La última huelga se produjo casi tres meses después de que estallaran los disturbios en Irán a raíz de la muerte de Mahsa Amini, mujer de 22 años, que se desmayó en una comisaría de la capital, Teherán, después de ser detenida por violar el código de vestimenta.
Amini fue declarada muerta en un hospital tres días después, lo que provocó protestas en todo el país. El presidente Ebrahim Raisi, que estaba de gira por el extranjero en ese momento, ordenó de inmediato una investigación de alto nivel sobre el incidente.
Sin embargo, eso no fue suficiente, ya que los alborotadores patrocinados por extranjeros rápidamente entraron en acción para impulsar la infame agenda occidental de “cambio de régimen” en Irán.
Tan pronto como estallaron los disturbios, las fuerzas enemigas que operaban desde tierras extranjeras se apresuraron a convocar huelgas en todo el país, pero la mayoría de las convocatorias no fueron escuchadas. Con el paso del tiempo y la rápida escalada de las tácticas de intimidación y coerción, algunas personas sintieron que no tenían más remedio que cerrar sus negocios hasta que se restableciera la calma.
Estas “huelgas forzadas”, como muchos en Irán las denominan correctamente, se dirigieron en particular a comerciantes y camioneros, los dos grupos más vulnerables a la intimidación y la coerción.
Sin embargo, solo un pequeño porcentaje de ellos participó en las huelgas, de forma voluntaria o involuntaria, mientras que otros, incluidos trabajadores, estudiantes, maestros, enfermeras, etc., mostraron reticencia.
Para crear un ambiente de miedo, los alborotadores han amenazado en las últimas semanas a muchos comerciantes con violencia y destrucción de sus propiedades si se niegan a participar en estas huelgas. Se han escrito mensajes amenazantes en las paredes de muchas tiendas.
En la ciudad nororiental de Bojnurd, los comerciantes lucharon esta semana para abrir sus establecimientos. Uno de ellos dijo que recibió amenazas de que sus tiendas serían incendiadas si se levantaban las persianas.
Según testigos presenciales, los alborotadores armados con armas blancas atacaron descaradamente tiendas en Teherán y otras ciudades importantes del país que rechazaron la orden de cierre de tres días.
“Los alborotadores rompieron las ventanas de una tienda, pusieron pegamento en la cerradura de otra tienda, dispararon a los camiones en la carretera, pero su huelga forzada fracasó”, escribió un usuario de Twitter.
Otro usuario se burló de las huelgas fallidas y dijo: “La persona que pudo movilizar a todo el país, desde bazares y universidades hasta refinerías e industrias para organizar una huelga de masas, se llamó el ayatolá ‘Jomeini’ y su revolución se llamó Revolución Islámica”.
El jefe del poder judicial de Irán, Qolamhossein Mohseni-Ejei, reaccionó el lunes a las amenazas contra los comerciantes y pidió una acción rápida y enérgica contra los alborotadores.
Según informes y videos que circulan en línea, se dispararon balas reales contra algunos camioneros en las provincias del sur y oeste de Irán durante el período de cierre. En algunos casos, los clavos afilados esparcidos por las carreteras pincharon los neumáticos de camiones y automóviles, provocando muchos accidentes.
Las huelgas en medios hostiles
No tendría sentido hablar sobre el reciente giro de los acontecimientos en Irán sin señalar la feroz campaña de propaganda contra el país persa, especialmente por parte de las redes de medios en idioma persa, incluido Iran International, con sede en el Reino Unido y financiado por Arabia Saudí.
Esta red, que recientemente fue designada como una “organización terrorista” por el Gobierno iraní, ha puesto todo su peso detrás de estas llamadas “huelgas nacionales” en Irán, vendiendo narrativas falsas, publicando historias falsas y describiendo estas huelgas convocadas por grupos anónimos como un “punto de inflexión”.
Una búsqueda en Google del equivalente persa de “huelgas nacionales” desde el 16 de septiembre, el día en que murió Mahsa, hasta el 4 de diciembre, un día antes de que comenzara la última huelga, muestra 709 resultados solo del sitio web de esta red. La mayoría de los resultados, sin embargo, se remontan a cuando todavía no había huelgas en Irán.
La cadena Iran International bombardeó a los espectadores con reportajes dudosos de estas huelgas imaginarias, incluidos innumerables videos no verificados de tiendas con las persianas cerradas, así como una plétora de entrevistas con expertos autodenominados que estaban de acuerdo en que estas huelgas podrían desencadenar el colapso de la República Islámica.
Naturalmente, la campaña de desinformación desenfrenada le da a la gente fuera del país la ilusión de que toda la nación está en huelga, como si la vida se hubiera detenido por completo. Una historia lejos de la verdad.
Habiendo plantado las semillas de esa ilusión, los elementos anti-Irán comenzaron a emitir terribles amenazas de violencia contra los comerciantes que no estaban en huelga.
Por ejemplo, Omid Jalili Tajrishi, productor y presentador del medio de comunicación con sede en Londres Manoto, amenazó públicamente a los comerciantes que se negaban a unirse a las huelgas forzadas.
“De aquí en adelante, la gente no tiene ninguna responsabilidad con los comerciantes y sus propiedades”, advirtió en un tuit el 5 de noviembre.
“Esta es la última advertencia para los acaparadores de dinero en los grandes bazares: ¡O se unen a la revolución de 1401 (2022) o lo que sea que le pase a su propiedad y tienda es su propia responsabilidad!”
Disculpa forzada
El uso de la fuerza indiscriminada durante los recientes disturbios no se ha limitado a las huelgas. Los alborotadores se han empeñado en aterrorizar y exterminar a cualquiera que se niegue a aceptar sus dictados.
Han causado estragos en todo el país, infligiendo daños en propiedades públicas y, en algunos casos, linchando a civiles inocentes y fuerzas de seguridad.
Amenazaron y boicotearon al equipo nacional de fútbol de Irán durante el Mundial de Catar y, más recientemente, intimidaron a un hombre común y lo obligaron a disculparse por ser hospitalario con el presidente iraní.
El pasado jueves, durante su visita a la provincia noroccidental de Kurdistán, el presidente Ebrahim Raisi caminó por el bazar principal de la capital provincial, Sanandaj, donde un comerciante kurdo local le ofreció chocolates como gesto de hospitalidad.
Sin embargo, el encuentro, por lo demás normal, expuso al hombre kurdo a una avalancha de odio tóxico y amenazas de violencia, lo que eventualmente lo obligó a ofrecer una disculpa pública de mala gana para escapar de cualquier daño.
En una breve declaración en video, Feyzola Qaderi reconoció que había sido atacado en las redes sociales y trató de minimizar su oferta de chocolates al presidente Raisi como una mera decisión espontánea.
“Juro por Dios que no fue planeado de antemano y no tenía ningún motivo para hacer esto. Si mi acción ha molestado a la gente, les pido disculpas y espero que me perdonen”, comentó.
Un informe de la agencia de noticias Tasnim dijo que inmediatamente después de que Qaderi se reunió con Raisi, se lanzó una campaña de difamación contra él que incluía la publicación de su información personal y la de su familia en las redes sociales.
Los alborotadores amenazaron con asesinarlo a él y a su familia e incendiar su tienda, obligándolo a disculparse y suplicar clemencia.
El desagradable incidente llevó a muchas personas bien intencionadas a denunciar la naturaleza dictatorial de los alborotadores, que en nombre de “mujer, vida, libertad” han desatado un reino de terror en todo el país en los últimos meses.
El presidente Raisi condenó la campaña de desprestigio contra el comerciante kurdo y expresó su simpatía por él mientras hablaba con los estudiantes de la Universidad de Teherán el miércoles.
“Fui a Kurdistán y, como viste, un hombre me ofreció un chocolate. Mirad lo que le hicieron al pobre hombre”, dijo Raisi.
Tras este hecho el mandatario persa dijo que “los alborotadores hablan de dictadura. Bueno, ¿quién es el dictador? El público rompió en aplausos.
