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Opinión

Alejandro Mendible: Lula y la recomposición Sudamericana

El personaje  es reconocido como uno de los  grandes protagonistas de la política contemporánea del Brasil equiparándose al presidente gaucho  Getulio Vargas quien en el siglo pasado destaca por su carisma como el gran  articulador  político  de la transformación nacional socioeconómica  durante el tránsito de país rural y cafetalero a urbano e industrial después de la Revolución de 1930. En el presente  sí  Lula  resulta  electo por tercera vez  presidente podría reactivar al Brasil como la gran locomotora impulsora de la Sudamericanización  dentro del nuevo contexto del  Sur Global,  que se proyecta hasta  África  gestado,   en las posibilidades del Siglo XXI. Esta situación  de ocurrir le abre una   nueva vía alterna de desarrollo  al Brasil deslastrándose de la dependencia de los Estados Unidos cuestión  dominante durante el pasado siglo. En esta etapa  Lula podría  proyectar  su perfil de concertación ampliamente aceptado por todos.

El personaje  toma notoriedad   nacional en 1972  cuando deja  de ser el anónimo y desconocido migrante procedente del empobrecido Nordeste para aparecer indiciado por la temida  policía represora de la dictadura militar como el sindicalista violador de  la Ley de Seguridad Nacional  al  instigar la huelga reivindicativa  de los obreros de la fábrica de la Volvagen en Sao Paulo. Desde entontes Lula se mantiene en la primera fila del acontecer político brasileño y en 1980 pasa a convertirse  en el primer vocero del Partido de los Trabajadores (PT)  surgido de la  convergencia entre  dirigentes sindicales, intelectuales de izquierda y católicos ligados a la Teología de la Liberación Militar para enfrentarse a la dictadura militar, después  en 1990 gana reconocimiento  regional  con la fundación del Foro de Sao Paulo una institución internacional de izquierda opuesta al neoliberalismo y al Consenso de Washington  que mantenía la propuesta de la Alianza de Libre Comercio de la Américas (ALCA)  como su punto dominante en la agenta económica Latinoamericana.

La propuesta teniendo a los Estados Unidos como centro capitalizador   del comercio del hemisferio  en la última década del pasado siglo termina descalabrando la unidad de la región entre  México, en el norte  el tradicional puntal protagónico del sentimiento nacionalista de la región y heredero de la gran revolución agraria de 1917 que termina siendo  cooptada en 1994  por el poder económico norteamericano y  Brasil, en el sur, heredero de la lengua,  cultura  portugués  y el único imperio americano independiente   exitoso durante el  XIX  permanece indefinido ante el acoso  del capitalismo estadounidense. Esta situación lo mueve a convertirse en agente proactivo en Sur América dejando su desconfianza tradicional contra sus países vecinos y en el año 2000 cuando el país festejaba su descubrimiento en 1500, por Portugal,  el presidente y prestigioso sociólogo, Fernando Henrique Cardoso del Partido Social Democrático Brasileño (PSDB)  aprovecha la oportunidad para invitar a sus homólogos del  continente a reunirse en Brasilia y  los 12 gobernantes  acuerdan por primera vez convertir el continente en una región geoeconómica productiva de sus enormes  potencialidades en función de elevar el nivel de vida de sus pobladores. Esta situación experimenta un viraje determinante proclive a la concertación del continente con la llegada de Lula a la presidencia en 2003 quien actuando con la asesoría  del prestigioso Itamaraty declara a Sur América como el principal objetivo internacional de Brasil. Durante  los siguientes ocho años de los dos periodos  presidenciales (2003 – 2010)  se convierte  en el  núcleo central coordinador  de la  nueva formación  socio-histórica continental  la cual,  aparece  a modo de nuevo paradigma latinoamericano impulsada, entre otros por,  la interrelación entre  Lula y  Néstor Kirchner de Argentina para transformar  la política de Mercosur en un frente común contra el neoliberalismo y con el presidente Hugo Chávez, de Venezuela,  elevando las relaciones  binacionales a un nivel estratégico  lo que mueve  al gobernante venezolano  a la afirmación de  que ellos dos  había hecho más por las relaciones binacionales que tolo lo hecho en la historia de las relaciones entre los dos países. Estas gestiones virtuosas alcanzan su pleamar  el 23 de mayo de 2008 cuando se firma el tratado de constitución de “Unasur”  en Brasilia y el  presidente Lula en su discurso de orden  afirma que América del Sur unida movería el juego de poder del mundo  y reconocía,  “Estamos dejando atrás una larga historia de indiferencias y aislamientos  recíprocos. Nuestra América del Sur no será más un mero concepto geográfico, A partir de hoy es una realidad política, económica y social con institucionalidad propia”.

Para desmontar este gran salto de la realidad sudamericana  emprendida por los sectores progresistas y coordinada  por Lula, los poderosos intereses del neoliberalismo desplazados del poder se agrupan con el propósito de neutralizarlo y sacarlo del juego político. Esto los consiguen a partir de 2016 cuando tomando de referencia el Congreso  brasileño actuando  bajo la cobertura legal de esa importante institución del Estado , la convierten en el parapeto de sus intereses  desde donde  lanzan el certero  golpe del impiachment como  un  contundente  torpedo que alcanza  el  nivel de flotación  de la presidenta Dilma Rousseff  la figura gobernante del lulismo,  sacándola  del poder y en su onda expansiva, un año después,  logra  poner a Lula en la cárcel acusado por corrupción por 580 días. Para llegar allí sus enemigos  manipulan el argumento de la moral pública a gran escala mediante  la politización de la justicia  y desplegando  una  amplia acción inquisitorial denominada “Operación Lavajato” en la cual,  toma notoriedad como ajusticiador el  magistrado Sergio Moro quien persigue  los actos de corrupción ocurridos en Petrobras hasta llegar al supuesto indicio de la malversación de Lula  consistente en recibir un lujoso apartamento en las playas de la ciudad de Guaraja, cerca de Sao Paulo. Mientras tanto el certero golpe contra Dilma repercute  a  nivel  regional   desarreglando  la armonía entre las elites gubernamentales  y hace  florecer el enfrentamiento entre las tendencias progresistas contra  las conservadoras.

En estos últimos años  los eventos ocurren como una gran secuencia de incidencias  de jugadas estratégicas  entre las posiciones políticas en pugna,  presentados a modo de un  parteaguas entre la vieja y la nueva política  creada dentro de la pugna por la inserción en el  nuevo orden internacional. Sin embargo, los límites de la política  regional  aparentan estar regidos todavía por la moral y la definición de la democracia liberal cuando  en realidad asistimos a la crisis final de las estructuras  sociopolíticas de los estados nacionales sudamericanos vigentes del pasado siglo. Algo importante de destacar en el desarreglo de las relaciones gubernamentales sudamericana de los últimos años fue la actuación  y desempeño de la multinacional brasileña Odebreht  señalada   del peculado brasileño  sistemático  percibido por las  estructuras jurídicas de todos los países del continente,   en mayor o menor grado y  en algunos casos como en Perú indujo al impactante suicidio  el 17 de abril de 2019 del abogado y político Alan García figura prominente del partido Apra y presidente de su país en  dos oportunidades. Sin embargo, con agudeza crítica podríamos ver más allá del soborno que usualmente todas las multinacionales practican en la región lo sobresaliente en el caso de Odebrecht es  el grado  evolutivo del capitalismo brasileño,  su incidencia en la región y su rechazo por las fuerzas conservadoras  en los países sudamericanos.

Actualmente, como es del dominio público,  Lula enfrentado la situación con entereza y gran habilidad política  ha logrado revertir la enorme campaña en su contra y aparece  en todas las encuestas electorales de su país con la primera opción para ganar la presidencia de la república. En esta oportunidad  reformula su imagen para aparecer como el adalid defensor de la democracia amenazada por el fascismo encarnado en Bolsonaro, su candidato opositor, quien cuando dice “Brasil por encima de todo” lo hace  para despotricar de los países vecinos por no aceptar la vía de salvación del capitalismo. La candidatura de Lula aparece acompañada con la del presidente Geraldo Alckmin un respetado político social-demócrata, gobernador del Estado de Sao Paulo por el PSDB entre 2011 y 2018, antes   su adversario político y en estas elecciones aparecen unidos todas las tendencias de izquierda superando sus desavenencias   fortaleciendo con otros sectores  el pacto civil democrático. En tal sentido, de concretarse el triunfo electoral de Lula  además de intentar una recuperación económica inclusiva en Brasil  se abrirían las posibilidades para que nuestro continente unido “mueva el juego del poder mundial”  mediante una toma de conciencia de su espacio histórico y sobre la verdadera base de la riqueza sudamericana  consistente en la producción resultante del trabajo humano de sus pobladores y del empleo inteligente de sus ingentes recursos naturales

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