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Opinión

Boluarte debe irse: Las líneas rojas que el gobierno ha cruzado en solo doce días

A estas alturas, viendo lo que hemos vivido en los últimos 12 días, podemos ver que la sostenibilidad de Dina Boluarte en el Gobierno es imposible. Y no se trata solo de un tema de gobernabilidad o estabilidad que es incapaz de garantizar desde Palacio de Gobierno. Tiene que ver, principalmente, con todas las líneas rojas que en democracia no deben cruzarse y que en tan solo doce días, Boluarte ha cruzado olímpicamente.
Este no es un gobierno democrático. Ser la sucesora legal no te hace una presidenta legítima. El Perú movilizado lo está diciendo desde el primer día. Pero, en realidad, lo decían desde hace mucho: todas las encuestas mostraban la foto clara en que si el Presidente Castillo salía del cargo -por las razones que fueran- el destino estaba trazado. Pero el pacto se quebró (y Castillo tuvo mucho que ver en ello), y hoy lo que vemos es que ganó el golpe de estado orquestado desde las esferas del poder desde antes de julio de 2021.
Un año y medio después lograron meterse al Gobierno por la puerta de atrás utilizando a Dina Boluarte como la fachada legal que pone rostro a un gobierno que implementa todas las propuestas de quienes la sostienen: el discurso del terruqueo, la mano dura como acción política, el rechazo al que piensa distinto, la intimidación de quien ejerce derechos democráticos como el de la protesta o la opinión política, etc. Y todo con el aval de quienes perdieron en las elecciones: el poder político, el poder económico y ese poder mediático que ayer no entrevistó a la presidenta sino que le lavó la cara y la bautizó como una de ellos en vivo y en directo.
Y por eso Dina Boluarte no se sostiene más en el gobierno. Porque no es un gobierno democrático el que renuncia a aquello que lo llevó a ganar elecciones, pero además porque no es democrático un gobierno que vulnera los DDHH de su ciudadanía desde la represión de su partido político: las Fuerzas Armadas. Dina Boluarte pasó de ser una presidenta hipotecada al golpismo congresal, a ser una presidenta a la medida de ese golpismo y hoy, además, a implantar de facto una dictadura que garantiza la impunidad de quienes han asesinado a 25 peruanos. Es una vergüenza que este no sea el gran tema nacional y que el poder mediático aplauda cómplicemente esta masacre.
Como bien apunta Cecilia Méndez, se puede pensar que con la salida de Boluarte nos espera “algo peor” con Williams o alguno de los congresistas de esa institución con 6% de aprobación. Pero lo cierto es también que el fujimorismo, renovación popular, avanza país, vale decir los vacadores irresponsables y obstruccionistas de la derecha y la extrema derecha peruanas, están queriendo sacar el cuerpo de un gobierno que es más suyo de lo que quieren hacer notar.
Que es totalmente suyo. Que avalan porque hace exactamente lo que ellos defienden y proponen. El aval del fujimorismo que no avaló a ningún otro presidente anterior de los últimos que hemos tenido es una constatación de ello. Por eso, deben asumir su responsabilidad en el momento de crisis que vivimos y en la movilización masiva de rechazo que generan. No es solo Boluarte, es todo lo que ellos representan. Estamos claramente en un “que se vaya TODO” lo que ellos representan.
De esto conversé hoy con Glatzer Tuesta cuando me hizo una pregunta compleja: ¿cómo defines al gobierno de Dina Boluarte visto lo que hemos visto? Pues como una dictadura cívico-militar. Y lo que estamos viendo recién empieza. Por eso, exigir su renuncia es urgente

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