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Internacional

Crecen los acuerdos entre firmas extranjeras y capitales venezolanos en medio de la transición económica

Tras años de fugas de activos, se afianza un sistema que lleva a grandes grupos a ceder su marca de forma temporal dejado abierta la posibilidad de un regreso en el mediano plazo

La firma estadounidense de cosméticos Avon operó en Venezuela durante setenta años. La compañía, con presencia en 75 países, anunció en junio la venta de sus activos. Luego fue la icónica cadena de restaurantes T.G.I. Fridays, que llegó a Caracas a finales de los años noventa. Hay multinacionales que no pudieron resistir el caos económico, el asedio oficial, la incertidumbre y para las que la apertura económica que impulsa Nicolás Maduro llega tarde. Sin embargo, en el país se está afianzando otra fórmula de colaboración entre compañías multinacionales y capitales locales que lleva a grupos extranjeros a ceder su marca de forma temporal dejando abierta la posibilidad de un regreso a mediano plazo bajo una figura conocida como Pacto de Recompra.

La crisis económica de Venezuela, la hiperinflación y las prácticas del socialismo bolivariano, incluidas las expropiaciones de Hugo Chávez, propiciaron la fuga de activos y alejaron la inversión extranjera. En los últimos años han abandonado el país o han reducido sus operaciones al mínimo grandes grupos como General Mills, Bridgestone, Kellogg, Clorox, Goodyear, Kimberly/Clark, Ford, Colgate Palmolive, Zara, General Motors, Louis Vuitton, Wendys, Intercontinental, Cargill, Citigroup, Pirelli, y varias aerolíneas internacionales. Sin embargo, continúan en el país otras multinacionales como Nestlé, Parmalat, DHL, Samsung, IBM, Heinz, McDonald’s, Mapfre, BBVA, KFC, Johnson & Johnson, Meliá, Diageo, Kraft, Toyota, Chevron, Coca-Cola, Hyundai, Marriott, Repsol y Procter and Gamble.

La partida de multinacionales en un año en el que se augura un crecimiento económico de hasta 10%, después de ocho años de una caída estrepitosa del PIB, habla de lo que se ha reducido el mercado venezolano y de la pérdida del consumo. Pero también sugiere que en la nueva economía, en la que prosperan restaurantes, bodegones (tiendas gourmet) y casinos, las reglas todavía no están claras. El costo de la formalidad puede ser muy alto para algunas empresas, no solo en impuestos sino en operaciones que dependen de servicios y combustible irregulares, además de denuncias reiteradas de los sectores industriales y comerciales venezolanos.

El cierre de algunas compañías extranjeras de Venezuela se inició en 2014 y comenzó a precipitarse en 2016. Concurren en la decisión el agotamiento con la situación política del país, las dificultades del marco legal y económico del chavismo, el deterioro en la capacidad de compra de la población y el propio achicamiento del mercado local.

Algunas empresas multinacionales como Nestlé y Marriot mantienen excelentes relaciones con el Gobierno de Maduro. En las antípodas hay historias como la de Kellogg, que se fue del país se fue de forma abrupta hace cuatro años. Sus plantas fueron ocupadas por el Gobierno, que continuó produciendo versiones de sus marcas, por lo que enfrenta una demanda internacional. Sin embargo, en numerosos casos, en lugar de marcharse definitivamente, muchas firmas ceden la marca y el entorno productivo disponible a empresarios nacionales, que continúan con la operación a nombre de la marca por un precio a convenir, bajo unos términos que permitan a la casa matriz regresar si se producen mejores condiciones el futuro. El instrumento para regular estos acuerdos es el denominado Pacto de Recompra.

En medio del viraje que ha emprendido Maduro, estos cambios han favorecido en ocasiones a empresarios ligados al chavismo con negociaciones que han recibido críticas por la falta de transparencia. “Hay nuevos capitales nacionales adaptados a estas circunstancias, a lidiar con el chavismo, imbuidas en un mercado más pequeño”, señala el economista Luis Vicente León, socio directivo de la encuestadora Datanálisis. “Empresarios que por muchos motivos quieren mantener su dinero en el país. Enchufados, algunos, pero no lo son todos necesariamente. Conocen el terreno, tienen contactos, pueden resolver los temas de la permisología y la burocracia”.

Las sanciones y los sobrevenidos bloqueos de cuentas a venezolanos a causa del cumplimiento estricto de la vigilancia bancaria también han impulsado el éxodo, como antes lo fueron las trabas cambiarias, que llevaron a algunas compañías a irse —en particular muchas farmacéuticas— al no poder reponer dividendos.

En Venezuela está ocurriendo una transición económica, sin que hayan cambiado los actores políticos. “Se está formando una nueva camada de capitales nacionales que ocupan espacios productivos vacíos, eso es lo que es Venezuela actualmente. Este incipiente proceso de recuperación está chocando con la credibilidad del equipo de Gobierno”, opina el economista de la firma Think Anova Omar Zambrano.

Desde 2019, con sus asesores ecuatorianos liderados por Patricio Rivera, exministro de Finanzas de Rafael Correa, Maduro se ha abierto al sector privado y al dólar y levantó los controles de precios con lo que ha logrado que la economía haya dado un ligero rebote desde el foso en el que se encuentra y saliera de cuatro años de hiperinflación a finales de 2021. Las últimas reformas del chavismo incluyen la venta de acciones de empresas estatales como la telefónica Cantv y el Banco de Venezuela, que Chávez nacionalizó cuando estaba en manos del Grupo Santander.

Para el empresario Jorge Roig la marcha de algunas multinacionales no puede considerarse una tendencia. “Sé de muchas multinacionales totalmente decididas a continuar en Venezuela. En este momento, el Gobierno de Maduro planea devolver algunos activos industriales expropiados. La devolución de fincas y haciendas se ha ido produciendo, no con la velocidad esperada, pero definitivamente está en marcha”. Nuevas oportunidades para empresarios —que ya han comenzado a cruzar la frontera— surgen también con la apertura de las relaciones comerciales con Colombia, tras el cambio de Gobierno en Bogotá, con la llegada de Gustavo Petro.

Maduro intenta atraer nuevos capitales a un país en el que más del 90% de su población vive en condiciones de pobreza, según varias mediciones. El analista financiero Alejandro Gristanti señala que aunque el cansancio ante la prolongada inestabilidad del país puede haber provocado la salida de algunas empresas internacionales “hay grupos privados cercanos al Gobierno interesados en mantener esas empresas operativas” y, a la vez, matiza: ” En cualquier caso, Venezuela necesitará muchos años de mucho crecimiento económico para volver a ser lo que fue y estar en el interés de las multinacionales”.

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