ayuntamiento gasta sus fondos en el servicio policial.
La protesta se terminó conmemorando a las personas que habían sido asesinados por los agentes de policía en las diferentes plazas estadoudneisnes, entre las víctimas, recordaron a Adam Toledo, un adolescente latino que recibió un disparo el mes pasado por un oficial de policía de Chicago después de una persecución a pie, o Daunte Wright, un hombre negro de 20 años que fue baleado por otra fuerza de orden público en suburbano de Mineápolis.
La brutalidad de la Policía de EE.UU., que es la sexta causa de muerte entre los jóvenes afrodescendientes, ha suscitado críticas de diversas organizaciones de derechos civiles. Los críticos señalan que los cimientos del racismo son inherentes al sistema política estadounidense por ser parte de las instituciones públicas del país norteamericano