El descubrimiento servirá para conocer más acerca de este estrato social, menos estudiado hasta ahora
Las excavaciones de Pompeya continúan ofreciendo fascinantes viajes en el tiempo. Desde que el yacimiento adquirió un nuevo impulso hace unos años, después de un periodo de abandono, se han sucedido importantes descubrimientos que han revolucionado la arqueología. Esta vez, de las cenizas de la ciudad arrasada por la erupción del Vesubio en el año 79 han emergido varios apartamentos pertenecientes a las clases medias pompeyanas en los que aún se conservan armarios repletos de objetos como platos, vasos, ánforas y otros utensilios cotidianos similares en un excelente estado de conservación.
El hallazgo es significativo porque hasta ahora se tenía poca información sobre las clases medias y bajas de la ciudad, que aunque representaban la mayor parte de la población, tienen menor presencia en los estudios de la urbe, como ha explicado el director del parque arqueológico, Gabriel Zuchtriegel. Se tiene más constancia, en cambio, de las lujosas villas pertenecientes a familias poderosas, repletas de fastuosos frescos o mosaicos y llenas de decoración opulenta. “En el Imperio Romano, había un amplio sector de la población que luchaba por su estatus social y para el que el ‘pan de cada día’ no era algo que podía darse por descontado. Hablamos de una clase vulnerable durante las crisis políticas y las hambrunas, pero también ambiciosa para ascender en la escala social”, ha precisado Zuchtriegel.
Los recientes descubrimientos han confirmado que el afán por aparentar riqueza, la ambición de prosperidad, esa especie de quiero y no puedo, ya existían en la antigüedad. Los objetos han emergido en la conocida como Casa del Larario, un aparentemente lujoso espacio que vio la luz en 2018, y en el que los arqueólogos se han zambullido ahora para escudriñar cada rincón de cuatro de las estancias que incluía, dos en la primera planta y otras dos en sus bajos, a pie de calle. El larario era el lugar destinado en cada casa para adorar a los lares, los dioses de la casa u hogar a los que rendían culto los antiguos romanos.
En la casa, algunas salas aparecen decoradas y guardan objetos preciados, mientras que en otras han emergido muebles de madera muy sencillos. “En la Casa del Larario se consiguió que el patio con el larario y la cisterna estuvieran decorados con pinturas excepcionales, pero evidentemente los medios no fueron suficientes para decorar las cinco habitaciones de la casa, una de las cuales servía de despensa”, apunta el director del parque.
En las otras salas, dos de ellas situadas en el piso superior y a las que se accede a través de un entresuelo, los expertos han encontrado gran variedad de objetos, algunos de materiales preciosos como el bronce y el vidrio, otros de uso cotidiano. Y también muebles de madera “extremadamente sencillos” de los que han podido hacer calcos. “No conocemos a los habitantes de la casa, pero seguramente la cultura de la ociosidad que inspiró la maravillosa decoración del patio fue más un futuro soñado que una realidad vivida por ellos”, ha revelado Zuchtriegel.
En una de las estancias, sencilla y con suelo de tierra batida, la que los arqueólogos creen que podría ser una despensa, ha aparecido una alacena de cinco baldas y dos metros de altura que todavía conserva objetos de uso cotidiano como vasos, platos, cerámicas, pequeños contenedores y ánforas. Todos los muebles y objetos que se han encontrado en el interior de esta casa permiten ilustrar la vida de la clase media pompeyana en el momento preciso en el que todo acabó, cuando el volcán Vesubio comenzó a rugir aquel otoño del año 79 y sepultó esta apacible colonia romana durante casi dos milenios. El armario se encuentra en el lugar exacto que ocupaba en el instante de la erupción y tiene una parte dañada a causa del desplome del techo de la vivienda por el peso del material piroclástico. Los expertos seguirán retirando las capas de ceniza que cubren la superficie para descubrir lo que se esconde. Lo harán lentamente para protegerlo.
En otra de las habitaciones, más pequeña y sin decoración en los muros, se aprecia una mesa circular de tres patas que ha aparecido prácticamente intacta con un cuenco de cerámica todavía sobre ella que contiene dos vinajeras de cristal, un platillo de cerámica y otro de cristal. Al lado se ha encontrado una cama sencilla, que aún mantiene una parte de su almohada. El catre es idéntico al que se descubrió el año pasado en la sala de los esclavos de la villa Civita Giuliana, desprovisto de cualquier decoración, desmontable y sin colchón, solo con una red de cuerdas sobre la que se colocaba una tela.
También se ha hallado un interesante baúl abierto, que los estudiosos creen que fue vaciado por su dueño cuando trataba de escapar de la furia del volcán y la avalancha de lava y rocas que provocó. Dentro se han encontrado un pequeño plato de cerámica que se usaba para comer y una lámpara de aceite con un bajorrelieve en el que aparece representado el dios Zeus convirtiéndose en águila. En otra de las salas de la primera planta se ha localizado otro armario con platos y vasos de uso doméstico, un barreño en bronce y un “quemador de perfumes” o “perfumador” en un óptimo estado de conservación.
El arqueólogo Massimo Osanna, uno de los artífices del segundo renacimiento de Pompeya, anterior director del parque arqueológico y actual director general de los Museos, ha subrayado cómo el yacimiento es “un descubrimiento continuo” y “un laboratorio inagotable de estudio e investigación, que nunca pone fin a la investigación, sino que, por el contrario, añade nuevos datos a la historia de la ciudad”.